Capítulo 12: Es el fin.

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(...)

3 años después.
Narra _________.

-¡Mami! ¡apúrate, vamos a llegar tarde! -gritó James por algún lado de la casa.

Bajé casi corriendo con los enormes tacones y mi bolso en mano.

-Me estaba arreglando, cariño -le dije un poco exasperada.

Sonreí al verlo con una pequeña mochila de los Avengers en su espaldita. Estaba uniformado con un pantalón azul marino, una camiseta blanca y un chaleco negro a cuadros grises. Su cabello cada vez más se parecía al de David, solo que el de él era un poco más rubio. A contra luz los rayos del sol hacen que parezca rubio. Estaba perfectamente peinado con los cabellos hacia arriba y un poco de gel. Sus ojos estaban inundados de felicidad. Ojos color hazel.

Traía una lonchera cuadrada de los mismos dibujos de su mochila y un termo de agua.

Olía muy rico. Como su papá.

-¡Llegaremos tarde! -dio unos brinquitos.

-¡David! -le grité.

Él bajó vestido con un smoking negro con corbata azul marino. Traía en brazos a Valentina, quien llevaba unas coletas hechas en su cabello castaño-rubio. El de ella era más rubio.

Los caireles al final de las coletas me hacen recordar mi infancia. Así tenía el cabello.

Ella traía puesta una faldita rosa y una blusa blanca. Sus mejillas estaban rosadas.

-¡Vamos ya! -dijo James.

Salimos todos de casa. Acomodamos a los niños atrás y nosotros adelante.

David no había cambiado demasiado. Su cuerpo era el mismo que hace unos años. Su cabello estaba un poco más largo y se había dejado crecer la barba.

Veintisiete años tenía ya.

Yo veintiséis, pero ese es un secreto.

-¡Acelera, papi! -le dijo James a David desesperado.

-Hijo, sé que estás emocionado, pero realmente falta tiempo -lo miró por el retrovisor.

-¡Ya quiero llegar! -gruñó.

-Ya no falta demasiado -le dijo.

Asintió y comenzó a tararear una canción mientras veía por la ventana.

-Cami, ¿segura que quieres ir allá? -le preguntó preocupado.

Sonreí.

-Chi -sonrió dejando ver los hoyuelos en sus mejillas.

Frunció el ceño y siguió en su camino.

Minutos más tarde, llegamos al jardín de niños. James sonrió entusiasmado al ver todos los niños cargando sus loncheras y entrando por las puertas del lugar.

-¡Ya vamos, papis! -gritó.

David se bajó y abrió la puerta trasera por fuera, ya que tiene seguro contra niños.

Yo me bajé y bajé a Cami, quien saltó de un brinquito y corrió con su papá a abrazar su pierna.

Caminé hacia ellos y veía la hermosa escena en donde David (me había acostumbrado a decirle así, ya que no le pusimos otro nombre a nuestro hijo, y era demasiado confuso hablarles a los dos por igual. Conforme James fue creciendo, se confundía y venía cuando le hablaba a su papá. Así que me acostumbré a decirle David a James) abrazaba a James dándole unas palmaditas en la espalda sin mucha fuerza, por encima de la mochila.

Juntos, ¡para siempre! ANEXO |James Maslow|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora