Prólogo.

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Todo el mundo trata con el dolor en digerentes formas. Algunas personas lo mantienen embotellado, lo mantienen encerrado en el fondo de un oscuro abismo de la nada... Otras abrazan el dolor, lo toman y poco a poco dejan al dolor día a día destruirlos hasta que no queda nada, solo un corazón vació.

Harry era una de estas personas.

El único refugio que le queda es la comodidad de su oscura y triste habitación de la infancia.

Sin embargo, el miedo tiene la sartén por el mango.

El miedo es lo que mantuvo a Harry encerrado en su habitación durante días. Digamos que, en un torcido camino a Harry le gustaba así. Se sentía más seguro estando encerrado en su cuarto a estar expuesto al mundo exterior. Era su refugio, su pequeña humilde morada.

El ruido de cristales rotos llenó el espacio vacío de la cocina y oh, el jodido mundo entero de Harry paró en segundos.

Estaba congelado, sus pies estaban pegados en el suelo con miedo a dar otro paso. Sus ojos se ampliaron a medida que miraba el vaso de vidrio roto en pedazos en el suelo. Harry oyó fuertes pisadas corriendo hacía la cocina y de pronto se olvidó de como respirar.

Sus ojos estaban fuertemente cerrados y sus manos apretadas en puños. Empezó a contar del 10 al 1 hacía atrás.

"Qué coño estás haciendo fuera de tu habitación, chico?" La voz del hombre estaba llena de mucho veneno, tanto odio que hizo que el cuerpo entero de Harry temblara.

Harry siguió murmurando números en voz baja sin abrir los ojos ni una sola vez.

Harry no podía respirar.

Harry no podía funcionar bien.

Harry tenía miedo.

"Eh, chico. ¡Estoy hablando contigo! ¿Eres estúpido?"

Lentamente Harry forzó una sola respiración, cada inhalación llegó poco profunda, había pánico en su pecho. Sus ojos se abrieron lentamente y su visión estaba ligeramente borrosa debido a las lágrimas picando en sus ojos.

La boca del pesado hombre situado frente a Harry se curvó en una mueca de desprecio y mantuvo una mirada de odio que provocó en Harry una mueca de dolor.

"Yo estaba... Yo... Yo... Lo siento." La voz de Harry era baja e instantaniamente su mirada cambió hacía el vaso roto.

El pesado hombre cruzó hacía Harry en tres rápidos pasos para reunirlo contra él, sosteniendo al joven chico con cierta ferocidad posesiva.

Harry no se atrevió a mirar arriba, no podía. Estaba demasiado ocupado escuchando su corazón dando bandazos en su pecho.

Un espeso silencio llenó la habitación.

El hombre agarró los brazos larguiruchos de Harry hasta el punto que el toque quemó dejando moratones que se mostrarían lo suficientemente pronto. Sacudió a Harry tratando de conseguir su atención.

"Pensaba que estabas muerto. No te he visto en días. ¿Dónde has estado?"

Sin ninguna vacilación Harry no tuvo elección sobre responderle. "He estado en mi habitación todo el tiempo. Mamá dijo que tenía que estar allí." La voz de Harry era temblorosa y él odiaba como no lo podía controlar.

Su cuerpo estaba paralizado a causa del miedo.

"¿No quieres decir: la zorra de tu madre? Honestamente chico, si supieras qué es bueno para ti te irías de esta casa, pedazo de mierda."

Cuando el hombre dejó a Harry en el suelo todo lo qué pudo hacer él era llorar y silenciosamente murmurar en voz baja,

"Pero no tengo ningún otro lugar dónde ir..."

Finalmente Harry superó la conmoción que se encontraba en su cuerpo. Poco a poco empezó a ponerse de pie ignorando el dolor punzante que sentía en los brazos y la sensación de ardor en las manos. Se volvió a sus dos manos viendo su sangrienta cortada hasta las palmas. Pequeñas piezas de vidrio se fueron asomando a la carne, ahora en ruinas, que estaban incrustadas en su piel.

Él suspiró y decidió dejarlo para más tarde porque ahora le gustaba el dolor.

Se dirigió a su habitación, cerrando la puerta de immediato y secándose las lágrimas con el dorso de su mano. Se quitó la ropa y se puso de pie frente a un espejo mirando su cuerpo.

La primera cosa que vió fueron los coloridos moratones impresos en sus brazos. Su piel blanca y lechosa extrañamente complementaba el púrpura y el azul extendiéndose en sus visibles brazos. Lo sieguiente fueron las prominentes costillas saliendo junto a sus caderas, dios, él odiaba cada detalle de su cuerpo.

No podía mirararse más a sí mismo ya que estaba harto de la forma que era y era inquitante y repugnante pensar.

Él se lanzó un suéter gris más grande que su cuerpo y se puso unos pantalones de chándal holgados. Sus ropas usadas encajaban perfectamente antes, pero hoy en día Harry se hubiera considerado afortunado si pudiera poner sus manos algo de comida.

Se dirigió hacía su cuarto de baño conectado al extremo derecho de su habitación. Abrió el grifo conectado al fregadero mientras el vapor salía corriendo del agua caliente. Metió las manos bajo la espuma caliente mientras se mordía el labio ignorando el dolor punzante que sintió en cuanto el agua caliente llegó a los cortes.

Cuidadosamente cogió una por una las piezas del vaso viendo una piscina de sangre bajando por el desagüe. Afortunadamente encontró vendas hurgando dentro de los armarios y envolvió sus dos manos.

Oyó un leve golpe en la ventana que le sorprendió por unos segundos, pero luego sonrió dándose cuenta de quién era. Salió corriendo del cuarto de baño mirando por la ventana para ver a Wendy.

Abrió su ventana solo un poco para que Wendy pudiera trepar dentro e instantaneamente Wendy empezó a ronronear al toque de Harry.

"Me alegro de que estés aquí, Wendy. Te he echado de menos." Harry susurró al gato mientras lo sostenía y le rascaba las orejas.

Harry sonrió porque le encantaba el hecho de que por fin tuviera alguien con quien hablar. Miró fuera su ventana hacia el cielo.

"¡Mira, Wendy! Mira el cielo, es muy bonito, ¿no?"

El cielo empezaba a iluminar el horizonte, coloreando el cielo de un color rosa helado. Era una vista hermosa de ver, pero eso no es lo único que cautivó a Harry.

"¡Louis! Entra en casa, ¡está oscureciendo!" Una mujer gritó y fue cuando los ojos de Harry aterrizaron en un chico que problablemente tenía casi su edad en un cuidado jardín.

"¡Ahora vengo! Estoy allí en un segundo." El chico que ahora Harry conocía como Louis respondió.

Louis se agachó a acabar de plantar flores de las que Harry no podía recordar su nombre.

Vio como Louis comenzó a ponerse de pie linpiando la suciedad de sus pantalones parándose en seco para mirar al cielo. A Harry le encantó la forma en la que los labios de Louis se curvaron en una sonrisa y se le iluminó la vista instantaneamente.

"¿No es guapo, Wendy?" Harry susurró y en respuesta Wendy maulló suficientemente fuerte como para que Louis lo oyera.

Louis giró su cabeza hacia el ruido y frunció el ceño y Harry rapidamente se agachó esperando ser lo suficientemente rápido para no ser visto.

Pasaron unos segundos y lentamente Harry asomándose por la ventana para ver si aún estaba allí pero, ya no.

Louis se fue y Harry estaba un poco triste.

Wendy le lamió la cara y sonrió.

"Oh, Wendy." Harry suspiró mirando antes a la puesta de sol. "Él era tan guapo."

El chico en la venta miraba la puesta de sol admirando el jardín de Louis y el trabajo tan duro que había puesto en hacerlo bonito.

Y entonces Harry pensó que puede que el mundo exterior no dé tan miedo después de todo.

El chico en la ventana.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora