C-3_ Trabajo sin paga

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Narra John

Despierto gritando, los recuerdos de aquella fatídica noche atormentan mi mente. ¿Cómo una chica puede matar así como así? Es algo ilógico, aunque... ¿Todo quizás fue un sueño? No, no lo fue.

Tic-tic tic-tic. El reloj.

¡Oh rayos! llegare tarde. Estúpida alarma. Mejor ni me baño.

Corrí al baño cepille mis dientes, lave mi rostro, de vuelta en la habitación tome mi saco y unos pantalones de vestir. ¡Agh el desodorante!

Ya por fin después de 10min logre estar listo. Es tarde (7:20am) debía estar allí a las 7am. Estúpidos trabajos sin paga, estudio psicología y no era que quisiera tratar con adolescentes. Agarro un taxi.

‒‒ ¡Buenos días Joven!

‒‒ Buen día ‒‒ Me limite a contestar.

Narra Maya

‒‒ Oigan chicas, ¡oyeron que vendrá un asistente de psicología! Sandra lo vio cuando vino a buscar unos papeles y dice que es muy Sexy ‒‒ Dice Alexandra, una chica de mi clase.

‒‒ ¡Ya llego! ‒‒ Gritó otra chica

Miro casi con pereza a ver quién era ese nuevo chico, la aglomeración de jóvenes excitadas no dejaban ver más que solo un pálido cabello amarillo, una cabeza mirando hacia abajo y unas manos dentro de sus bolsillos. No parece cómodo con tanta atención.

Narra John

Llego al colegio, al entrar las chicas se aglomeran a mi alrededor, estúpidas hormonas, camino con la cabeza baja, la dirección no debe estar muy lejos.

Mis pensamientos estaban enfocados en los sucesos de anoche, ¿Qué debería hacer? Presencie un doble homicidio, quizás decirle a la policía sea lo más correcto pero... No sé quién era la chica, no sé que hizo con los cuerpos, además sucedió anoche me preguntaran porque no fui directamente esa noche... Podrían tildarme de cómplice.

Mis pensamientos son cancelados al momento que llego a la oficina central; el director me saluda y me lleva hasta la oficina de la psicóloga escolar Marcela Torres.

‒‒ Buenos días, John. Un placer conocerte

‒‒ Igualmente, Dra. Torres

‒‒ Hoy atenderemos unos casos de violencia escolar. Serias tan amable de decirle a la secretaria que esta por allá ‒‒ señala hacia atrás donde esta una muy hermosa chica, con unas hojas en las manos ‒‒ y le dices que busque a Maya Pierce y a Scarlett Taylor.

Sigo las indicaciones al pie de la letra; casi olvido el nombre de las estudiantes todo por los ojos azules de la secretaria, vuelvo con la Dra. Torres.

Me siento en una esquina detrás de ella para tomar Notas.

‒‒ Pensé haber dejado en claro que no quería estar en una misma habitación con esta cosa. ‒‒ Entró gritando una chica alta de cabello castaño claro

‒‒ Scarlett, baja la voz; no hay el porqué alterarse, toma asiento. ‒‒ Respondió la Dra. Torres, la chica se sentó.

‒‒ ¡Pero cómo me encanta verla, Marcela! ‒‒ Escuche la voz de la otra chica, con un entusiasmo fingido entra a la habitación sin mirar a nadie más que a la Dra.

Levanto la cabeza pero no logro ver claramente a las jóvenes, la contextura de la Dra. Torres me lo impide.

‒‒ Maya, toma asiento ‒‒ Pide la Dra.

Ese nombre. Una pequeña imagen de la horrible tragedia recorrió mi mente.

¿Maya? ¿Podría ser? me levanto disimuladamente de la silla y veo a la psicópata de anoche, ella levanta la mirada. Se nota tensa al verme, empieza a jugar con sus dedos y baja la vista.

‒‒ ¿Qué hace él acá? ‒‒ Dijo Maya

‒‒ ¡Ay! ¡Pero que te importa si esta o no! ¿O qué? No quieres que el chico lindo sepa que eres una salvaje ‒‒ Gritó Scarlett

‒‒ Te diré algo, sí a tus padres no les interesan tus problemas, ¿crees que a un pasante si? ‒‒ La respuesta de Maya detonó un golpe de parte de Scarlett pero Maya la esquivó ‒‒ ¿Ve Marcela? Y luego yo soy la salvaje.

La Dra. Solo masajeaba su sien.

‒‒ Son señoritas, no está bien arreglar los problemas a golpes, eso no resuelve nada. ‒‒ La Dra. Marcela dio un súper largo discurso.

Narra Maya

De todos los putos pasantes en esta ciudad, tenía que ser él el que viniese a este lugar. Sé que me reconoció, aunque su reacción no era lo que esperaba. Ni ha vuelto a mirarme; esta ahí sentado mirando su cuaderno. Esto me pone nerviosa, ¡Debí matarlo cuando pude! Ahora estoy en una situación muy difícil, me podría delatar.

‒‒ ¿Maya? ¡¿Me estas escuchando?! ‒‒ Dice Marcela, lo cual me devuelve a la realidad.

‒‒ No, ya me aburrió esto. Sí ella deja de molestarme no la miraré más ¿Vale? Nunca nos llevaremos bien, yo pienso con mi cerebro y ella piensa con sus senos. ‒‒ Dije ya cansada de esto, levanté la cabeza a ver las caras de todos y me sorprendí al ver al pasante parado a mi lado.

‒‒ Puedes retirarte Scarlett, tú no Maya. Tú le darás un recorrido a John por la institución

¿John? Este idiota me había mentido sobre su nombre. Ahora sí que lo mato.

.

.

.

Caminaba en silencio junto a John.

‒‒ No sé mucho sobre recorridos, pero no creo que sean tan silenciosos. ‒‒ Dijo de pronto.

‒‒ Solo me mando por joderme. Yo no sé dar recorridos. ¡Es una escuela! ¿Qué te diré? Por aquí hay casilleros ¡y por allá también!

‒‒ Tienes razón, aunque si me gustaría saber dónde está la cafetería.‒‒ Hablaba sin mirarme.

‒‒ ¿No has desayunado? ‒‒ La pregunta salió de mi boca de manera repentina

‒‒ No me ha dado tiempo.

‒‒ ¿Por que hablas así? ‒‒ Su propiedad al hablar me estaba dando nauseas.

‒‒ ¿Cómo? No sé a qué te refieres, sólo hablo así. ‒‒ Su tono de voz neutro, fastidioso para mi gusto.

‒‒ Se que sabes quién soy. ‒‒ Solté de la nada

‒‒ Sí, lo sé. Una asesina.‒‒ La última palabra la dijo en un leve susurro.

‒‒ ¿Por qué no me delataste?

‒‒ Porque no me gustaría decirle a la Dra. Torres que tiene una asesina en el colegio. Además que necesitaría pruebas, y no las tengo.

‒‒ Me mentiste sobre tu nombre ‒‒ Dije deteniendo mi caminar.

‒‒ Tú eras una chica con un cuchillo. No esperabas que dijera mi nombre real ¿o sí? además, para ser exactos no te mentí. Tú preguntaste cual era mi nombre. Y me llamo John Gabriel. Al no especificar que nombre querías, elegí yo ‒‒ Sonreía con suficiencia

‒‒ Eres un estúpido ‒‒ respondí

‒‒ Tú eres una asesina.

‒‒ Pffff. Me aburrí de esta conversación, sigamos te llevare a la cafetería.

Entre LíneasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora