"Usted tiene un nuevo mensaje."
Probablemente, mi querido lector, te parezca difícil pensar cómo es que esta, comenzando de forma tan trivial y tal vez incluso aburrida, pueda ser una de las experiencias más intensas que alguna vez me tocó vivir.
El mensaje pudo haber sido inesperado o tan normal como el sol saliendo al final de la noche, ya que cada vez que aquella personita me mandaba un texto nuevo no sabía bien que esperar.
Claro que para comenzar a narrar esta corta gran historia debería remontarme un tiempo más atrás, en mis recién cumplidos 16 años. Ya había pasado tanto tiempo...tiempo que jamás nos permite olvidar. Aunque, sinceramente, quién quiere olvidar de todos modos?
En la universidad de Crystal Home Sound, mi pueblo natal llamado de esta forma por las grandes atracciones turísticas de estalactitas, tenía un pequeño pero muy cálido grupo de amigos. Éramos cinco en total: Elena, amante de la literatura y aspirante a escritora. Jamás nos hablamos mucho, pero a veces, hasta en las mejores amistades, no es necesario decirse tanto para sentir demasiado. Usaba lentes finos y el pelo corto un poco más debajo de los hombros. Siempre con pintas tan educadas, con camisas planchadas, decoradas por pequeños moños de colores brillantes y variados. Lucía como una dama, aunque aún fuese una señorita. Pero ella nunca fue una señorita, siempre fue mucho más que eso. Tan especial. Luego estaba Cara, fue mi novia durante una temporada, como mencioné antes. Apasionada y fogosa, por supuesto con el teatro clásico. Ella subía a los escenarios para encenderlos de magia y llamas incandescentes, un aire sensual y tan infantil ya que verla era como ser cinco años más joven en un segundo. Una mujer simple, nunca se arreglaba, a decir verdad, aunque ninguna mujer necesita arreglarse para verse hermosa, ya que aquella belleza que la mujer y el hombre posee es tan natural que jamás se pierde. Terminamos al final del verano por problemas comunes, pero en ningún momento dejamos de ser amigos. También estaba Prince. Siempre nos reímos de su nombre haciéndole saber que era con todo el cariño del mundo. Claro que él solo se reía con nosotros y hacía bromas como siempre. De todos era el más extrovertido. Tenía el cabello rubio muy corto y liso, siempre despeinado, y al ser más alto que los demás aparentaba ser el mayor y el más maduro, cuando estaba lejos de serlo. O eso pensé gran parte del tiempo que lo conocí. Aquellas divertidas bromas y esa linda sonrisa con tal aire cautivador jamás ocultaron una gran tristeza, pero si una preciosa inteligencia sobre el mundo. Prince me había enseñado a lo largo de los tres años que estuve en la universidad que no siempre las notas determinan el intelecto de las personas, ya que en gran parte son números sin sentido; por supuesto, sus notas eran deplorables; no se puede esperar mucho al entregarle un examen a alguien con problemas de ansiedad, ya que involuntariamente se asustarán y se quedarán en blanco. Luego, al término de la hora, él podía ser capaz de recitarte cada respuesta del examen sin error alguno y con tal claridad en la voz que hasta podría hacerse pasar por un profesor titulado. Jamás supimos bien que prefería estudiar ya que decidió cursar casi todas las materias. Desarrolló un gran amor por el la escultura y la medicina. Luego estaba yo, el chico que ya conoces. El perdedor presumido que dejó su carrera de filosofía por idiota y orgulloso. Y a lo mejor se pregunten porque dije que éramos cinco si solo han leído sobre cuatro. Bueno, no suelo hacer preferencias, y no es de las mejores actitudes en mi opinión, pero a veces debemos detenernos y analizar cuán importantes fueron ciertas personas en nuestras vidas...Scotty. Un muchachito pelirrojo y juguetón. Era de nuestra edad pero su baja estatura aparentaba otra cantidad de años. Amaba el origami y siempre nos regalaba pequeños animalitos de papel, uno más tierno que el anterior. Tenía un eterno romance por la escenografía teatral, y si bien informado me tienen, sé que en este mismo momento, cumple su sueño en algún lugar del mundo de adornar los escenarios más hermosos dentro de la faz terrestre. Veíamos al cielo juntos en la noche con los chicos, y todos llegamos a compartir un gran interés por la astronomía. Después de todo, siempre estuvimos conectados por un mismo cielo, estemos más cerca que las flores de la tierra, o tan lejos como kilómetros de mariposas monarcas. Esa sonrisa tan dulce que tenía, esos ojos color café con miel y los cachetes rojos, aquella aura tan tranquila y enérgica a la vez, tan feliz y empática...resguardaba cada clase de tristezas. Él siempre fue de esa clase de personas tiernas y amorosas, esas que jamás en su vida pueden ver herido a un animal, mucho menos a una persona. Hace años, una tarde de invierno, habíamos hallado un gato lastimado en medio dela calle. En el instante en que Scotty divisó al animal, parecía haberlo visto con el corazón más que con los ojos. Rompió en llantos mientras yo intentaba buscar un alivio propio ante el dolor que me causaba el ver a un ser vivo en aquellas condiciones. Nos pasamos toda la noche buscando una veterinaria abierta y al llegar tuvimos que dormir en la misma gracias a la inminente ventisca que se desarrollaba afuera. Nadie de los dos dijo nada, ya que a ninguno le molestaba el dormir a kilómetros de casa sabiendo que aquella criatura se encontraba a salvo. Jamás nos dejó acompañarlo a casa, y si hubiese sabido las razones lo habría acompañado hasta el fin del mundo con tal de que jamás tuviese que pisar ese lugar otra vez.
No lo descubrimos a la primera, ni a la segunda, ni a la tercera...pero en cierto momento todos tocamos fondo, y nos es muy difícil regresar. Teníamos nuestras sospechas, y aprovechamos mi cumpleaños para alejarlo un tiempo de su casa, que se quedara con nosotros al menos una noche. El plan era simple, salir a tomar unos tragos, bailar un poco, tal vez y con mucha suerte conseguir a alguien a quien besar por unas horas y luego tomar una pistola de aire y sal he ir a dispararle al terreno baldío al final del pueblo. Los tragos habían sido un éxito, nadie tomó de más ya que no arruinaríamos la noche por una mala borrachera. Elena y Prince no pararon de bailar ni por un segundo, parecía que su vida se iba en ello. Cara y Scotty no paraban de elogiarme como tampoco de beber tragos exóticos y muy deliciosos al igual que sofisticados. Al salir del club nos dirigimos al terreno abandonado. Revisamos que no hubiese ningún animal dando vuelta; un arma de aire a larga distancia no podría matar ni a un ave, pero preferíamos estar prevenidos ya que la muerte o el daño de cualquier ser vivo es algo que nuestro peso de conciencia nos tenía prohibido.
Jamás fuimos chicos malos, nunca nos dio el coraje para serlo. Por eso preferíamos dispararle a un montón de piedras inútiles en lugar de apuntarle a un gato indefenso o asustar niños a la salida del colegio, como muchos hacían. Y en este momento, en este exacto momento en el que yo ya había disparado la primera bala, honorífica por mi cumpleaños, es donde las cosas se empezaron a tornar melancólicas. Elena y Cara tenían un magnífico pulso gracias a sus clases artísticas, Prince sinceramente no pensaba a donde disparaba, solo pensaba en no lastimar a nadie...y así de turno en turno, le había tocado a Scotty. Prince tomó las finas y pequeñas manitas del más bajo ente las suyas y las acomodó para sostener bien el arma, estaba nervioso y muy asustado, se le notaba. Pero todos lo estábamos, aunque fuese un arma cargada de sal y algo de aire. Aún seguía siendo un arma. –Supongo que así se siente, tomar un revolver...-Dijo Scotty, algo de esperarse para alguien tan inexperto.-Es difícil no imaginarlo cuando alguien que conoces carga una todo el tiempo...- Cuando el rostro de Scotty se llenó de tristeza sentí que mi corazón se había roto.-Pero de todos modos que importa...si no te apunta con ella, no te hace daño, olvida los golpes, olvida su cuerpo...no te está lastimando...- Y poco a poco nos enteramos de todo. Scotty, ese niño tan mágico y feliz guardaba tanto dolor...no soportaba ver a nadie en la pena ya que él estaba demasiado roto como para no sentir, era tan espacial...Nos enteramos de su hermano, hospitalizado por las propias manos de su padrastro, el cual con tal crueldad imposible de imaginar por los parámetros humanos comunes le había arrebatado tanto...sus mejillas rosadas, su cuerpo tan pequeño, toqueteado por la bruma oscura de un hombre sin alma ni corazón. Aquel cerdo repugnante cargaba un arma a todos lados, como si tuviese un punto al cual disparar todo el tiempo. Aquella bestia incontrolable rompía el tierno corazón de Scotty, el cual, por miedo de lastimarnos, jamás nos dejó entrar en su casa. Todos los presentes terminamos entre lágrimas y suspiros de completa sorpresa. De nuestro transe imperceptible de horror nos despertó Prince, con un grito lloroso y lastimero, el cual nos hico observar la escena que nos rompería el alma a todos. Scotty permanecía quieto, con el arma pegada a la cien, la nariz roja, los hoyuelos habían desaparecido y sus ojos nublados por tanto dolor desprendido de su piel desde lo más profundo de su esencia herida.-No me va a lastimar, no va a poder...-Dijo aquel dulce muchacho, la voz quebrada y casi imperceptible como si hubiese llorado su vida entera. La pistola estaba tan cerca que al apretar el gatillo posiblemente estaría muerto en cuestión de segundos. No iba a aquedarme quieto, jamás iba a aquedarme quieto. Di un paso adelante y levanté mi mano frente a él...-Scotty...¿en serio vas a darle este gusto?...-El menor se dio la vuelta, mirándome a los ojos con aquella mirada tan destruida.- Sin él quiere lastimarte...así te destruye, y así se fortalece, robándote tu fuerza y tu carisma, aquella dulzura tan tuya...creeme, las cosas que nos pertenecen son imposibles de quitar. No se las regales...Scotty, sos brillante, pero aún no tenés que ser una estrella, tan lejana de todo lo que ganaste...- El aludido abrió los ojos con fuerza. Elena y Cara estaban abrazadas, lloraban en silencio perceptivas ante cualquier acción, esperando que aquella criatura bajara la pistola. Scotty fue descendiendo su mano con delicadeza, aturdido y conmocionado, llorando, aún lloraba. Prince soltó un sollozo lleno de miedo y alivio, corrió a abrazarlo como en un arrebato y no lo soltó. Besé la frente de ambos mientras acariciaba la espalda de Prince, era ingenuo cuando quería, y no lograba sostener estas situaciónes sin romper en lágrimas al instante en que las cosas comenzaban a ponerse oscuras. Las chicas se unieron al abrazo, Scotty prometió no volver a jugar con armas, y todos sabíamos a qué se refería.
Eran pasadas las 3:00 de la madrugada cuando decidimos cada quién ir por su lado; claro que la propuesta no duro mucho. Terminamos yendo juntos a la casa de Pince, sus padres no se encontraban al igual que sus hermanos, así que subimos las escaleras y decidimos descansar. No era tarde y todos estábamos llenos de energía dentro del cuerpo pero nuestras mentes estaban cansadas y revueltas. Llenos de ideas, susurros imperceptibles y remolinos insufribles, decidimos irnos a dormir.
Desperté a las cuatro y media de la mañana sintiendo que algo estaba fuera de lugar. Revisé las camas buscando alguna clase de error, pero no encontré ninguno. Entré a la cocina en busca de algo de beber y allí estaba él. Los rayos del apenas naciente sol eran admirados frente sus ojos miel, y toda aura de tristeza existente parecía haber desaparecido. Le extendí un vaso de agua fría y me senté a su lado, observando la misma ventada que divisaban esos magníficos orbes. Ninguno dijo nada, no hubo contacto, solo algo inconcluso. Tomé del cajón de madera aquella arma que había comenzado con todo esto y sin más la arrojé con fuerza por la ventana, esperando no volver a ver una igual en mi vida entera. Scotty me sonrió, besó mi mejilla y se fue a dormir.
Rodeando las cinco, me había llegado un mensaje. "¿Sabés? Por primera vez en mucho tiempo, siento que todo empieza a salir bien". Él ya estaba dormido, y jamás eliminé aquel texto. Esa nostalgia matutina, esa tristeza de las tres en punto. Ese saber, ese sentir tan intenso de que por primera vez en mi existencia estuve a punto de perder a alguien en frente de mis ojos. De verdad en ese momento temía no volverlo a ver, a oír, a hacerlo feliz. Aquel miedo que alguna vez me hizo llorar, hoy me hacía sentir como el ser más completo y lleno de gracia del universo infinito como es.
Luego de unos meses, Scotty denuncio a su padrastro, volvió con su madre con la cual visitaba a su hermano mayor todos los días en el hospital, quién mejoraba con el pasar del tiempo. Aquel mensaje me hico recordar como de a poco, Scotty en algún lugar de mundo, es por fin feliz.
"Mensaje recibido." "Scotty: Siempre vas a ser mi estrella favorita".
Hola que tal, gente bonita, voy dejando por acá la tercera parte con estos pequeños grandes nuevos personajes!! c: Espero les guste y gracias en serio muchas gracias de corazón a todos los que leyeron!! *3* Kisses on the cheeks, Terry~
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Danny Aidem: Historia de la guerra más larga de mi vida.
Novela JuvenilEl mundo se precipitaba más rápido de lo que alguna vez imaginé, y la pequeña casa en la que alguna vez me escondí parecía caer sobre nosotros. Por primera vez, de verdad, estábamos solos. Danny se perdía cada vez que un telegrama llegaba y yo solo...