Peter Pan y Jack Frost (Pausada)

Dos

Peter miró con desconfianza la mano de Jack pero al verlo sonreír algo le dijo que podía confiar en él, pensó que alguien con una sonrisa tan bonita no podía ser malo.

—Está bien —dijo tomando su mano para ponerse de pie.

Jack sonrió aún más cuando Peter aceptó ir con él, estaba ansioso de presentarlo con Tooth.

—¿Dónde está tu amiga? —preguntó el pequeño niño.

—Creo que en su palacio —dijo sacando una esfera de su sudadera.

Los ojos de Peter se abrieron brillando con ilusión, Jack no entendió la razón.

—¿Es una princesa? —preguntó asombrado.

—¿Quién? ¿Tooth? —dijo con una sonrisa burlona.

El brillo de los ojos de Peter se apagó junto con la ilusión que le hacía el hecho de conocer a una princesa real, como la de los cuentos de aquella niña Wendy.

—Dijiste que vivía en un palacio —Peter se quejó.

—Oh, así es pero no es una princesa. O eso creo —se encogió de hombros restándole importancia.

Jack susurró algo en la esfera y la lanzó abriendo un portal.
Peter sostuvo con fuerza a su sombra, tragó saliva y volvió a tomar la mano de Jack.

El espíritu del invierno sonrió complacido y ambos cruzaron el portal, llegando en pocos segundos al palacio de Tooth.

—¡Ya llegué, Tooth! —gritó Jack soltando a Peter.

Había visto desaparecer a Jack volando hacia una de las extrañas plataformas que parecían estar colgadas de alguna parte, él jamás había visto un lugar así.
El chiquillo sostuvo su sombra con ambas manos, sin dejar de observar el enorme lugar en el que estaban. El color rosa y dorado predominaba por todas partes, Peter creyó que aquella combinación era típico de una niña.

No encontraba la forma de explicar todo lo que veía pero no era como los castillos que él había imaginado. Incluso se sorprendió al ver pequeñas aves volando en grupos que venían e iban en todas direcciones.

—Ven, Peter —dijo Jack tomando su mano.

Había estado mirando todo con tanta atención que no se dio cuenta cuando Jack había regresado, ambos dejaron el pequeño jardín en el que se encontraban y se acercaron volando hacia una de las enormes plataformas suspendidas en el aire.

Se sorprendió al ver lo que parecía un ave gigante revoloteando de un lado a otro. Tenía cara de humana, tenía plumas de color verde, azul, negro y amarillo, tenía alas, lo que la hacía parecerse mucho a un colibrí.
Cuando Peter se dio cuenta de que era una adulta, dejó de avanzar.

—No quiero ir —dijo escondiéndose detrás de Jack.

—Es mi amiga, no te hará nada —aseguró el mayor.

—Vámonos, no quiero estar aquí —susurró antes de alejarse.

Peter corrió hasta la orilla pero al recordar que no sabía cómo regresar o en dónde estaba exactamente, optó por esconderse en algún lugar.

Tooth miró con curiosidad al pequeño niño que acompañaba a Jack. El hada de los dientes pudo ver al instante que era un niño encantador, pero la cosa más llamativa que tenía era que conservaba todos sus dientes de leche.

—Vamos, Peter —lo animó Jack.

—¿Quién es tu amigo? —dijo Tooth con una sonrisa.

El guardián de la diversión pensó en que tal vez si hacía creer a Peter que Tooth era una princesa, se animaría a acercarse. Agradeció saber el nombramiento oficial de su amiga.