VIDA DESEADA

34 1 1
                                    

Vivir con todos los lujos y comodidades que se pueden desear en la vida, harían feliz a cualquiera, a cualquiera; menos a mí.
Una vez más me había equivocado, y mi abuela me lo había advertido:
¿De que serviría una vida llena de privilegios si al final no tienes con quien compartirlos?
Pero desde pequeño tenía afincado en la mente que era lo quería, y haría lo necesario para lograrlo, claro está, siempre de una manera legal.
Vivía en la ciudad más grande y con mayor plusvalía en el país, una zona residencial exclusiva, y con una arquitectura con diseño minimalista como siempre había soñado. De vez en cuando solía invitar a mis amigos a pasar un rato divertido mientras hacíamos asados y bebíamos algunas cervezas, pero luego de ello, que? Seguía estando sólo, bueno ni tanto, solía decirme a mí mismo, alegando que tenía a Skyper, mi pequeño buldog francés.
Skyper era el único que me hacía compañía, y se alegraba cuando me veía llegar en el coche, meneando su cola de un lado hacia otro.
De alguna manera estaba cansado de esto, ¿Y si llamaba a Jack y le invitase a pasar unas semanas acá? Pensaba. Pero luego desistía de la idea sabiendo que Él estaría ocupado con el trabajo, y que sería una suerte que Él no esté enojado conmigo.
Cada mañana solía levantarme temprano, y empezar mi rutina de ejercicios, comenzar con la maquina corredora y hacer 3 km diarios, luego seguir con la rutina de abdominales y posterior a ello piernas. Una vez concluido el ejercicio tomaba un baño de agua fría.
El desayuno, siempre equilibrado yogurt, frutas y granola; por alguna extraña razón no había contratado a nadie para el servicio de la casa, me gustaba hacer las cosas del hogar por mí mismo, creo yo que era porque me demandaba tiempo y de alguna manera no quería tener tanto contacto con personas ajenas a mí.
Algo en mi cabeza estaba rondando, me estaba convirtiendo en una persona apática y hasta medio amargada, los compañeros del trabajo lo habían dicho ya; no era sorpresa.
Solo me era posible hablar con una persona abiertamente, Angélica, ¿qué hubiese sido de mí sin ella? me pregunto, no tengo la certeza.
Aún recuerdo la última vez que estuve en el laboratorio observando el comportamiento de algunas muestras, latencia, pasaba por mi cabeza; que maravilloso sería eso.
¿Qué maravilloso sería qué? Preguntó Angélica.
No me había percatado de que había estado pensando en voz alta, y solté una carcajada; pues estaba pensando en la latencia - le dije.
¿Latencia? Preguntó Angélica.
Sí, respondí. Pues que sería maravilloso poder estar en un estado en el cual dejes todas tus actividades a un lado, que estés de cierto modo inactivado de todo, estar como dormido, como estando vivo pero a la vez no sentir.
¿Un coma? Argumentó Angélica.
Sí más o menos. Pero no del todo, porque en el coma se dice que puede haber la capacidad de oír, y pues creo que sería bueno descansar todos los sentidos, no sentir nada estando vivo. Le dije.
Mmm ¡Loco! - me dijo, inmediatamente dirigí mi mirada hacia ella, Angélica sabía que ese término no era de mi agrado, estaba en la lista que me ponían irritable a tal punto de dejar de entablar la conversación.
Disculpa, había olvidado lo mucho que te irritaba aquello - dijo Angélica.
Yo solo sonreí, no te preocupes- le contesté- ; pues si me enojase contigo no tendría ningún sentido seguir...
¿Seguir qué? Me pregunté, había dicho más de lo que debía, y quizás ella quisiera que yo terminase la frase.
Y aquello era lo que yo más quería. ¡Decirle que la amaba!
¿Qué la amaba? Sí, que la amaba; pues como no amar esa sonrisa contagiosa, el cabello lacio negro que tenía un aroma a frutas tropicales, seguro del shampo que ella utilizaba; que la amaba porque detrás de aquellos lentes se ocultaban unos ojos pequeñitos que emanaban un brillo que a muy pocas había visto yo, por no decir a ninguna.
Que la amaba por su personalidad chispeante y humorística, que la amaba desde que se había convertido en mi ángel de la guarda, sí, que la amaba.
Porque cada segundo junto a ella podía transportarme en el espacio donde solo estábamos los dos, no cabía nadie más, todo el mundo se hacía borroso, éramos los dos en un mundo mágico, aquel que algunos suelen llamar el cuento de hadas. Donde ella hacía honor a su nombre Angélica, como el ángel salvador que era para mí.
La amaba ya desde hace mucho, desde aquella tarde en la que se me acercó en la facultad de ingeniería y me preguntó si necesitaba ayuda. Sus ojos emanaban un brillo especial, una conjugación de virtudes que hasta ahora se me ha hecho difícil calcular: ternura, amabilidad, humanidad, amor, y muchos; muchos más.
Angélica como había llegado a amarla y en secreto, porque sabía que lo nuestro no podría ser.
- La relación entre colegas de trabajo no está bien visto - , me repetía ella una y otra vez; cuando observaba a algunos compañeros teniendo un amorío, y esas palabras se habían quedado en mi mente y no podía sacarlas jamás, quizás por ello no me había decidido a hablar aún después de tantos años.
¿Y entonces? Espero tu respuesta inquirió Angélica, no podrías seguir qué?
Mis labios se apretaron inmediatamente como mecanismo de defensa para que mi corazón no tomase control sobre la situación y se lo termine confesando.
Pues, que no tendría sentido... Emm, Pues, seguí vacilando, hsata que tomé valor:
Es que hay algo que me ha estado dando vueltas en la cabeza desde hace mucho tiempo, demasiado, diría yo y creo que es el momento de decirlo.
¿Qué es lo que había dicho? Razonó mi razón., pero ya era muy tarde.
Pude ver una ligera arruga entre sus cejas, casi frunciendo el ceño en señal de impresión por las palabras que yo le había dicho, su mirada cada vez más penetrante a través de esos lentes que le ponían el toque intelectual y elegante de la gran científica que era.
Su siguiente reacción me paralizó aún más, se acomodó en la silla, poniéndose en una posición cómoda, y tirando un poco la cabeza hacia atrás. Solo dilo- inquirió.
Tragué saliva, no sabía que esta vez el corazón me iba a ganar de nuevo, ¡Y yo que pensaba que ya lo sabía manejar adecuadamente! La miré y no podía creerlo, pero mi corazón empezaba a latir cada vez más. Las manos empezaron a llenarse de un torrente frío y a humedecerse poco a poco.
¡Estaba sudando frío!
No podía quitar la cara de espanto encima de ella, quien seguía mirándome atenta.
Una sonrisa ligera salió de sus labios, ¿lo dirás o te ayudo a hacerlo?
¿Acaso ella lo sabía? ¿Era tan obvio mi amor hacia ella? no podía entenderlo, pero sea como sea, eso me daba la pauta que ella también anhelaba escuchar esas palabras, así como yo quería decirlas.
Mis labios parecían tomar vida propia, podía sentir como poco a poco se abrían para expresar las palabras que pasaban por mi mente. - No tendría sentido seguir aquí, porque desde hace mucho que te amo, y sé que suena loco todo esto, pero este sentimiento se empezó a hacer más fuerte, y más fuerte. Todas las situaciones, cada uno de los momentos; me permitió darme cuenta que eres la persona con la que quiero pasar el resto de mis días.
Puede ver como el brillo de sus ojos se hacía más intenso y sabía que ella estaba sintiendo la misma emoción que yo, por como ella abría los ojos por cada palabra mía pronunciada. Sabía que estaba disfrutando este momento.
Esta era mi vida deseada, quizás lo que siempre al final quise. Encontrar a esa persona que se hace parte de ti con el pasar de cada día, de cada instante. Angélica, ¡cómo te amo! Eran mis pensamientos.
Pude ver que como se aproximaba a mí, con la sonrisa más encantadora que jamás pensé verle en el rostro; se acercó muy cerca de mi oído y escuche en un susurro: - A mí también me pasa lo mismo -
Y por último me dio un beso en la mejilla, el más cálido que jamás pensé sentir.
Sabía desde antes por sus expresiones que mis sentimientos eran correspondidos, pero aun así me resultaba difícil de creerlo. Yo la amaba, y ella, después de todo, también lo hacía.
¿Esta era mi bendición? ¿Acaso había alcanzado el perdón de Dios? No podía entenderlo, pero si así era; la aceptaría.
¿Te parece si te recojo hoy a las ocho y media para salir a cenar? Le pregunté.
-Estaré esperando por ti- fue su respuesta. Mientras se alejaba para retornar a su labor en el laboratorio que quedaba contiguo al mío.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 22, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

CAMINO A CASADonde viven las historias. Descúbrelo ahora