Capítulo cuarto.

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Una chica de largos cabellos pelirrojos y ojos ámbar se encontraba revisado unos expedientes médicos, uno de los pocos recursos con los que contaba para realizar su labor.

Ella era Margaret Jones, una graduada en psicología y criminalistica.

Desde pequeña deseaba ser psicóloga, a los cinco años realizaba consultas a sus peluches junto a su hermano mayor Derek, esté le superaba por seis años.

Cuando creció decidió que quería ayudar a los demás de alguna forma, cualquiera.

Un día su vida quedo marcada.

Fue el día en que decidió, supo que no sólo quería dar consejos, deseaba tratar de "cambiar" a quién todos consideraban casos perdidos.

A partir de los doce de edad se mudó a un apartamento junto con Derek ya con sus dieciocho.

Ambos fueron madurando y al cumplir la mayoría de edad, Margaret se fue a un lugar independiente, no quería molestar a su hermano, pero la relación entre ellos no cambio.

Ella lo veía como su protector y el a ella como la pulga que no tiene altura suficiente para alcanzar la alacena.

Margaret ahora tiene diecinueve y gracias a su arduo esfuerzo, consiguió un doctorado y el abrir su propio consultorio.

Su hermano aún la visitaba, aunque últimamente estaba atareado.

Y como no, el tenía doble empleo.

Laboraba como policía en la mañana, pero también le gustaba hacer de detective privado.

El sonido del escritorio rechinar y el tic-tac del reloj en su mesa era lo único que la acompañaba cada madrugada.

La pelirroja suspiro con pesar, claramente casi ninguna de las personas que atendía iban con ella, aunque era de esperase.

¿Enserio un asesino le contaría sus pecados?

¿Creía realmente que un psicópata aceptará serlo?

¿Se arriesgarian acaso a terminar en un manicomio o en prisión?

Todas estas interrogantes tenían como respuesta un gran NO.

Razón por la cual no tenía mucha clientela.

Ella no cobraba caro por el servicio, apenas era una "ayuda económica", pero ni así, había días donde se levantaba sin un solo céntimo en la bolsa o el banco.

A pesar de ello, procuraba tener entusiasmo y dedicarse correctamente a lo que le apasiona.

Que lastima que de optimismo no coma el hombre.

Margaret solo tenía dos pacientes.

Una chica de once años que ya tenía cargando veinticinco intentos de suicidio.

Durante un atraco al restaurante de su familia vio a su hermana gemela morir de un disparo en el torax y ella también fue herida perdiendo la vista por la caída de vidrios en sus ojos, a estado en silencio desde entonces.

Sus padres fueron quienes la llevaron.

Y el otro era un hombre adulto con múltiple personalidad.

La desarrolló debido al maltrato psicológico que recibió en su infancia, por parte de su padre.

Aveces era el señor Thompson, un hombre de principios que trabaja en una empresa de seguros.

Luego era Mattew, un hombre con tendencias suicidas por la tristeza causada por la muerte de su amada.

Y en algunos casos era Matt, un hombre que por sus celos descomunales asesino a su esposa y la escondido en su sótano.

Avanzaba de a poco, pero si seguía así debería cerrar para siempre y seguir el consejo de su hermano de vivir con el y trabajar en locales estables.

No deseaba eso para nada, pero tenía una última esperanza.

En su desesperación pagó por publicar un anuncio de su consultorio.

Se hizo una promesa, si no iba nadie, abandonaría todo...
Pero, si alguien, aunque fuese una persona acudía por el anuncio, no se rendiría hasta haberlo curado completamente.
Y una promesa de Margaret Jones.

Era un juramento inquebrantable.

Psicólogo de psicópatas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora