Lo miré fijo por unos cuantos segundos... no puedo entender como alguien así puede ser mi padre. Cómo mi madre pudo amar a esta basura.
—Ya no más, Jeremy — le dije.
Él sonrió de costado y se acomodó mejor en su silla.
— Creo que va a ser mejor que pienses en el bien de tu madre. — me habló.
Ahora yo sonreí de la misma manera torcida y perversa que él.
— Ya no puedes hacerle daño — le aseguré. Su sonrisa se desvaneció lentamente.
— Dime — dijo mientras se ponía de pie – ¿Qué te llevó a tu madre? – no contesté y solo me dediqué a mirarlo fijamente — Sé que esa jovencita con la que estás últimamente consiguió el número de tu madre...
— No es ninguna tonta... ya sé que intentaste manipularla ayer, no te funcionó ¿verdad? – reí levemente — Ella no es como las demás. Ya no tienes poder sobre mí. Se terminó.
Se puso de pie y salió de atrás de su escritorio. Se acercó a la biblioteca y comenzó a mirar los libros que allí estaban. Él podía llegar a ser tan cínico, tan frío... tan distante. Luego de que mamá se fue aprendí que lo único que podía recibir de Jeremy Bieber eran órdenes y amenazas. Se giró a verme y volvió a sonreír.
— Voy a demostrarte que puedo ser generoso, Justin – dijo y volvió la mirada a los libros – Tienes un poco de tiempo para jugar a 'la casita' con la ramera de tu madre...
— Bastardo – lo interrumpí — Ella no es una ramera.
— No me interrumpas, hijo, sabes que no me gusta – respiré profundamente tratando de no perder el control – Como te decía, tienes un tiempo para jugar a 'la casita' con tu madre y divertirte con esa muchachita.
— Sabes que ya no es cuestión de tiempo... se terminó, Jeremy, ya no más amenazas estúpidas y ese tipo de cosas — dije.
Volvió su vista a mí, se notaba que ya estaba perdiendo la paciencia.
— ¿Sabes? Sé a qué jardín va Jazzy – me paralicé y mi cuerpo se tensó – Es una niña muy linda, se parece a tu madre. Le gustan mucho los dulces, ella me lo ha dicho.
— Gusano — musité por lo bajo.
— Por eso mismo, hijo, piénsalo bien, hijo... no me molesta que estés con la hija de Gina Levine, una pequeña diversión no te viene mal... pero lo mejor va a ser que dejes de la loca idea de estar cerca de tu madre y de ese infeliz – sonreí ante la forma en que llamó a Ben.
Reí divertido y él me miró con furia.
— Padre, padre, padre — dije calmando mi risa — No sé si has visto a tu alrededor últimamente pero, si no, aquí tienes una noticia: YA NO ME CONTROLAS ni CONTROLARÁS.
— No estés tan seguro de eso — dijo apretando los dientes.
— Puedes meterte tus amenazas en donde más se te acomoden — le dije con una sonrisa.
— Puedo hacerlo mucho mejor, hijo, te sorprenderías.
— ¿Sabes? — dije sin dejar de sonreír — He visto cómo está mamá... y debo decirte que alejarla de ti ha sido lo mejor que has podido hacer en este mundo. Así que, sin rencores... papi, todo está bien. Ben le ha dado todo lo que tú jamás pudiste darle en la vida – lo vi ponerse rojo del coraje, y eso me llenó de satisfacción – Cuidado, papá, creo que estas a punto de tener una embolia. Cuídate, ¿sí?... ya estás viejito, no debes pasar corajes.
Quise echarme a reír ante su notorio enojo, pero traté de controlarme... pero es que juro que se me hace imposible.
Este infeliz tiene que pagarme una y cada una de las que me ha hecho.