-Narra ___-
Después de ayudar a mi madre a terminar con su maleta, fui al cuarto de mi hermana, a pedirle que se preparase su mochila, porque tenía intenciones de llevarla a la piscina a pasar la tarde. Después de dejar a Cristina preparándose sus cosas, fui a mi cuarto a prepararme las mías.
Nada más empezar a abrir los cajones, me di cuenta de que llevaba casi un año sin usar mi bikini, y no sabía si me iba a quedar bien, porque había engordado un poco desde el verano pasado. Empecé a buscar por todos los cajones en los que podía estar, pero nada, ni rastro de mi bikini, así que decidí preguntarle a mi madre, antes de que mi padre y ella se fueran de viaje.
-¡MAMIIIII! - grité - ¿Sabes dónde está mi bikini favorito? Ese que es rosa, y me ponía el verano pasado...
-¿Y qué tal si no me preguntas las cosas de lado a lado de la casa? - contestó mientras venía andando a mi habitación. - Y tú bikini está guardado en uno de tus cajones, en el de al lado de tus sujetadores. Si mirases más antes de preguntar... - suspiró.
Fui hasta el cajón, y efectivamente, ahí estaba mi precioso bikini. Sin importarme que estuviese mi madre en la puerta, me lo probé.
No me quedaba tan mal como me esperaba, lo único malo era que aun no estaba bronceada, y al ser un bikini de color flúor, se me veía un poco blanquita. Pero no era nada que no se pudiese arreglar con unos pocos días de piscina.
Terminé de prepararme mi bolso para la piscina y me vestí con unos shorts vaqueros, mis queridas Converse negras y una camiseta de tirantes rosa. Me miré por última vez en el espejo, me recogí el pelo en un moño despeinado y cogí mis gafas de sol.