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Cuando por fin logramos ponernos de acuerdo con Chandler, las niñas iban a empezar a ir al jardín de niños. Austin ya tenía el lugar en el colegio asegurado y hoy era el primer día, para los tres. Chandler aún tenía una semana antes de comenzar a trabajar y yo, bueno, yo, estaba todo el día aburrida en casa.


Al no haber terminado la secundaria, como correspondía. No iba a conseguir un buen trabajo, aunque según Chandler no hacía falta, a mi me hubiera gustado colaborar con los gastos de la casa. Chandler siempre decía que con cuidar a los niños y hacerlo feliz a él, ya bastaba. Pero yo no me quedaba tranquila, más aún cuando me dejaban sola en casa, cuando me aburría esperando que llegaran todos de estudiar o trabajar.

La primera parada fue en el colegio de Austin. Caroline se quedó dentro del auto con Camila y Darcy, mientras Chandler y yo acompañábamos a nuestro hijo mayor a entrar en el edificio.

-¿Qué pasa si no hago amigos?

-Créeme, campeón, los harás.

Austin se mordió el labio inferior y bajó la mirada. Tenía los ojos llenos de lágrimas, tenía miedo a quedarse solo en un lugar completamente nuevo y diferente para él.

-Vamos, ya tienes que entrar -Chandler le dio un leve empujón apoyando su mano en la espalda.

-No quiero quedarme -me observó a mí.

Me puse a su altura y besé la punta de su nariz. Me abrazó al instante y murmuró algo que no pude comprender.

-¿Y si nadie me quiere?

Lo separé un poco de mí para decirle algo. El móvil de Chandler comenzó a sonar, así que se alejó de nosotros y atendió la llamada. Me quedé con Austin, tenía que animarlo y convencerlo de que todo iba a ir bien.

-Hijo, verás que hay muchos muchos niños que son nuevos como tú y puedes hacerte amigo de ellos -dije. Negó con la cabeza-. Va a estar todo bien, son solo unas horas, si pasa algo malo, al llegar a casa me dices y lo solucionamos, pero verás que será lindo, que hay muchos niños buenos, y que aprenderás mucho muchísimo.

-Quiero quedarme en casa con las mellizas -hizo morros.

Observé a Chandler que aún hablaba con alguien. Lo insulté en mi mente, debería haber estado ayudando, en vez de hablando por el móvil.

-¿Y si cuando salgas vamos a tomar un helado? Los cinco juntos -le animé.

No tardó más de dos segundos en sonreír. Cómo amaba verlo sonreir, era tan lindo y tierno a la vez.

-¿Ah, que dices?

-Vale, me quedo -me abrazó-. ¡Papá! -le gritó a Chandler.

Mi marido le dirigió una fugaz mirada y le sonrió. Volteó y siguió con esa maldita conversación que estaba teniendo.

-¿Qué le pasa a papá?

-Nada, está teniendo una conversación de la cual nunca vamos a enterarnos. Le dejas un beso aquí en mi mano -le tendí la mano y el besó la palma, la cerré como si estuviera guardando el beso para Chandler- y luego se lo doy.

Me sonrió y besó mi mejilla.

-Te quiero mucho, mami.

-Yo a ti, compórtate.

Asintió con la cabeza y salió corriendo para entrar al edificio detrás de todos los otros niños y maestras. Me incorporé y fui hasta donde Chandler. Abrí la mano donde "tenía guardado el beso de Austin" y le pegué una cachetada a Chandler.

-El beso de despedida de tu hijo -le dije antes de alejarme.

Lo sentí quejarse y luego se llevó la mano a la mejilla. Volví al auto y me senté en el asiento del copiloto.

La bella y la bestia #2 | chandler riggs.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora