Parte 5: La extraña casa.

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Conocía perfectamente el bosque de San Mikaela, desde que era pequeño me gustaba pasear por él, hubo una vez que descubrí unas cuevas con pinturas rupestres y decidí contárselo sólo a mis padres y a mis amigos, considerándolo como un simple secreto. Pero hoy todo parecía diferente, quizás porque ya era de noche y estaba en casi completa oscuridad, mi única luz era la de la linterna. Decidí coger un camino desierto y con poca vegetación, justo donde estaban las vías de tren, me subí al carril y seguí caminando. Sabía que las vías llevaban a la ciudad de al lado, pero no quería perderme así que no tenía más remedio que ir por ahí. El carril cruzó por toda la tierra, por un puente y por el río Voloti. Llegué a cierto punto de que era mejor no seguir por allí así que me bajé y continué por el bosque. La oscuridad era peor que en las vías de tren, menos mal que tenía la linterna. No debí decir eso, al cabo de 20 minutos de caminata la linterna se quedó sin pilas. Menos mal que esa noche era Luna llena y tenía algo de iluminación(oye, a la Luna no se le van a acabar las pilas ¿no?). La verdad es que era bastante complicado avanzar sin chocarte contra un árbol, escurrirte con la humedad, que la camiseta se te agarre a la corteza de un árbol, que los pantalones se atasquen con los arbustos o incluso que te tropieces y llegues a caerte con alguna raíz "salida de la tierra". Me levanté del suelo dolorido, mi pie seguía atrapado en aquella dichosa raíz, tenía frío, sueño y, lo reconozco, tenía bastante miedo. Oí un ruido extraño, parecía un animal o algo(al menos sabía que un disparo no era), tiré de él pero resultó inútil, realmente estaba atascado. El sonido cada vez era más fuerte y se acercaba más y más hasta donde me encontraba. Parecía un zumbido. Tiré con todas mis fuerzas, pero el pie seguía en la maldita raíz, el sonido ya estaba cerca de mí. Ya se situaba en frente, miré haber si veía algo procedente del sonido, pero no lograba captar algo. Me preparé para que el animal salvaje me atacase, ¿qué hará? ¿Me morderá? ¿Me pateará? ¿Me mirará con unos ojos mortales? ¿Será mi fin? Esperé a que la bestia hiciera algo: de unos arbustos comenzó a moverse un bulto, de ese bulto salió un animal que no pude fijarme bien y se posó a mi lado. Me aparté y entonces descubrí lo que era: un conejo.

-En serio ._. , me he asustado por un simple conejo. Maldita sea. -.- .

El conejo comenzó a roer la raíz "salida de la tierra" hasta que por fin mi pie quedó libre. Saqué una galleta de mi mochila y se la di al. Se la comió en un "pis pas". Se alejó dando pequeños saltitos. El conejo se acercaba a un suave haz de luz, no me había dado cuenta, decidí seguirlo porque por lo menos tenía compañía. La luz se hizo cada vez más intensa, esquivé algunos árboles y ramas, procuré no perder de vista al conejo. De repente oí una voz que llamaba.

-¡Copito! ¡Has vuelto!- exclamó la voz.

La dicha voz, provenía de una niña de más o menos 9 años, estaba sentada apoyada a un árbol, con una linterna en la mano, una mochila tirada con objetos esparcidos por el suelo, y tenía una hemorragia en la cabeza.

-¡Dios mío! ¡¿Qué te ha pasado?- le pregunté preocupado.

La niña se asustó al verme, intentó alejarse pero el dolor le impedía moverse, el conejo se acercó a la niña y esta lo abrazó. Rápidamente me quité la mochila y saqué el botiquín de primeros auxilios. Cogí un poco de alcohol, algodón, vendas y tiritas. Intenté curarla, con un poco de práctica logré limpiarle la herida que tenía en la cabeza, menos mal que no era muy profunda, la vendé con la veda y puse algunas tiritas en unos arañazos que tenía en los brazos. Era lo mínimo que podía hacer, pero esta chica necesitaba un médico, me pregunto qué habría pasado si no hubiera llegado a tiempo, no hay médicos por el bosque y mucho menos un guardabosques.

-Tranquila, no tengas miedo. Yo soy tu amigo, me llamo Javi. ¿Cómo te llamas?

-Lyra.

-¿Qué ha sucedido? ¿Por qué estabas malherida en medio del bosque?

-No lo sé, tengo un recuerdo muy borroso, aunque prácticamente no recuerdo nada. Cuando me desperté era de noche y Copitos me lamía la cara.

-Ya veo, uff. Aún así, me alegro de haberte encontrado. Yo tenía que ir a una casa en este bosque pero no puedo dejarte sola, hace frío y nos vamos a resfriar, ¿quieres venir conmigo?

-V-vale.

Intenté levantar a Lyra pero cada vez que subía se quejaba de dolor, con un poco de esfuerzo logró levantarse(lo cual me sorprendió), puse su brazo en mi hombro y comenzamos a caminar despacio. Cogí su mano para calmarla, se notaba que le dolía, cada paso que dábamos me apretaba las uñas contra la palma de mi mano.

-¿Quieres descansar un poco?- le pregunté.

-Estoy bien, puedo seguir.- contestó con un poco de esfuerzo.

Copitos nos seguía por detrás, se mantenía saltando a corta distancia, acariciando a Lyra con las orejas. De repente otro haz de luz de color rojizo apareció en frente de nosotros, nos acercamos apartando algunos arbustos. Finalmente salimos del bosque. En frente de nosotros se situaba una casa bastante grande. Estaba adornada con adornos de Navidad, juguetes, muñecos, luces, guirnaldas e incluso un gracioso muñeco de nieve. Un coche estaba aparcado en un garaje, aunque parecía que no funcionaba. Un camino iluminado y decorado nos abría el paso. Por la chimenea salía humo. Estaba claro que ahí vivía alguien.

Asesinato después de clase  [en reedición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora