Capítulo 9: Otra vez.

536 41 4
                                    

Maratón 3/3.

[...]

Un mes y medio después.

Caminaba de un lado a otro, esperando esos papeles. Estaba nerviosa.

-_________ Maslow -habló una señora algo mayor.

Me acerqué a ella con mis dientes sobre mis labios.

-Tranquila... -sonrió-. Aquí están, espero esté la respuesta que quieres -me entregó un sobre blanco con el sello y nombre del hospital.

-Ojalá -suspiré.

Tomé el sobre y llegué a mi estudio. Kate no había ido, había agarrado un resfriado.

Dejé el sobre encima la mesa y lo miré mientras caminaba por todo el estudio.

Minutos después lo abrí, estaba decidida a enfrentar lo que fuera.
Mis sospechas eran reales...

[...]

"Estoy fuera"

Era mensaje de James. No respondí y agarré mis cosas para salir.

Abrí la puerta del coche y me acomodé.

James frunció el ceño en cuanto no le dí un beso.

-Hey, mi beso.

-Oh, perdón -me acerqué y le di un beso corto.

-¿Cómo fue tu día? -arrancó el coche.

-Bien... -recordé la respuesta en la hoja y mi corazón latió fuertemente-. ¿Y el tuyo?.

-También, mañana iré a juzgado por libertad de un hombre que está encarcelado injustamente.

Fruncí el ceño y miré por la ventana.

Sentí la mirada pesada de James clavada sobre mi cuerpo.

-¿Qué pasa? -preguntó.

-¿Eh? Ah, no, nada. Estaba pensando en qué mañana debo entregarle unos diseños a Keer -mentí.

-Es genial -sonrió y siguió manejando.

Pasamos por James pequeño a casa de sus abuelos paternos y lo llevamos a casa. Lo acosté en su cuna y me desmaquillé. Puse mi pijama, lavé mis dientes e hice una trenza floja.

James estaba poniéndose su pijama cuando bajé a hacer de cenar.

Los distintos olores de la comida revolvieron mi estómago.

Dejé caer la cuchara en el sartén y salí disparada al baño de abajo.
Me arrodillé frente a la taza y empecé a devolver.

Al terminar, me observé en el espejo y lavé mi boca.

Salí y James estaba viendo un partido de fútbol de la champions ligue. No me prestó atención, lo cual agradecí y seguí cocinando.

Preparé la papilla del bebé, el cual ya había cumplido diez meses hacía cinco días.

La dejé en la mesa junto con todo lo que ocuparíamos para cenar.

-Ya, James -le dije y apagó la plasma. Se sentó y en cuanto bajé al niño empezó a comer.

Lo puse en su silla alta y le daba de comer, mientras el disfrutaba su verdura molida, yo comía la carne que había hecho.

-Está rara, _________ -me dijo.

Lo miré por un momento pensando. No quería decirle. No por ahora.

-Cansada es la palabra -corregí.

Juntos, ¡para siempre! ANEXO |James Maslow|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora