La siguiente mañana Maya se sentía de alguna manera feliz, tenía en cuenta que la causa de tal alegría también podría ser el hecho de que John le resultaba diferente a otras personas.
John se sirvió una taza de café, su mente maquinaba como haría para ganarse la confianza total de su conejillo de india. Ella era una chica lista, cualquier paso en falso seria su fin; él tenía que calcular todo fríamente.
Ambos camino al instituto, cada uno pensando en su siguiente jugada.
— ¡Buenos Días querido John! — Dijo la vieja psicóloga.
— ¿Cómo se encuentra? — Respondió cortésmente John.
Con estas cordialidades y protocolos continúo la mañana
.
.
.
Pasaba la hora del almuerzo, y Maya miraba a sus alrededores buscando a John. Se preguntaba si hoy había asistido ya que no se cruzó con él.
— ¿A quién buscas tanto? — Dijo el joven de cabello pálido
— A nadie — Respondió a la defensiva
— Lastima, creí que era a mí. Me hubiese sentido halagado
— Pues no, no es a ti — Aunque Maya respondía de forma grosera, se moría de alegría al verlo. Sin saberlo tenía sentimientos raros que la ponían de un buen humor.
— Me has decepcionado y hasta ofendido hoy — Dijo John sentándose al lado de la joven
— ¿Y yo que hice?
— No has ido hoy a la oficina de la psicóloga, y por lo que se es general en ti ir casi todo los días.
John estaba realizando su primera jugada: Ser amistoso.
— ¿Marcela te ha dicho eso? Vieja bruja
Hubo un silencio que pareció durar horas, John iba tocando puntos para ver por donde debía excavar. En realidad la Dra. Torres no le había dicho nada de eso pero el necesitaba ir probando todo los elementos a su alcance.
— ¿Puedes venir hoy a mi casa? Quisiera mostrarte algo — Dijo el chico
— ¿Eh? — Maya se oía sorprendida
— Ya sabes donde vivo, te espero — John se levantó de la mesa y fue de nuevo a la oficina de la Dra. Marcela
.
.
.
Las horas pasaron y cayó la noche, Maya se disponía a salir de su casa pero aun tenía dudas si era lo más estratégico... después de todo él no era de su entera confianza ¿Y si todo era una trampa? Tendría que tener sumo cuidado a los detalles, quizás haya puesto micrófonos o cosas similares. Otra duda que retumbaba en ella era el qué le iba a mostrar para invitarla a su casa siendo el joven consciente de lo peligrosa que puede llegar a ser.
John preparaba emparedados de mortadela y queso amarillo, había acondicionado la sala para una noche interesante: Colocó películas de diferentes géneros en la mesa auxiliar y dejo unos juegos de mesas por si resultaba aburrida la película; también realizó un boceto del rostro de Maya que era su excusa para atraerla a su casa.
Un sonido proveniente de la sala alarmó a John pero luego recordó que solo se trata de Maya.
— Ups, creo que tumbé una maceta. No deberías tener cosas cerca de la ventana si sabes que vendrá visita — Dijo Maya asomando su cabeza por el arco de la puerta de la cocina.
— Generalmente mis visitas no entran por la ventana, y tu quizás puedas tocar el timbre la próxima vez — John no podía creer que aun siendo invitada entrará de esa manera tan ilícita — De todos modos puedes esperar en la sala, voy enseguida. Quiero terminar los refrigerios
— ¿Refrigerios? ¿Para qué? — Maya se sentía nerviosa, ¿A que se debían las películas y los juegos que vio en la sala? Y ahora también hacia algo para comer... La situación le resultaba totalmente fuera de lugar, quizás John estaba tan perturbado como ella con la diferencia de que cada uno lo expresa diferente.
— Aunque entrarás por la ventana sigues siendo mi invitada — John de momento veía de reojo a la chica, tratando de analizar que pensaba para saber si él iba por el camino correcto para ganar su confianza.
— Bueno, me iré a la sala entonces. ¿Supongo que no quieres que te ayude? —Dijo Maya ciertamente desconcertada.
— En lo absoluto, estoy bien — La idea de darle un cuchillo para que ayudara a rebanar le ponía los pelos de punta a John, trayendo los recuerdos de como asesino a esa pareja.
Maya provecharía el momento para revisar bien el lugar, en busca de algo sospechoso. Revisó cada esquina, cada libro, cada planta, y cada lugar donde una cámara podría ser ocultada sin éxito, no había nada y eso la hacía sentir tranquila. Él no estaba planeando delatarla.
John entró en la habitación con una bandeja de emparedados.
—No hice demasiados. Solo somos nosotros dos — Dijo mientras caminaba hasta la mesa para dejar el platón.
— ¿Qué me ibas a mostrar? — Dijo Maya sin intensiones de ser amable, no le gustaba esto. Le resultaba extraño, las voces en su cabeza decían que huyera.
John se sintió abatido por el cambió de actitud de la psicópata, anotó mentalmente estudiar a fondo eso mientras transcurriera la velada.
— No creó haberte mencionado que me gusta dibujar, y desde ayer comencé con un boceto que me gustaría mostrarte — El joven buscó entre papeles dentro de una carpeta en el librero ubicado en la sala — ¿Qué te parece? — Deslizó el dibujo a las manos de Maya
La chica veía su rostro trazado de una manera tan delicada, por un momento no creyó que aquella imagen podía ser su cara. Era muy hermosa para ser ella. Las voces se quedaron en silencio, toda su concentración estaba en ese retrato; ¿De verdad era ella? ¿Así la veía él? Y... ¿Por qué la plasmo? ¿Seria para dárselo a la policía? ¿Intentaba delatarla? ¿Esto a caso era una trampa?
Destrúyelo. Destrúyelo. Destrúyelo. Maya sostuvo la hoja por los bordes y la rompió. John la miraba intrigado, acaba de despedazar su dibujo.
—No vuelvas a dibujarme... Nunca, ¿Entendido? — La psicópata se veía sombría, su tono de voz era tan frio como el Ártico.
— Entendido.
El joven sabía que no era el momento de preguntar el por qué le había incomodado tanto su retrato, solo debía esperar que la noche transcurriera sin que nadie muriera. Especialmente él.
ESTÁS LEYENDO
Entre Líneas
Misterio / SuspensoJohn es un estudiante de psicología. Maya es una asesina. Sus caminos se cruzarán cuando John presencie un doble homicidio. Maya debe matarlo, pero no lo hará. Ahora ambos deben protegerse mutuamente. Un día John iba caminando para calmar su insomni...