Parte 7: La valentía y los misterios.

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De repente sentí que me estaba moviendo con un vehículo. Abrí los ojos y me fijé en un paisaje helado a través de una ventanilla. Estaba sentado en un coche, a mi derecha estaba Lyra dormida, y Copito no estaba. Al parecer toda la pesadilla que tuve durante la noche fue real. En la parte delantera del coche se encontraban dos individuos, los mismos que nos secuestraron.

-¿Quiénes sois? ¿A dónde nos lleváis?- pregunté.

-Parece que ya te has despertado, tranquilo esto te hará cerrar los ojos.

Seleccionó un botón de un tocadiscos que llevaba incorporado que emitió una melodía que me hizo dormir otra vez.

***

Abrí los ojos de nuevo y sentí que ya no estaba en movimiento. Miré alrededor y descubrí que estaba encerrado con 3 paredes y una verja de hierro. Estaba tumbado en un camastro (las camas esas de la cárcel) con una colcha y una almohada. Me levanté y busqué la forma de salir. De repente pasó un hombre con bata blanca tirando de un carrito fuera de la habitación. No me dirigió la mirada. Me di cuenta de que llevaba un manojo de llaves en su bolsillo. Me senté pensando en un plan. De repente oí unos ruidos familiares, como los de un animal pequeño. Miré hacia afuera y vi a Copito. Estaba cansado y jadeando. Realmente vino corriendo hacia aquí siguiendo el rastro del coche. ¡Increíble! ¿Acaso es eso posible? Pues lo estaba viendo delante de mis ojos.
Copito subió a mis manos y lo abracé contento. Entonces lo acerqué a la cerradura y le dije que faltaba la llave. Copito se fue en la dirección en la que se fue el hombre.

***

Copito corrió hacia el carrito, a pesar de estar cansado. Cuando vio al hombre, se detuvo y emitió los sonidos del conejo. El hombre se volvió pero no vio nada. Copito rápidamente de un salto agarró las llaves con los dientes y salió corriendo de ahí. El hombre debió oír las llaves pero no se movió del sitio excepto para asustarse.

***

Al cabo de diez minutos Copito estaba de vuelta, con las llaves abrí la cerradura y salí de allí. Le di las gracias a Copito con unas galletas que tenía en el bolsillo y cargué al pequeño. Comencé a investigar en dónde estaba y porque nos habían secuestrado. Busqué a Lyra por la mayoría del laboratorio, pero no había rastro de ella. Llegué a una puerta entreabierta y miré. Unos hombres estaban hablando, decían algo de muñecos, pistolas, animales y una chica en la que ella era perfecta para algo. Reflexioné y llegué a la conclusión de que la chica debería ser Lyra, o tal vez la chica asesinada. Comencé a andar hacia las habitaciones o celdas, y vi una que llamaba la atención, porque era la única con alguien dentro. Había un hombre con la mirada perdida, me acerqué y el tipo alzó la mirada. No podía creer a quién tenía delante de mis ojos.

-¡Tú! Eres el hombre del disparo. ¿Qué estás haciendo aquí?

-¿Mmm? Al igual que tú, fui secuestrado, pero a diferencia de ti, estoy encerrado.

-¡¿Qué está pasando aquí?!

-A igual que tú, no lo sé.

-¿Por qué hablas así? No se entiende nada.

-De acuerdo, no quiero que me reconozcan. Tú debes ser el chico de aquel día.

-¡Si! ¿Qué ocurrió con la chica? La gasolinera, el disparo, el papel. ¿Qué pasó?

-Te lo contaré, es lo mínimo que puedo hacer. "En aquel momento estaba huyendo, entonces llegué a un pueblo, pero mi perseguidor no se había detenido. Se adelantó y me apuntó, saqué mi pistola y disparé. Me acertó en el brazo. Él sacó un teléfono y llamó a alguien. La conversación fue corta. Entonces fue cuando llegaste tú, el tipo se escondió y yo pensé que eras la persona al que había llamado, no veo muy bien así que no sabía identificarte. Arranqué el papel que decía mi nombre, lo cual es mentira porque yo no maté a nadie. Cuando te fuiste volvió a aparecer el hombre y me disparó. Caí al suelo. Luego regresaste y pensé que era también otro hombre, así que disparé y tú me acertaste. Por suerte no morí pero me raptaron y me trajeron aquí". Esa es mi historia.

-¿Cómo sé que es verdad?

-Es tu decisión si quieres creerlo o no, deberías irte ya que puede que haya científicos de esos por aquí.

-De acuerdo, pero antes. ¿Sabes algo de una niña pequeña?

-Oí que se la llevaron al viejo almacén, a la otra punta de la montaña, si quieres ir a por ella, suerte.

Me marché de la sala de celdas y entré en un vestuario. Cogí un abrigo y una bandolera en la que puse a Copito, asomó su cabeza para ver y se acurrucó. Listo, salí de allí y busqué la salida. Ví una ventana entreabierta, la abrí y me asomé, estaba en un alto edificio, tenía un cable que llegaba hacia el bosque de la montaña, realmente estaba en la sierra. Cogí un hierro de esos de la tirolina, parece que alguien más a intentado escapar, enganché una cuerda. Cogí aire y me tiré gritando. Fue una travesía aterradora que no le recomiendo a nadie. El cable era escurridizo, la cuerda estaba mojada, y Copito casi se cae de la bandolera, cuando ya estaba a unos pocos metros del suelo, la cuerda se rompió y caí a la fría nieve. Me levanté con la nariz roja y parte de la cara helada. Copito aterrizó bien, estaba colgado en la rama de un árbol. Lo recogí y continué el camino. En aquel inmenso bosque blanco es fácil perderse. El sol amanecía firmemente el cielo anaranjado por el alba. Con aquel paisaje, sentí que podía seguir adelante, y que sobre todo no mirara atrás. Miré atrás y vi que Copito había salido de la bandolera justo cuando me la puse. Continuamos el trayecto, el conejito jugaba con la nieve y yo pensaba en qué haríamos cuando llegase y cómo rescataríamos a Lyra. Los árboles fueron desapareciendo en número y eso fue cuando por fin encontramos ese almacén. Estábamos listos para el entrar.

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⏰ Última actualización: Jun 25, 2016 ⏰

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Asesinato después de clase  [en reedición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora