Internet había enloquecido si creía que yo me vestiría así para salir de mi casa. Yo no era una modelo, ni era alguien que sobresaliera por su ropa. Los shorts no eran de mi agrado y mucho menos los tops ajustados.
Así que como internet no era ayuda alguna contemplé las posibilidades. Si tan solo tuviese una amiga mujer... pero no. Podría pedirle ayuda a Faye pero su respuesta sería que me vistiera como ella y no existía corsé que hiciera que sus ropas me entrasen.
El tiempo pasaba lentamente y yo continuaba en la misma posición: panza arriba. Simplemente mi cuerpo no se adaptaba a la actual situación. No había forma de que mi ser se diese cuenta que debía hacer algo para no ir de pijamas a una fiesta.
Pedirle ayuda a mi madre podría haber sido la mejor opción, adoraba perfeccionar todo a su alrededor, pero esa noche era nuevamente de teatro. Aunque mi padre me hubiese agradecido por salvarle de una velada, no lo consideraba justo para mamá. Su estado de ánimo últimamente no era el mejor y salir la motivaba un poco.
En resumen, necesitaba ayuda y no había nadie disponible que pudiese brindármela.
Recordé los pocos vestidos que había en mi ropero. Todos eran hasta la rodilla, de algodón y de colores apagados. Tal vez debería ponerme alguno de esos, aunque la mitad me quedasen alto pequeños de la parte del pecho, y los otros o tenían manchas de comida o algo roto. La opción más viable posiblemente fue el último vestido que me había puesto, cuando Thiago y Faye dieron la noticia que se casarían. Era amarillo y celeste, parecía que lo hubiese comprado en la sección de niños, pero era lo que tenía.
Al final, acabé descartando todos los vestidos, aquel vestido me quedaba como saco de papas. Reflexioné que otra cosa podía ponerme de mi ropero. Un par de jeans, los jeans iban bien en toda situación, ¿pero qué podía ponerme arriba?
En un principio solo escuché una vibración y me desconcertó; pero tras unos segundos más entendí que lo único posible que vibrara en mi cuarto era mi teléfono en modo silencioso. Me levanté quejándome sonoramente como un animal y tomé el aparato del escritorio. Tras leer "Sam" en la pantalla táctil, atendí:
"Oye, pasó por ti alrededor de las nueve".
Eran las ocho y media.
- Tengo un leve problema...- murmuré caminando por mi habitación.
"Me imagino que es la ropa" dijo Sam conociéndome a la perfección. "No tienes absolutamente nada que ponerte".
Mi silencio fue la respuesta que necesitaba mi amigo. Observé mi ropero notando que tal vez ya era hora de ir a hacer algunas compras. La última vez que había ido al centro comercial con aquel objetivo fue porque mamá me obligó a comprar otro buzo ya que el que usaba todos los días estaba muy "desgastado". De igual forma seguiría utilizando el buzo viejo.
- ¿Qué talla eres?- preguntó.
- No lo sé, supongo que 8 o tal vez más...
- ¿Tú sabes que la ropa que usas es al menos dos talles más, no?- me preguntó haciendo que frunciera el ceño-. Está bien que uses ropa grande, si te gusta, pero en un vestido es difícil que te quede bien... ¿Eso le quedará? Sí, a mí me gusta. Pero, ¿le quedará?- hubo una pausa larga mientras se oía como hablaba con su madre-. Autumn mamá dice que vengas en diez minutos aquí...
- ¿Qué?
- ¿Estás segura, mamá?- preguntó Sam para nada convencido-. Ni siquiera creo que tenga afeitadas las piernas... ¿Tienes afeitadas las piernas?
Sabía que Sam era homosexual y que decirle la verdad sería como decirle a mi madre la verdad, además de que era mi mejor amigo y existía suma confianza entre nosotros. De igual forma, que supiese que no lo había hecho desde hacía un largo tiempo me incomodaba, más aún si su madre sabría también.
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It's Law: Opposites Attract ©
Ficção AdolescenteEs ley: Los Opuestos se Atraen. "- Piensas que soy sexy como un chico mayor y malo- sonrío-. Pero chicas como tú no se mezclan con chicos como yo. - No eres sexy- negué con la cabeza mintiendo-. Pero estoy de acuerdo en eso último, haz lo que dice...