Ocho

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Como cada día de invierno Jack tenía mucho trabajo por hacer, todo el día estuvo creando una fina capa de nieve sobre los tejados y pintando de blanco el paisaje. Cuando la tarde se hizo presente y el sol comenzó a descender Jack decidió ir a visitar a su amiga Tooth.

Había estado dándole vueltas a algo en específico durante todo el día, sabía que la única persona con la cual podría aclarar sus dudas era con ella.

Al llegar al palacio buscó con la mirada al hada de los dientes, la cual encontró de inmediato. Ella revoloteaba de un lugar a otro con pequeñas hadas siguiéndole a todas partes.

Se acercó y fue recibido con mucha emoción por parte de todas las chicas, en especial de su amiga. Después de los saludos decidió que era el momento de hacer la pregunta especial, aquella que le provocaba la sensación de tener una ventisca en el estómago.

—¿Puedo preguntarte algo? —soltó el pequeño apenas audible.

—Claro, lo que quieras, Jack —sonrió el hada.

Jack bajó la mirada, mientras sus mejillas comenzaban a aumentar de temperatura, algo que comenzaba a ser más común desde que conocía a Peter Pan.

—¿Por qué me siento tan raro cuando estoy con Peter?

Tooth se quedó un par de segundos analizando qué era exactamente de lo que él hablaba, intentó pensar sólo en la nueva amistad que tenía. Apretó sus labios mientras intentaba discernir lo correcto para decirle a un niño tan pequeño, después de todo tal vez ella mal interpretaba su pregunta.

—¿Raro? ¿En qué sentido? —dijo tratando de sonar lo más amable que le fue posible.

Jack mordió ligeramente su labio inferior y metió las manos en el bolsillo de su sudadera. Estaba demasiado nervioso, que ella no lograra captar su duda no ayudaba a calmarlo.

—Cuando estoy con Peter, mi corazón gira como un carrusel, mi estómago hace cosquillas y mis manos sudan —negó mirando el suelo—. ¿Voy a enfermar? ¿Los espíritus enfermamos?

El hada de los dientes nunca se había sentido tan embelesada por la inocencia y ternura de un niño.

—No vas a enfermar —sonrió—, te sientes así porque estás en compañía de alguien que te agrada mucho.

Jack juntó sus cejas pareciendo confundido e inclinó su cabeza como si de un gatito blanco se tratase, él no entendía el punto de Tooth.

—Tú me agradas mucho pero no me siento así cuando estoy contigo —dijo sinceramente.

El hada de los dientes soltó una pequeña carcajada, a sabiendas de que un niño nunca mentía.

—Es... diferente. Yo soy tu amiga.

—Peter también es mi amigo, Tooth —alzó una ceja.

El hada mordió su labio sin saber cómo explicar ese sentimiento que resultaba diferente para Jack. El niño apenas conocía sobre ello ya que había tenido muy poco contacto con otras personas, él apenas comenzaba a experimentar la amistad con Peter y era entendible que se sintiera tan cercano a su nuevo amigo.

—Verás, tú me quieres pero sólo como una hermana mayor —le explicó—. Lo que sientes por mí no es lo mismo que lo que sientes por Peter, es totalmente diferente.

—¿Por qué no es lo mismo? ¿Por qué es diferente con él?

—Peter tiene casi tu edad, en teoría, porque tú tienes un par de centenarios —dijo riéndose por lo bajo—. El punto es que ambos piensan de la misma forma y tienen más en común, es natural que te sientas más apegado a él.

Peter Pan y Jack Frost (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora