Capítulo 1: Partir

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Veía el cielo cada noche imaginando que mi destino podía cambiar. Soñaba el día en que la noticia fuera que todo acababa y ya. Nunca pasó.

Tengo 18 años y nunca he conocido la paz. Vivo con mis dos padres y mi pequeño hermano, Dean. Hoy será el último almuerzo juntos, luego de eso debo partir a los campos.

Mi madre está triste, yo también claro, pero este es el destino que todo niño nacido en Kov tiene.

Kov es un país muy pequeño y pobre formado por una serie de altas colinas. Vivimos en ellas, una por familia de hecho, somos felices la mitad del tiempo.

-Annie, ven a comer- gritó mi madre con miedo. Me limité a estar en silencio, no quería que se molestara.

Tomé mi almuerzo en silencio y la mirada perdida. Mi madre lloraba. No. Era justo lo que no quería que pasara.

-Promete que escribirás cada semana- dijo mi padre para iniciar una conversación.

-Lo haré- Respondí evidentemente molesta.

-¿Papá, puedo retirarme?- dijo Dean.

-¡No!- gritó en respuesta. Mi madre se levantó de la mesa gimiendo y llorando y se fue a su habitación.

La seguí dejando a Dean y a mi padre en la mesa. Subí con preocupación las escaleras y la vi ahí, tirada en el suelo, cual muñeca de trapo. Me senté a su lado, me vio en respuesta y susurró unas palabras para mí.

-Cuídate, sé la niña buena de siempre. Ve y cumple con tu tarea. Vuelve sana y salva y haz feliz a tu madre.-Sonrió y me besó en la frente.

Esa noche lloré, lloré por el tiempo, por el destino, por el cielo que no volvería a ver de la misma manera. Lloré hasta que me quedé dormida.

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