Capítulo 2: Confianza

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Es como si mi dulce maestro no me hubiera conocido jamás. Me duele verle tan triste últimamente, pero, a la vez, me enfurecía que estuviera tan consumido por los celos como lo estaba ahora.
Llevo horas enteras devanándome los sesos, intentando idear una manera de ganar su confianza de nuevo. Eso es difícil incluso para un demonio como yo.

Hoy decidí comportarme especialmente cariñoso, sin excederme demasiado, cosa que molestaba a mi bocchan. Qué complicado es el amor humano...
-Maestro, le he preparado su pastel favorito, cubierto de dulce caramelo Funtom. Espero que le guste, señor.
-Gracias, Sebastian. Era lo mínimo que podías hacer... -dijo mientras me arrebataba el plato de las manos.
Suspiré, agarrándole suavemente de la muñeca.
-¿Sabes que estás precioso con esa mirada iluminada...? -acerqué mi rostro al suyo, sonriendo.
-Apártate de mí, Sebastian, ya me envenenaste lo suficiente con tu veneno -murmuró, serio. Al tomar una cucharada de pastel, se manchó los rosados labios de chocolate. Era una imagen adorable, ya que no se dio cuenta... Je, je, je.

Me armé de valor y le besé, limpiando sus dulces labios. Un intenso sabor invadió mi boca, mezclando el amargo chocolate con la dulzura de mi amo.
Escuché cómo la cuchara que tenía mi amo en la mano cayó al suelo, rodeándome con su brazo. Por un momento pensé que había olvidado su absurdo enfado, pero, al apartar mis labios, frunció el ceño, pidiéndome una cuchara nueva y reprochándome por mi conducta.

Estaba seguro de que a él no le importaba vivir esta clase de situaciones, pero por culpa de su carácter orgulloso era incapaz de perdonarme por las buenas. Tenía que reconocer que era ridículo tener celos por algo así, siendo parte de mi trabajo, pero mi maestro es muy cabezota; era casi imposible hacerle cambiar de opinión. Aun así, yo le amo con locura. Es la prueba de que un ser tan despreciable como yo es capaz de sentir lo que siento yo hacia este muchacho. Es una sensación un tanto extraña, pero impresionantemente fantástica. Tocarle y acariciarle con mis propias manos es un privilegio que nadie tiene, salvo yo.

Esa misma noche, al acostarle en su cama, le hice una complicada pregunta.
-Bocchan...
-¿Qué quieres? -bufó.
-¿Qué es lo que más desea en este mundo?
Se me quedó mirando, perplejo. Se detuvo a pensar un momento, carraspeando.
-¿A qué viene eso, si se puede saber...?
-Cualquier cosa que usted quiera... Cualquier cosa, yo se la daré -insistí.
-...Sebastian... No sé qué estás tramando, pero no me gusta ni un pelo -se giró hacia el otro lado de la cama, evitando mi mirada.
-Simplemente, quiero compensarte por el dolor que te causé. ¿Acaso no es un buen motivo? -murmuré, seriamente.
Escuché cómo soltaba una risita. Después de unos segundos carcajeándose, se giró de nuevo hacia mí, sonriendo.
-Ya veo, Sebastian, ya veo... -hundió la cabeza en la almohada-. Anda, déjame dormir, estoy cansado.
-Yo estoy cansado de no poder tomarle entre mis brazos, de no poder besar su cuerpo, de no poder respirar su mismo aire, intoxicándome con el olor de su alma... no lo soporto más -dije, incorporándome y encaminándome hacia la puerta-. Piénselo, maestro. Piénselo.
Justo cuando iba a cerrar la puerta, mi amo exclamó;
-Yo estoy cansado de que la vida sea así de dolorosa e injusta y de que sea tan patético de amar a alguien como tú.

Tragando saliva, cerré de un portazo, dando un puñetazo contra la pared del pasillo. ¿Por qué no me entendería...? A pesar de mis esfuerzos, no conseguía ganarme su amor de nuevo...

Estaba dispuesto a conquistar su corazón una vez más, y no me rendiría hasta conseguirlo.

Te Deseo Para Mí (CielXSebastian)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora