Narra Dai
En cuanto entramos en la casa vimos la carta, iba para Ro pero en cuanto la abrió y comenzó a leer se dio cuenta de que en realidad era para los dos. En cuanto terminó de leerla nos asustamos.
Nos convocaban a los dos ante el consejo y eso no era muy bueno. La única idea que se me ocurría para que nos llamaran era que habían descubierto lo nuestro y aunque ya no podían separarnos podían crearnos problemas.
Nos habían llamado para la reunión de la noche y tuvimos que esperar hasta entonces. El día se hizo demasiado largo, las horas no pasaban.
En cuanto íbamos para allá cada vez me costaba más concentrarme. No paraba de darle vueltas a miles de cosas sin quedarme en una mucho tiempo. Cada vez estaba más nervioso, pero entonces sentí su mano y todo mi cuerpo se relajó.
No había preocupaciones si estábamos juntos y cuando me cogió la mano mi mundo se volvió sólo ella. Por dios, estaba completamente enamorado de esa cabezota y malhumorada chica.
-Estoy enamorada de esa estúpida sonrisa tuya Dai.
-Pues que sepas que esta estúpida sonrisa es por usted señorita.-dije eso dándole un beso en la mano.
En cuanto lo hice comenzó a reírse y entendí que su risa era la mejor del mundo. Todos nos miraban, éramos el cotilleo del pueblo en esos momentos pero no me importaba así que seguimos nuestro camino, pero esta vez sin preocupaciones y cogidos de la mano.
Llegamos a nuestro destino un poco tarde y fuera nos estaban esperando el grupo de los sabios. Al parecer dudaban de que fuéramos a ir porque sino no entendía que es lo que estaban haciendo.
Entramos todos juntos y mientras que ellos se colocaban yo me quedé mirando a Rocío. La vi nerviosa, pero la a la vez estaba firme. Era increíble lo fuerte que era y eso me tranquilizaba tanto que no me di cuenta de que todos estaban ya sentados hasta que Danzo habló.
-Bienvenidos todos a esta reunión extraordinaria del consejo pedida por Samuel para llevar ante todos la relación entre Rocío y Daniel.-en cuanto dijo eso empecé a enfadarme muchísimo.
-¿Que vais a hacer que?-dije sin cortarme.
-Vamos a juzgar si vuestra relación es adecuada o no.-dijo Samuel mientras yo comenzaba a reirme-¿Que te hace tanta gracia Daniel?
-Tú, esta situación. ¿Crees acaso que lo que tu me digas va a afectar mínimamente a nuestra relación?
-Somos vuestros jefes nosotros decidimos por vosotros.
-Vuelva a decir eso y esta muerto.-dije acercándome poco a poco a ellos y haciendo que el aire se moviese- Ustedes no mandan en mi vida y ya lo deje claro cuando llegué aquí.
-Nosotros somos quien decidimos acerca de lo que tu haces Daniel.
-¿Seguro? Porque si van a hacer eso me voy. No soy el juguete de nadie y menos de un grupo de persona que quieren controlar mi vida. Porque que quieres que les diga, yo avisé antes de decir que me quedaba, mi vida es mía y sólo mía. Además, queridos señores, que yo sepa a ustedes no les controlaron jamás con quien debían ir, ni de quien debían enamorarse. Así que, mi pregunta es esta. ¿Por que ustedes si van a hacerlo conmigo? Sería muy hipócrita por su parte.
-Rocío es una luchadora elite, sobre ella si tenemos poder de decisión Daniel.-dijo una de las pocas mujeres que había.
-En eso se equivocan, renuncié a mi puesto hace unas semanas por lo que en estos momentos soy una luchadora corriente por lo que ustedes no tienen derecho a decidir por mi.-dijo Rocío acercándose a mi y poniéndose a mi lado.
-Eso tengo que ratificarlo señores, es lo que he estado intentando comunicarles pero que ustedes siempre me han cortado.-dijo Danzo hablando por primera vez.
-¿Como has permitido hacer eso a tu hija Danzo? Menuda deshonra.-dijo Samuel.
-Eso si que no permito que lo digas Samuel. Por mucho que fuese una guerrera de elite es mi hija primero y todos nosotros hemos sido guerreros de elite, y te recuerdo que tu estas en la gran mayoría de las personas que están aquí que lo dejó por el amor de su vida y por formar una familia. Así que no me digas que mi hija ha hecho mal y que es una deshonra para mi o mi familia por que ni lo es ni lo será nunca. El amor no nos hace débiles Samuel, al contrario, nos fortalece y nos da una razón para luchar con más fuerza. Es más, aquí tenemos al hijo de los mayores guerreros que hemos tenido nunca y que dieron su vida por proteger todo lo que ellos querían.
El silencio se extendió por toda la sala y las personas se quedaron calladas mientras Danzo y yo nos quedábamos mirando fijamente.
-Hoy más que nunca necesitamos creer en los jóvenes que nos protegen y sobre todo creer en el amor que los moverá. Somos seres humanos con miles de miedos y problemas a los cuales lo único que les da fuerza es la envidia y el amor. Y sinceramente prefiero el amor como base de todo antes que la envidia.-continuó Danzo mientras Rocío me daba la mano- Soy el primero que es algo rehacio a esta relación porque es mi hija la involucrada y como todos sabéis es la razón por la cual hoy estoy aquí delante de todos. Pero no es por otra razón que la felicidad que veo en sus ojos cuando esta junto a Daniel. Y por eso se que a ellos este amor les está haciendo más fuertes y sólo necesitáis verlos para descubrirlo. Se protegerán el uno al otro.
El silencio en la sala se hizo mucho más profundo que lo que había sido antes. Pero sobre todo me centre en lo temblorosa que estaba Rocío con las palabras de Danzo. Así que cogí más fuerte su mano, la besé en la frente y di un pequeño paso al frente sin separarme mucho de ella.
-Danzo tiene razón, se que muchos de ustedes creeran que soy un niñato aún. Pero se muy bien que daré mi vida porque ella este bien y que sin ella mi mundo no existe. Y se que muchos de ustedes están casados y sienten lo mismo por sus parejas ¿Acaso eso le has hecho más débiles a ustedes? No, ¿verdad? ¿Entonces porque debería hacernos más débiles a nosotros?
En cuanto terminé de decir todo aquello un montón de voces comenzaron a superponerse unas con otras mientras que Rocío y yo esperábamos una respuesta.
-Estamos de acuerdo todos que estos dos chicos merecen ser felices y son una pareja bien recibida por este consejo. Y con esto se cierra esta reunión.-dijo Danzo tras un buen rato de voces superpuestas.
El alivio llegó a mi en cuanto terminó de decir aquello y lo único que hice fue abrazar a Rocío como jamás lo había hecho.