-Narra ___-
Ya se habían ido mis padres a sus vacaciones. Mi hermana y yo teníamos la casa sola para nosotras durante una semana, pero no teníamos ningún plan interesante.
Cuando mi hermana se terminó de preparar, cerramos la casa y nos dirigimos a la piscina. Desde casa eran unos 5 minutos andando, y no nos costó nada llegar.
La piscina no había cambiado nada desde el año pasado. Nada más entrar estaba la piscina grande, y en el barrio siempre le habíamos llamado la Piscina Olímpica por su gran tamaño. Siguiendo hacia delante, había un edificio que tenía unos 10 años, era el bar, donde cenabamos las noches de julio. Se había convertido en una costumbre, después de las tardes de piscina, nos juntábamos las cuatro familias, la de Marta, la de Raquel, la de Harry y la mía y nos quedábamos hasta que nos caíamos del sueño.
Después del bar, había una piscina un poco más pequeña, rodeada de un jardín pequeñito, que era donde me solía bañar cuando iba con mi hermana, porque cubría mucho menos que la grande.
Nada más entrar a la piscina, mi hermana se dirigió a la piscina pequeñita, y estiró su toalla de Bob Esponja. Me hacía mucha gracia la obsesión que tenía la pequeña por esa simpática esponja amarilla, aunque a decir verdad, yo también compartía parte de su afición, aunque no lo anunciase a los cuatro vientos.
Puse la toalla en la hierba, conecté mis auriculares a mi móvil, y elegí el aleatorio de mi reproductor.
-¡___! Me voy a bañar con Natalia, es aquella de allá, la rubia. Va a mi clase -me dijo mi hermana mientras echaba a correr hacia la piscina. Ni siquiera me dio tiempo de contestarle cuando ya estaba dentro del agua. Le di al 'play' y cerré los ojos.
No sabía cuanto tiempo había pasado cuando de repente note que algo me salpicaba y me mojaba entera. Abrí los ojos y ahí estaba tan guapo como siempre.