CAPÍTULO 5

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Una tarde como otra cualquiera, así, sin tener nada de especial, de repente cambió a un rumbo de 360 grados y lo fue.
Oí el timbre y al darme cuenta de que yo era la única persona que estaba en mi casa decidí abrir la puerta, más por curiosidad que por educación. Y bendita sea la curiosidad!
Era él. El chico del cual no podía aguantar ni cinco minutos sin pensar en él.

-Qué vienes a pedirme sal o algo parecido?-bromeé, como la mayoría de veces que hablábamos-.

-Esa excusa he preferido guardármela para otra ocasión-me dijo riendo, otra de las muchas cosas que me encantaban de él, su risa, era como una banda sonora para mí, como mi canción preferida, de la cuál nunca quería dejar de escuchar -Verás, es que me he dicho a mí mismo: qué mejor que visitar a la chica a la que le tiré los libros el primer día! Así por lo menos, aprovecho que somos vecinos y te pido disculpas haciéndote reír tarde tras tarde.

-Anda, pasa idiota, mi hogar es tu hogar señorito torpe.

-Oye! Que lo hice sin querer! No sé cuantas veces te tendré que pedir disculpas para que las aceptes...-dijo tristemente, aunque sabía que mi comentario no le había ofendido-.

-Qué pasa que ahora también actuas o qué teatrero? Deja de imitar a un cachorrito abandonado y entra de una vez por todas, o te tendrás que someter a un portazo en la cara-dije vacilando, aunque lo pareciese ante aquellas situaciones, ningún comentario hacia él iba en ofensa, pero de vez en cuándo me gustaba vacilarle de broma-.

-Está bien, rubia -y entró, mientras yo a espaldas suyas sonreí de oreja a oreja, no quería que me viese tan débil ante él, no almenos tan pronto, prefería sonreír a escondidas, era más tentador-.

~

Mientras lo dejé en el comedor enchufando la play station, fui a la cocina a preparar sandwiches de nocilla, pese a que lo conocía alrededor de unas dos semanas solo, ya sabía que eran su especialidad.

-A qué juego vamos a jugar? -murmuré con los labios llenos de chocolate-.

-Deja que nos hagamos los sandwiches primero que tengo la boca echa agua solo de verte nocilla en los labios-dijo sonriendo, a lo que añadió-:
Te parece bien al call of duty?

-Pues claro, me encanta jugar a ese juego, aunque te confieso que no se me da de maravilla.
Y estaba en lo cierto, descubrí que Hugo me daba palizas jugando a la play, pero solo por las risas que nos echamos valió la pena.

Amor al borde del abismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora