Capítulo 5: ¿Yo? ¿Semidiosa?

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Elena's POV

Estábamos en la entrada del instituto. Llevaba puesta mi sudadera y la maleta colgaba de mis hombros.

Nico seguía callado. No me había explicado nada de lo que pasó allí dentro. Sólo había dicho que lo siguiera. Y eso hice, contradiciendo todas las normas que mi madre me lleva diciendo desde que tengo uso de razón. Pero haber, si ese extraño te ha salvado la vida no pasa nada, ¿verdad?

Caminábamos en silencio. Cada vez que parpadeaba veía el maldito rostro deformado de esa cosa que consideraba mi peor enemiga.

Mis manos temblaban de pavor aún, aunque las escondía en el bolsillo de mi sudadera. Estaba harta de comportarme como una débil. Estaba harta de mí, también, pero sobre todo de lo primero mencionado.

He sido débil toda mi vida. Lo único que me ha causado eso es la soledad y ser el hazmerreír de este maldito instituto. Ya no más... O eso intentaré...
No, lo haría.

Estaba tan sumida en mis pensamientos y en intentar hacer desaparecer esas horrorosas imágenes que, cuando Nico paró, ni me inmuté y me choqué con su espalda.

- Ahg, perdón. - dije sobándome la nariz, en la cual me había dado un buen golpe.

Él sólo me miró de refilón y se encogió de hombros.

No me di cuenta de que lo había dicho en español.

- Quiero decir... Lo siento.- dije lo mejor que pude.

- No importa.- dijo con un peculiar acento de una manera muy breve.

Ni me había percatado de su acento hasta hora. ¿De dónde sería?

Él se sentó en un banco y palmeó al lado de él para que me sentara.

Lo hice, pero como soy asquerosamente tímida con el sexo opuesto, lo hice a un palmo de distancia.

Aunque parece que ni le importó.

Hubo unos minutos de silencio. El tenía la vista fijada al frente. Parecía concentrado en la papelera que había a unos diez metros de distancia de nosotros. Cualquiera diría que intenta utilizar la visión rayos X o algo.

Empecé a juguetear con mis dedos, incómoda. Él no hablaba... Y yo me estaba impacientando.

Abrí la boca, empezándome a girar para que me explicara qué coño había pasado allá.

- Tengo que decirte algo... - dijo lentamente y arrastrando la última palabra, como si no supiera qué decir.

Las palabras se me quedaron atravesadas en la garganta y carraspeé un poco para poder hablar con normalidad. Volví a mi posición inicial en el banco... Mirando hacia el suelo, fijándome en los erretes de mis deportivas.

- ¿Qué?-  repitequeé mis uñas contra la madera del banco.

-Se que nunca nos habíamos visto antes ni nada... - titubeó unos segundos - Pero eres adoptada. - me dijo mirándome con esos ojos tan oscuros.

Tardé unos cuantos segundos en asimilar eso, intentando traducirlo en mi mente.

Entonces lo miré ceñuda y enfadada.

Me levanté, seguramente estaba roja de la ira, pero en ese momento no me importó.

- ¿¡Quién te crees que eres para decirme eso!? ¡No eres más que un emo raquítico que intenta hacer sentir mal a los demás sólo para no sentirse tan mal consigo mismo! - todo eso lo dije muy rápido. Mis manos se movían frenéticamente, gesticulando como una loca y sintiendo mi cabeza bombear sangre a mis mejillas por el enojo.

Sacrifice (Nico di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora