Llevo el alma partida en pedacitos... no, el alma no, las tontas ilusiones y cosas que maquiné en mi cabeza. Nadie nos hace daño solo nosotros. Las personas solo actúan como siempre, como actúan con los demás, nosotros les damos importancia. Duele porque importa.
El taxi va demasiado lento, las lágrimas rondan mis ojos y amenazan con salir, es algo tarde, no sé con exactitud pero son cerca de las 3 pm, hace rato que debí llegar a casa, el tiempo no importa, así puedo llegar mañana o pude llegar ayer y este sentimiento sería igual, lo aguanté por mucho tiempo, se acumuló, a veces no sé cómo las personas resisten tanto supongo que es su carácter.
Quiero despejar mi mente, no quiero pensar tanto, miro los árboles y el cielo, una capa azul, un azul puro, uno que no puedo obtener con mis acuarelas, está despejado, las calles casi desiertas, las casas descoloridas pero con aspecto cálido. Por un momento, sólo por un instante, hago como si nada importara, solo el aire semi puro que aspiro. No dura, he llegado a casa.
Abro la puerta, doy las "buenas tarde" bajito, un susurro, nadie logra escucharme, y da igual. Solo tiro mi bolso en el suelo y la cama me recibe, quiero dormir. No puedo más. Supongo que por la gravedad, por todo el peso de las gotitas saladas, silenciosas escurren involuntariamente.
Me rompo.
Pero aún no me destruyo.
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El cuaderno de viajes de Amy
Storie breviMira algo. Obsérvalo. Piensa. Recuerda. Aprende.