Durante el tiempo que estuvo trabajando, Pottdinhard se dio cuenta de que del muchacho emanaba una gracia especial y que desde el día en que llegó las bendiciones en su trabajo y en su hogar se multiplicaron como aráceas en el agua, así sucedía diario hasta que entendió que el Señor estaba de su parte y que todo lo que hacía el muchacho le salía de maravilla, tanto que terminó siendo el encargado de toda la casa. De hecho no solo le iba bien con él, sino que también había hecho muy buena amistad con su hija Azucena, aquella joven que había visto aquel día en el hospital; Inclusive desde aquella vez ya le había dado el visto bueno.
Al muchacho le fue muy bien, pero al cumplir los veinte años se volvió aún más atractivo de lo que era, por lo cual atrajo a la mujer de Pottdinhard (como si no hubiese suficientes cocodrilos en esta historia, peor aún, uno que salió de las alcantarillas de Nueva York) era increíble, pero esta "señora" se le insinuaba a diario al muchacho (por poco no le provoca un trauma) cada vez que esta mujer se le arrimaba Joseph salía corriendo. Un día, la casa estaba sola cuando la bruja sorprendió al chico en "paños menores" la señora fue tan atrevida que le arrebató la toalla al aterrado chico, salió corriendo a como de lugar, pero la bruja le dijo a los demás encargados de la casa que el muchacho se había aprovechado de ella y lo mismo le contó al marido. Pottdinhard se escandalizó por completo ignorando todas las súplicas del muchacho pidiendo que lo escuchara, sin dudarlo fue a poner inmediatamente la denuncia.
Tiempo después el muchacho cumplió sus veintitrés añitos... en prisión, pero a pesar de todo Joseph nunca dudo de que el Señor siguiera con él, puesto a que con su buen carácter hasta a el carcelero le cayó bastante bien. Un día lo puso a cargo de dos nuevos presos, los cuales estaban bastante desorientados y enfadados.
—¡Diecisiete años trabajando para un empresario que te hecha porque cree que trataste de envenenarlo con el café! —exclamó uno de ellos.
—¡Ya veremos que otro servicio de banquetes le va a atender mejor que yo! —exclamo el otro. Joseph los observó por un buen rato hasta que le vino la memoria de elefante, en ese mismo instante les contó que él los había reconocido de la vez que fue a la empresa, desde hace casi siete años.
Más tarde el barista (que es el experto en preparar café) tuvo un sueño al igual que el chef, eran bastante parecidos salvo que terminarían de una manera diferente. El primero en contar su sueño a Joseph fue el Barista, quien lo consiguió lanzando una monedita. Su sueño fue el siguiente.
—Soñé que estaba preparando café ¡en plena oficina! —tenía tres tazas del mejor café de la vida en una bandeja, se las estaba dando al jefe y aparecieron papeles por todas partes con múltiples recetas de café —concluyó el barista. entonces Joseph se percató de algo inusual, supo inmediatamente el significado del sueño.
—Tres tazas... tres días —dijo para sus adentros. El barista y el chef le preguntaron qué era aquello que había balbuceado, entonces Joseph les dijo que Dios le había mostrado la interpretación del sueño, a lo que comenzó a decirle al barista su significado —las tres tazas de café son tres días. En esos tres días el jefe te restituirá en tu puesto y le volverás a servir café como antes —respondió el chico. El chef se ilusionó y le contó su sueño.
—Yo soñé que estaba en una fiesta y que llevaba tres bandejas con los mejores manjares, pero las ratas se comieron todo lo que había sobre ellas.
—¿Y luego? —preguntó el barista quedando a la expectativa.
—Ya eso es todo —respondió el chef sin nada que agregar. Pero al parecer este sueño no tendría un buen final, pues el muchacho se puso pálido y trató de evitar el contacto visual con el chef—.¿Y? ¿entonces? ¿no me vas a decir? el barista estaba sumamente ansioso.
ESTÁS LEYENDO
Más que un soñador
Spiritual- Basada en Génesis 37. Un día estás en Tennessee disfrutando del campo, y al otro en Nueva York tratando de sobrevivir. Joseph tenía un don. Uno que marcaría a toda una nación.