ÍNDIGO

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Lo primero que veo al entrar a mi casa, son las ventanas abiertas del salón que dejan entrar la brisa de la noche, moviendo las cortinas blancas.

Inhalo y exhalo una sonora respiración mientras cierro la puerta, me mudé hace un año y todavía no pierdo la emoción, amo esta casa con todas mis fuerzas.

Dejo las luces apagadas, me gusta como la luna llena ilumina el suelo de madera y los sillones violetas con cojines verde esmeralda, y voy en línea recta hacia la cocina totalmente equipada, a guardar los cereales, las pastas y las botellitas de agua. El vodka se queda en la isla. Dentro de poco voy a darle un buen uso.

Escribo *Comprar celular nuevo. en un papelito celeste, y lo pego en la heladera llena de imanes de colores que sujetan recordatorios de todo tipo. Me lo quedo mirando, y debajo de lo que escribí, agrego *Llamar Visitar a nana. Una llamada no alcanza.

Anoto todo lo que tengo que hacer, absolutamente todo. Desde chica tengo que ocuparme de muchas cosas a la vez, y otras simplemente se me olvidan. Así que es mejor tener todo anotado y listo.

Necesito un baño urgente. Un amplio pasillo iluminado tenuemente por pequeñas luces en las paredes separa la cocina, el living y el comedor, que están conectados entre sí, de la habitación principal, la habitación de huéspedes, mi estudio y el baño.

En mi habitación, me acuesto de espaldas sobre el cubrecama mullido verde petróleo de mi cama de dos plazas y me quedo mirando el techo blanco. respiro profundamente y observo las fotos que mandé a agrandar colgadas en las paredes color lavanda. Me gusta la fotografía y la idea de guardar el recuerdo de un momento lindo y repetirlo miles de veces, una y otra vez. La mayoría son de mi hermano y yo, en casa, en la escuela, de vacaciones, mi primer castillo de arena a orillas del mar y que por una ola se desarmó provocando mi llanto. Tenía ocho años y Esteban me compró un helado de chocolate para que me calme. Y si, me olvidé de la reciente pérdida.

Me siento en el borde del colchón y me levanto. Me tengo que duchar.

***

Una toalla negra envuelve mi cuerpo atlético y gotas de agua caen de mi pelo mojado, dejando su rastro en el piso de madera encerada.

El armario lleno de ropa colgada por colores, zapatos que van desde los deportivos hasta los de cócteles llenando toda una pared y cajones repletos de lencería cara, ocupa casi dos cuartos de mi habitación. Me gusta la ropa y cada vez que viajo traigo más y más. Todo lo que pueda traer en mis valijas sin sobrepasar el límite de peso en los embarques. Me visto con un corpiño gris con encaje y una musculosa del mismo color, pantalones cortos azul marino que dejan ver mis piernas y unas zapatillas converse blancas.

Simple para una noche tranquila en casa. Já.

Caminando por la sala me detengo frente a un espejo de cuerpo completo. Mi reflejo me devuelve la mirada y no me reconozco. ¿Quién es esa chica? Ladeo la cabeza y observo mi figura sumida en las sombras, mis ojos color whisky brillando. Recojo mi cabello castaño y húmedo en una coleta alta, despejando mi rostro pecoso sin maquillar.

¿Hay algo mal en mi? Sé que no vengo de una familia totalmente normal, yo no lo soy. Pero cuando mi hermano estaba vivo, lo era. Todo estaba bien si él estaba al final de mi día, era una especie de pilar cuando las cosas con mis padres no iban bien. Él era el preferido de mamá, yo solo nací para que papá no se fuera de casa. Y ese hombre siempre trabajaba, así que era lo mismo que no tenerlo. Esteban siempre estuvo de mi lado, éramos inseparables desde el punto de vista sentimental, aunque me llevase ocho años.

IMPOSIBLE / Milena Liz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora