Capítulo Primero.

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En un lugar donde la imaginación se une con el sadismo, existe un pueblo donde no te agradaría vivir.

Nightmare Paradise.

Este lugar es habitado por la mayoría de los asesinos más peligrosos, de esos que incluso se dice son meras historias de terror para no alarmar a la gente sensible.

Aunque ellos son llamados de distintas formas, el apodo más aceptado es Creepypastas.

Esta aldea se formó para que pudiesen ocultarse y "vivir" pacíficamente, la idea original era una gran casa o cabaña en el bosque, la famosa "Creepy-House", pero la idea no resulto ser muy buena, y menos aún cuando tu compañero de cuarto trata de apuñalarte, ahogarte o quitarte un riñón. Éste sistema resultaba más cómodo y era supervisado por el único responsable de ellos: Slenderman.

Todo había iniciado bien. Uno que otro pleito, pero dentro del estándar. Por lastima, la paz entré estas personas no es duradera...

Era otro día común en su hogar, el inexpresivo hombre de traje se intentaba relajar con un libro, a pesar de no tener ojos, boca o nariz conservaba sus sentidos sepa Zalgo como. Él trataba de olvidar el estrés que se le acumulaba día con día, y no era de menos, tan solo esa semana había cargado con nada más y nada menos que:

-25 intentos de asesinato.

-32 riñas.

-4 intentos de incendio.

-1 incendio.

-17 fracturas.

-Un fantasma semi-ahogado.

-Una demanda para ver quién se largaba de una casa. El chico máscara, el emo de la sudadera naranja o el pirómano de googles.

Y lo mejor de todo...

El costo de los servicios no se cubriría ni poniendo a sonrisitas a hacer fan service a $1000.00 la hora. Maldijo el día que se transformó en asesor de la bola de traumados solo por su supuesta imagen elegante y el hecho de ser alto. Después de todo, el seguía siendo un adolescente como la mayoría de los creepypastas.

La vida era injusta...

Primero su vida fue tan mala que intento suicidarse, luego apareció aquel tipo con aires de grandeza científica, adiós cara, para finalmente conocer a las personas más raras del mundo y terminar como su niñera.

Suspiro pesadamente y trato de volver a su lectura, al notar que no lo lograría decidió prepararse un café. Desde su cocina totalmente ordenada sirvió agua caliente en una taza y le agregó café instantáneo y azúcar. Volteo a ver el reloj y de pronto le inundo una sensación parecida a la felicidad y el alivio: Eran las 12:00 am. y no había venido nadie por ayuda, un reclamó o a curarse una herida mortal.

Quizá hoy sería diferente, quizá hoy podría relajarse, quizá hoy podría dedicarse a ese hoobie vergonzoso que ocultaba a los demás...

- ¡Slender!

Se dejó escuchar el gritó de uno de sus proxys seguido de un portazo. Era Toby.

"Hable demasiado rápido, parece que hoy no es mi día." -Pensó Slender algo desilusionado.

- ¿Ahora que hicieron? –Fue directo al grano, sabía que el chico de googles no había venido solo por té y galletas.

-Jeff--Ben--lago--duende semi ahogado--ven por favor. –Contesto rápidamente, también llendo al grano.

- ¿Otra vez Jeff trato de ganarle en la Nintendo?

-Nop, esta vez usaron el Play 3. –Contesto mientras tomaba del frutero una manzana y tras bajarse el bozal que usaba de máscara dejando expuesta la herida en la comisura de sus labios [la cual hacia visibles los maxilares del lado derecho de su rostro] empezaba a comérsela lentamente

-Ya voy –Comento en un suspiro desganado.

El alto hombre se resignó a dejar su taza en la barra y seguir al castaño quien rápidamente volvía a colocarse sus googles y bozal. El alto humanoide solo esperaba no hubiese sido nada grave, a Jeffrey le vendría una buena reprimenda.

Psicólogo de psicópatas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora