Prohibida tentación

Capítulo dos: "Conociendo mis adicciones."

                                                                                                                                                          23 de febrero

 

Me había dormido en ese auto, mientras los oficiales me llevaban a un lugar que realmente no me importaba, ni si quiera pregunté, ya no me importa si me sucediera algo malo, mi vida ya no es la misma, fueron creo dos horas de viajes hasta que sentí el auto estacionar y me levante de los asientos y mire por la ventanilla una casa gigante, al parecer se trataba de un orfanato, bajé del auto ya que me habían indicado a que lo hiciera y entramos junto a los oficiales, a todo esto yo no decía ni una palabra, entramos a una especie de oficina la cual se encontraba una mujer rubia, bastante apuesta y joven sentada en su escritorio, entré y los policías se retiraron y cerraron la puerta, me quedé estática sin saber que hacer parada a un lado de la entrada.

-Hola pequeña... Luna Taylor, soy Zoe Griffin encargada de este lugar y de la vida de los niños sin hogar, sé perfectamente por lo que estas pasando y debe ser muy duro. Quiero saber lo que piensas así que, te escucho.

Parecía que estaba de broma esa mujer "Quiero saber lo que piensas así que, te escucho", imbécil, pienso que eres una perra imbécil, en este momento no puedo pensar en nada. -pensé-

-Bueno, como sea -acotó ya que no le respondí- ¿Sabías que tu madre antes de morir acudió a este lugar para que buscáramos a tu padre? ¿Lo sabias? -sorprendida negué con la cabeza- Lo encontramos, al parecer él quiere hacerse cargo de ti y... -la interrumpí-

-No quiero.

-No importa lo que quieras, vas a tener que vivir con él -la interrumpí nuevamente-

-No quiero.

-O bien... -hizo una pausa- como última opción si no se llevan bien puedes vivir aquí. -se levantó de su silla y caminó hacia mi- Este es un orfanato para recibir a todos los niños, "Niños felices" fue creado para que justamente tengan un hogar...

-No quiero vivir acá tampoco, número uno este puto lugar debería llamarse "niños infelices" Ningún niño es feliz en un orfanato -hizo una pausa- perra, y número dos no soy una niña.

La mujer se quedo mirándome paralizada, luego sacó una regla larga de su escritorio, caminó hacia a mi y me pegó en la cara, dejándome una franja roja. Yo me quedé mirando enojada, estaba a punto de golpearle y devolver lo que me había hecho pero la puerta de entrada se abrió y cuando giré a ver qué era me quedé helada.