Peter Pan y Jack Frost (Pausada)

Diez

Advertencia: Capítulo sumamente inspirado en el libro original de James Barrie, también les dejo una bella canción acompañada de un bello mini Robbie (por si quieren acompañar la lectura).

Jack se había cuestionado mucho sobre los extraños y nuevos sentimientos que comenzaba a tener por Peter, pero nada podría compararse a la aprensión que sintió momentos antes de hacer la pregunta que había rondado en su cabeza las últimas horas.

Sus manos sudaban, su estómago se encontraba tenso y su mirada corría inquieta de un punto a otro, evitando tener la mirada fija sobre el castaño.

—¿Puedo darte un beso? —preguntó con timidez.

Para sorpresa del pequeño albino, y pese a cualquier duda, Peter no tuvo una mala reacción hacia él. No lo rechazó, por el contrario, asintió con una sonrisa.

Jack estuvo a punto de acercarse pero se encontró con la mano extendida de su amigo, logrando que lo confundiera su acción.

—¿No sabes lo que es un beso? —preguntó inclinando su cabeza, completamente desconcertado.

Él negó con lentitud sin dejar de estirar su mano.

—Lo sabré cuando me lo des —replicó.

Jack hizo una mueca de confusión y metió las manos al bolsillo de su sudadera, buscando algo para poder dárselo y no hacerlo sentir mal. Sacó un dedal, recordaba haberlo guardado cuando Tooth había cosido la sombra de Peter.

Se encogió de hombros y lo colocó en la palma de su amigo, Peter juntó sus cejas al observar el pequeño objeto que tenía en su mano. No sabía qué debía hacer con eso, tampoco tenía la menor idea de para qué era pero le entusiasmaba el simple hecho de recibir un obsequio por parte de Jack.

—Y ahora —dijo él—, ¿te doy un beso yo?

Jack replicó con cierto remilgo.

—Si lo deseas.

Perdió bastante dignidad al inclinar la cara hacia él, pero Peter se limitó a ponerle la caperuza de una bellota en la mano, de modo que Jack movió la cara hasta su posición anterior.

—Gracias —dijo amablemente—, es muy bonito.

Peter le dedicó una media sonrisa que brillaba por la picardía que había en ella.

—¿Sabes qué es más bonito? —susurró con voz enigmática.

El aparentemente mayor de ambos, lo observó con curiosidad, Peter parecía querer compartir el secreto más interesante del mundo.

—¿Qué es? —dijo Jack interesado.

—Tus ojos —respondió sin pensarlo dos veces.

Jack bajó la mirada apenado por esas palabras pero sintiéndose particularmente feliz de escuchar ese halago una vez más.

—Ya sé que querías ser amable —sonrió—, así que me puedes dar un beso.

Se había olvidado momentáneamente de que Peter no sabía lo que eran los besos, el castaño borró su sonrisa y rodó los ojos.

—Ya me parecía que querrías que te lo devolviera —dijo él con cierta amargura e hizo ademán de devolverle el dedal.

La mirada de Jack brilló con inteligencia, golpeó con ligereza su propia frente fingiendo un descuido.

—Ay, vaya —dijo el amable Jack—, no quiero decir un beso, me refiero a un dedal.

—¿Qué es eso? —preguntó con curiosidad.