Uno

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Al igual que la mayoría de sus compañeros, Charlie Gutiérrez no podía esperar a que la clase del profesor Jackson McKenna terminara.

Usualmente, la clase del profesor McKenna no duraba más de dos horas, pero ese día no. El buen profesor parecía excepcionalmente entusiasmado, y con toda la intención, puesto que las cosas de las que hablaba tenían poca relevancia con respecto a la asignatura en sí.

Estaba atormentando deliberadamente a los alumnos, concluyó Charlie.

Por dos meses, los estudiantes del segundo año de la maestría en arquitectura de la Universidad de California en Los Ángeles, habían estado compitiendo unos contra otros por el codiciado puesto como pasante en la firma de Diseños Huxley, uno de los estudios de diseño y arquitectura más innovadores y de mayor crecimiento en la Costa Oeste.

Las horas habían sido largas y la presión insoportable, pero Charlie estaba determinada a hacerse con la pasantía. Ahora, luego de casi ocho semanas de competencia, el profesor McKenna finalmente anunciaría a los cinco finalistas. El lado positivo era que su decisión estaría basada en los diseños entregados. El lado negativo era que su decisión estaría basada en los diseños entregados.

Charlie mordió su lápiz. Era buena en lo que hacía, la arquitectura era su vida. Aún así debía admitir que, aunque tenía talento, podía mirar a su alrededor en el salón y fácilmente escoger a diez estudiantes igual o mejores que ella. La competencia estaba reñida y Charlie no esperaba menos en una universidad como UCLA. El ambiente era el que buscaba para probar sus límites y lo había logrado, dejando atrás a la adolescente tímida y callada que solía ser para convertirse en una joven determinada y muy competitiva.

Se había esforzado mucho y había puesto todo su corazón en su trabajo. No tenía por qué dudar de sí misma. Había seguido adelante, incluso cuando muchos de sus compañeros de clase habían fallado. Éste era su sueño: La oportunidad de trabajar para un genio del diseño como Blair Huxley solo sucedía una vez en la vida.

Charlie frunció el ceño recordando la investigación que había hecho sobre el arquitecto.

Obtener información sobre el señor Huxley había probado ser más difícil de lo que imaginó al principio. Más bien parecía que Blair Huxley era un tipo escurridizo. Más allá de los proyectos que había encabezado, había poca información disponible sobre él. Nada de fotos, desconocía su edad, y no encontró ninguna información sobre lo que había hecho antes de convertirse en una estrella en ascenso en el mundo de la arquitectura en California.

Probablemente era un viejo verde, pensó Charlie.

Pero viejo verde o no, eso era lo de menos. La única preocupación de Charlie en aquel momento era lograr poner un pie dentro de un estudio de renombre como Diseños Huxley. Si lograba hacerlo, tendría garantizada la entrada a cualquier firma importante una vez que se graduara de la universidad el año siguiente.

—Sé que todos están ansiosos por conocer el resultado del concurso luego de semanas de trabajo duro, sudor y probablemente lágrimas, —Charlie escuchó decir al profesor McKenna, e inmediatamente dirigió toda su atención hacia él. —Pues bien, les cuento que escoger solo a cinco estudiantes de una clase de 200 probó ser una tarea bastante difícil pero de alguna forma nos la arreglamos. Ahora, antes de continuar, quiero decirles que todos ustedes en esta clase son unos artistas muy talentosos. Algunos de los más talentosos que he visto en mucho tiempo, pero hace falta mucho más que talento para ser reconocido en este negocio.

El profesor se ajustó las gafas y recorrió el salón con la mirada. Cuando sus ojos se posaron brevemente sobre Charlie, la chica no pudo evitar removerse un poco en su asiento.

La Aprendiz (Serie Collide 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora