Capítulo 5

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  Podía escuchar como la lluvia impactaba contra el piso, e imaginarme el olor a pasto mojado que tanto me gusta. De chica amaba mirar por la ventana abierta y pasar horas viendo como caían las gotas que me salpicaban suavemente mi rostro al caer, mientras me imaginaba una vida sin tantas desgracias. Aún tengo los ojos cerrados y estoy discutiendo conmigo misma en si me levanto o no.

  Decido despertarme y miro el reloj, eran las 8:30 y Karen aún dormía. Agarro mi ropa en silencio para no despertarla y voy al baño a ducharme y cambiarme. Hoy elegí un jean ajustado y una musculosa gris que dejaba ver un poco mi escote, no hay muchas remeras que logre que tapen por completo mi pecho, pero no me hago mucho problema, pienso desayunar solamente acompañada de mi libro favorito (After), y una buena taza de café, de verdad lo necesito luego de la loca noche de ayer, me ha costado dormirme y necesito cafeína que corra por mi sangre.

  Agarro mi bolso con un poco de dinero y mi libro, lista para ir en busca de alguna cafetería bonita. Le dejo una nota en la mesa a Karen diciendo que fui a desayunar y que pronto volvía.
  Cierro la puerta con cuidado para que no haga ruido y comienzo a bajar las escaleras, pude a ver tomado el ascensor pero creo que me irá bien un poco de ejercicio. Al llegar a la recepción del hotel veo a un maldito dios griego riéndose, está tan guapo como siempre. No tardó mucho en darse cuenta de mi presencia, lo saludo con la mano y decido seguir mi camino.
  -Oye espera. ¿A dónde vas?- Evans vino corriendo hacia mí.
  -Iré a desayunar, ¿sabes de alguna cafetería que pueda ir?
  -Sí, pero solo te lo diré si me dejas acompañarte.- Me mira con una sonrisa traviesa que si no la borra ya de su rostro me va a agarrar un tic nervioso.
  -Es que de hecho prefiero ir sola, ya sabes mi libro y yo.- Le espeto acordándome de la noche anterior y no puedo evitar sentir un cosquilleo en mi estómago al recordar sus labios posados en los míos.
  -Vamos déjame acompañarte.- Asoma un puchero entre sus labios y largo un suspiro derrotada por aquella tentación y accedo ir con él.
  Pude ver como en dos ocasiones se le ha ido la vista hasta mi escote y decidí subírmelo hasta donde más pueda. Ha pillado el acto y se ruborizó.
  -Vamos caminando, tengo un paraguas en mi camioneta.
  Nos dirigimos a la camioneta y luego caminamos mientras charlamos de los libros que nos gustan. Para mi sorpresa coincidimos en varios y no me puedo creer que le guste la lectura tanto como a mí.
A leído Orgullo y prejuicio y le ha encantado, también leyó varias sagas del mejor autor del género de terror, ni más ni menos, Stephen King, me contó que recientemente termino de leer Doctor sueño.
  Nos detenemos en una cafetería que parece ser muy lujosa, me llama la atención ver a mucha gente con un libro entre las manos o apoyado en la mesa.
  -Aquí vengo cuando quiero leer. Es un lugar que esta hecho especialmente para lectores como nosotros. Cada tanto, por la noche vienen escritores a mostrar su novela y se juntan muchas personas.
  Leo el nombre, "Lisez Votre Histoire", tenía un bonito nombre francés que si no me falla el curso corto de francés que he tomado, dice lee tu historia. Era bastante espacioso y había fotos remarcadas de escritores famosos que han ido al lugar.
  -Es bellísimo el lugar.
  Tomamos asiento en una mesa al lado de la ventada. El pidió un café con croissant para compartir y yo un café grande con crema.

    -Te encantará, es un dulce francés.

    -Confío en ti.- Largo una risilla.
    No aparta la vista de mis ojos, y no me molesto por ello ni me pongo incómoda. Es un placer poder observar sus ojos azulados con una pizca de celeste muy claro alrededor de la pupila, tiene unas pestañas abundantes, y una mirada que decía mucho y al mismo tiempo nada, eran unos ojos impredecibles pero tan predecibles al mismo tiempo.
  Mientras trato de descifrar su mirada me despierta de mi trance un mensaje de August. Me late rápido el corazón y me apuro por leer lo que me ha puesto. Leo: Cariño ayer estuve en lo de unos amigos y no he escuchado sonar mi teléfono. Luego te llamo. Te ama August.
  Siento que algo anda mal, siento que me oculta algo y este mensaje lo deja muy en claro, pero no puedo decirle nada, he besado a otro y no sé cómo se lo diré.
  -¿Estas bien? ¿Qué decía el mensaje?- Me quita de mis pensamientos.
  -Era August, me ha dicho que no me ha cogido el teléfono anoche porque estaba en lo de unos amigos.- Siento como se me arruga mi frente al pronunciar esas palabras.
  -Puedes contarme lo que sea lo sabes ¿no?- Toma mi mano entre la suya y esta vez no se la aparto.
  -Claro gracias.- Trato de poner la mejor sonrisa que tengo para que no se preocupe pero lo único que me salió fue una mueca.
  -Esto esta riquísimo ¿cómo dices que se llamaba?
  -Croissant. Me alegro de que te guste.- Deja pasar un segundo cuando retoma.- Con respecto a lo de anoche...- No deje que terminara de pronunciar las palabras cuando le tape sus carnosos labios con la mano.
  -No hay nada que decir.- Le espeto tranquilizándolo.
  -Tienes novio y eso quizá te ha puesto incómoda y no quiero que te sientas así. Esperé ese momento desde que te vi cruzando la puerta del avión con tu amiga para sentarte tres asientos atrás del mío, tenías una cara de pánico que la podía notar hasta un ciego. Ayer te vi tan hermosa con ese vestido que no pude contenerme las ganas de sentirte en mis labios.
  Me ruborizo ante esas palabras y un bucle se me cae de atrás de las orejas para posarse a unos milímetros de mis ojos. Acerca una mano hacia mi rostro y acariciándome suavemente retira el pelo. Cierro los ojos ante ese gesto y me muerdo el labio inferior para retener el suspiro ante su caricia.
  -Te gusta que te toque ¿no?- Me dice con voz profunda que hace que se me pongan los pelos de punta.
  Asiento con la cabeza sin apartar la vista de sus labios cuando sin darme cuenta lo tengo a solo un centímetro de mi boca y entre abro mis labios dejando que pose los suyos sobre los míos, acariciando mi lengua con la suya muy suavemente. Ya sé que está mal, de hecho está muy mal, tengo novio pero no puedo resistirme ante sus caricias jamás he sentido una sensación así, siento un ardor dentro de mí que me hace que pida más de aquella dulce boca, ni August, el supuesto amor de mi vida, me ha hecho sentir esta rara pero hermosa sensación, lo que me hace dudar de mi amor por él.
  Apartamos los labios a la vez y nos miramos con una suave sonrisa. Vuelve a acariciarme la mejilla con su grande mano.
  -Yo pago.- Me espeta.
  -De eso nada.- Saco la billetera del bolso lista para pagar cuando se apresura y deja la plata sobre la mesa corriendo mi mano aún sujeta a los billetes.
 -Gracias, en la próxima cita pagarás tú.
  A dicho ¿cita?, claro que lo ha dicho, pero no le contesto nada.
  Nos marchamos de aquel sitio y nos dirigimos hacia el hotel, apreciando el silencio que hay entre nosotros. No es desagradable si no que es lindo estar callados observándonos cada tanto mientras disfrutamos del paseo junto al otro.
  Al llegar al hotel, se despide de mí con un suave beso en mi mejilla y se marcha. Esta vez tomo el ascensor para dirigirme hasta mi habitación. Miro la hora en el celular y solo son las 10:30 pero Karen ya estaba despierta, se puede ver que se ha despertado hace poco, lleva su ropa para dormir y un cepillo de dientes en la mano.
  -¿Qué tal tu desayuno?- Me mira divertida y el pánico se apodera de mí. ¿Sabrá lo del beso?
  -Bien.- Digo tartamudeando.
  -Steve me contó que saliste a desayunar con Evans.- Se me abren los ojos como platos.
  -¿A si? ¿Y que más te dijo?
  -Nada más, espero que me lo cuentes tú.- Largo un suspiro ante su respuesta.
  Quiero evitar por un tiempo el contarle sobre el beso, bueno los besos. Es mi mejor amiga, y por esa razón no quiero que me mire mal o piense algo malo de mí, sé que nunca lo haría pero ante la duda prefiero esperar.
  -Explícame ¿cómo es eso de que Steve te contó? ¿A caso ahora ustedes se hablan?- La pincho y por primera vez la veo ruborizarse.
  -Sabes, creo que me gusta, quedamos hoy a la noche para vernos. Dile a Evans de venir a cenar con nosotros.
  -Espera, no puedo creer que la gran Karen Collins, se esté enamorando.- Largo una carcajada agarrándome el estómago.
  -Ya basta.- Me pega con la almohada, lo que desata una gran guerra de almohadones.

Voy a subir capítulos todas las semanas. ¡Gracias por leerla! Muchos besos y abrazos.


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