Nueve

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Jack comenzaba a sentirse culpable, no quería que Peter estuviera obligado a visitarlo.

—¿Por qué no vino Campanita, Peter?

Peter llevó su mirada a las estrellas y rascó su nuca, intentando recordar la conversación que había tenido con Campanita horas atrás.

—Dijo que no quería venir porque se aburre demasiado, supongo que es porque cuando estoy contigo no le presto atención —se encogió de hombros.

Jack abrió los ojos como platos y se llevó una mano a la mejilla.

—¿Está enojada conmigo? —preguntó angustiado.

—Oh, no —negó con la cabeza.

El albino dudó sobre la veracidad de las palabras del castaño, Campanita parecía cambiante respecto a los sentimientos que albergaba.

—¿Estás seguro? —insistió.

—Seguro, se quedó para hacerse vestidos nuevos. Cosas de hadas —agregó con una mueca de desagrado.

El pequeño espíritu del invierno dirigió la mirada hacia su cayado para concentrarse en algo más, moviendo sus manos con nerviosismo.

—¿Tú querías venir? En realidad no es necesario que vengas si no quieres —se apresuró a decir.

—Por supuesto que quiero, es mi momento favorito del día —le aseguró.

Jack alzó la mirada y se perdió por un par de segundos en los ojos de Peter, sus orbes verdes le parecían lo más bonito que había visto. El chiquillo notó la mirada fija de su amigo, pestañeó moviendo sus espesas pestañas y le dedicó una sonrisa encantadora.

—Quería preguntarte algo, Peter —susurró bajando la mirada apenado.

Peter fácilmente lograba que las mejillas de Jack tomaran un tono colorado, no sabía con exactitud porqué pero le encantaba poder lograrlo. Tan sólo bastaba con sonreírle o mirarle por mucho tiempo y el rostro de su amigo comenzaba a tomar un ligero color rosado.

—¿Qué es, Jack? —sonrió.

—¿Sabes quién es Santa Claus? —preguntó con un aura de misterio en su voz.

—¿Santa Claus? —repitió Peter confundido.

El nombre le parecía vagamente familiar, como si alguna vez hubiese escuchado a alguien mencionarlo. No sabía quién o qué era pero tenía el presentimiento de haber escuchado ese nombre de las bocas de los niños y puede que de algún adulto.

—Tiene un enorme trineo con renos, barba blanca, traje rojo y es legendario por llevar regalos a niños en navidad —le explicó Jack con entusiasmo.

—Garfio también usa un traje rojo —dijo con los ojos entrecerrados, comenzando a desconfiar de Santa Claus.

—Pero él no lleva regalos a los niños, Santa Claus sí —señaló—. Además él es bueno, no es un bacalao apestoso.

—¿Lleva regalos? —dijo con los ojos brillantes.

Peter se interesó repentinamente en ese hombre, quizás llevaba un traje rojo como Garfio, pero Jack aseguraba que era bueno.

—Sí —asintió—, toda clase de juguetes que puedas imaginar.

—¿Y cómo es él? ¿Cómo es Santa Claus? —preguntó con interés.

—Tiene tatuajes en los dos brazos, es un maestro con la espada y tiene un fuerte acento ruso —siguió describiendo al guardián del asombro.

—¿Cómo los dibujos que tienen los piratas de anclas?

Peter Pan y Jack Frost (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora