El orígen de la confianza y la desconfianza.

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Pasarían varios días hasta que volviese a ver a Edward nuevamente.

En la oficina nos habían informado acerca de su repentino y complejo viaje de negocios.
Eso no me habría molestado,si se hubiera tomado la molestia de descolgar el auricular cada vez que lo llamaba-en vez de que me saltara el contestador-o quizás si él me lo platicaba la noche anterior a tener sexo,ó, al menos,un texto.En esas instancias,cualquier cosa valía.
Algo sencillo,un detalle y muestra de interés.Una clara señal de que todo seguía su curso de un modo normal.Después de todo,él y yo estábamos...saliendo,¿verdad?
Sea como fuere,no podía ponerme en contacto con él de ninguna forma y era eso,lo que lentamente,me iba carcomiendo por dentro.

Pero no fue,hasta una mañana en la que escuché a las cotillas de las recepcionistas hablar con algunas oficinistas en el horario de almuerzo.
Me senté alejadas de ellas-tanto como me fue posible-pero sus voces parecían hacer eco con fuerza a cada cosa que decían.
Yo había llevado un pequeño tupper con algunos vegetales y algo de la noche anterior.Por supuesto,mis dones de chef profesional,no destacaban en la soledad en la que me encontraba-menos si no tenía a alguien a quien agasajar-y todo cuanto consumía,era para calentar en el microondas.

-Oigan,¿ya se enteraron del rumor del bombonazo de nuestro jefe?-la voz chillona pertenecía a Claudia una de las más molestas y cotillas de las recepecionistas que me haya cruzado em mi camino.
Su voz y tono agudos eran fácil de distinguir y también,de recordar.Quizás mucho más que su rostro.

-No claudia,dinos,¿qué es?-todas pararon las orejas ante el suspenso que claudia generaba a cada paso.

-Se comenta que edward está de viaje de negocios...-

-Gran cosa.Eso ya todas lo sabemos-se quejó bufando Sandra.
Una oficinista amargada y mejor conocida por todos en archivos como  "la solterona prehistórica".
Los comentarios negativos de su inexistente situación amorosa,lejos  de desagradarle o siquiera irritarle,parecían no generarle nada en absoluto.

-Espera,déjame terminar-hizo un gesto con la mano,y tras una larga pausa,continuó-sí,de viaje,pero nada más y nada menos que con Jennifer,¡su esposa!-claudia chasqueo los dedos.
El rostro de todas mostraba una gran e inesperada sorpresa.
Mientras que el mío,muy por el contrario a los suyos,había empalidecido.

-¡Aguarda!-la interrumpió patricia observando cautelosamente hacia ambos lados,para luego inclinarse hacia adelante,con un tono tan bajo como,si de una confidencia se tratara y preguntar - ¿Jennifer Pennwise?
¿La super modelo australiana?

-La misma-concluyó claudia antes de darle un leve mordisco a su ensalada caesar.

Al escuchar aquello,no pude evitar dar pequeño un respingo y un grito ahogado,atragantandome así con los bocados de comida.

Todas se voltearon a verme.

De saber que sería eso lo que escucharía,desearía nunca haber estado allí.A esa hora,y en ese  preciso y maldito momento.

-Alice,¿estás bien?-preguntó patricia,una de las oficinistas,estirando su mano para acercarme una servilleta-

No sabía si con ella quitarme los pequeños restos de comida o las lágrimas que amenazaban en cualquier momento con salir.

Si salía de allí corriendo sin ningún tipo de explicación lógica-como tenía en mente-solamente lograría quedar en clara evidencia.

-El bife estaba un poco difícil de digerir-mentí señalando la porción dentro del tupper.

La gran mayoría rió de buena gana ante mi excusa.Todas menos sandra.Quien sólo se dedicó a observarme detrás de sus gruesos lentos con una fría expresión.

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