Capitulo Dos

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La alarma del despertador de Rebecca sonó, Don't let me down inundó el dormitorio desde un tono bajo, a como pasaron los segundos el volumen aumento. La castaña golpeo el aparato un par de veces hasta silenciarlo. Era una canción muy buena para empezar el día.

-Vamos _____, o llegarás tarde. -Rebecca estiro de mi edredón blanco, gemí, escuche la puerta del baño cerrarse, intente despegar los parpados pero no pude, el cambio de horario no me iba nada bien. Pero debía despegar el trasero de la cama, ahora. Me sostuve con las palmas de la mano, después caía nuevamente sumergiendo la cabeza en la almohada.

Algunos rayos de luz atravesaron las cortinas y me calaron los ojos, me retorcí entre las sabanas cubriéndome el rostro, respire profundo para volver al sueño hasta que un flashazo atravesó mi cabeza ¡Las clases! Salte de la cama y me introduje al baño, tomé una ducha rápida y salí al armario dónde se encontraba mi uniforme doblado y otro papel con mi horario. La primera clase era a las 7 am en el aula 7, el reloj marcaba solo un par de minutos menos, ¿Cómo podía ser tan desastrosa? Maldije mi manía de dormitar cuando debía madrugar en días importantes, maldije mi suerte de estar en Londres, maldije todo a mí alrededor mientras me cambiaba. Aunque tal vez... tal vez si no iba a clase, podría perder la beca y volver a casa. Y eso era lo que quería. Tal vez si mandaba todo al carajo, si me empeñaba en hacer las cosas mal... podría salir de aquí. Cepille mis dientes y termine de arreglarme aun pensando en la infinidad de cosas que podía hacer mal.

Encontré el aula en la primera planta, empuje la puerta y descubrí a un hombre rubio con los ojos más fascinantes que nunca había visto antes.

-Yo... lamento llegar tarde. -Repuse avergonzada después de captar la atención de todos en el aula.

-Señorita Hardwick, ¿cierto? -el hombre me cuestiono aun con el plumón en la mano, achico los ojos mientras esperaba mi respuesta. Asentí ligeramente, en verdad dudaba de que se hubiera percatado de mi débil movimiento, la mirada continuaba. ¿Acaso ya me esperaba?, ¿Debía asentir otra vez?- Por favor, tome asiento. -señaló un pupitre al fondo y obedecí.

Deje un libro sobre mi pupitre, logre ver a Rebecca en los puestos de enfrente cuando se volvió hacia mí con una sonrisa arrogante y un "Te lo dije" en la mirada. Negué divertida.

Leí el título de mi libro "Introducción al Derecho", supuse que por ahí debía andar el nombre de la materia también. Observe alrededor, las chicas hasta el frente, ocupando las primeras filas, y los chicos atrás, ignorando todo lo que llevara pegado la palabra "estudio". Eleve la vista y pude notar los ojos azules de aquel hombre sobre mí. Sostuve la mirada por unos segundos, no movía ni un solo rasgo, no hablo, dudaba siquiera de que respiraba, ningún parpadeo, nadie quería perder, entonces baje la cabeza intentando descubrir que había sucedido. Una electricidad corrió por cada centímetro de mi cuerpo, sin saber porque. Lo observe a detalle, primero me pareció un poco irreal su apariencia, ¿De verdad? ¿Un profesor atlético y rubio? ¡Debía ser gay!, pero poco a poco encontré una calidez en su aspecto, una sonrisa enorme y esas líneas que se dibujaban en sus mejillas cuando reía y como sus ojos se achicaban a cada sonrisa, y ese ladeo de cabeza cuando conversaba.

Concluí que esas chicas de enfrente que alzaban la mano cada vez que el preguntaba algo y que reían de manera incontrolable por cada cosa fuera de lugar que él decía, tenían un motivo, querían ser la alumna consentida del Profesor. Me reí de la situación y de mí, al casi caer en aquel juego. Está bien, era un tipo guapo, pero nada más. Buena genética. Buena motivación para estudiar.

Pero yo ya tenía un plan. Salir de aquí a como fuera. Y eso no implicaba ser la lame botas de un profesor. No implicaba levantar la mano y reír descontrolada de cosas irreverentes. No debía perder el enfoque. Me hundo en la silla y coloco la mano sobre mi barbilla, sigo con la mirada al sujeto de enfrente del cual no se absolutamente nada. Entonces el ordenador que esta frente a mi se enciende y un cuadro blanco aparece en la pantalla acompañado de un sonido chillón que me sobresalta.

-"Hola" -El mensaje aparece y lo leo.

-Veo que ha descubierto internet señorita Hardwick -El Profesor alza la voz por sobre el ruido del aula y me estremezco, esta bien, intento relajarme, problemas era lo que quería y ahora los obtenía gratis, -Apague eso, o llegar tarde no será la única cosa mala que le pasara en la semana. -me amenaza pero hay un toque de gracia en su voz.

-Lo siento -alcanzo a decir de forma atropellada, pienso que de mi solo escuchara disculpas, solo esperaba que no creyera que tenia una especie de retraimiento

-"Apaga el sonido, Einstein" -Un segundo mensaje aparece en la pantalla.

-De verdad, me esta haciendo muy difícil ignorar que no esta poniendo atención en clase.-Me mira y clava sus pupilas, se me corta la respiración. Apago el sonido tal como lo dice el mensaje y escribo "Quien eres" y pulso en la tecla enviar.

-"Mira a tu derecha" -Obedezco. Giro lentamente la cabeza hacia mi costado derecho, y distingo a un chico de ojos grandes y grises y cabello negro, de facciones afiladas y un cuerpo atlético, sonríe y hace una seña con la mano, aunque todo me parece extraño, doy media sonrisa.

La clase concluye y todos salen corriendo del aula, se siente una liberación en el ambiente, es la única forma en la que algunos chicos dejan la pereza y estiran las manos. Como toda chica nueva, me levanto al ultimo, cuidando de no hacer mucho ruido, cuidando cada movimiento y con la mirada baja.

-Señorita Hardwick - la voz del profesor me retiene y me vuelvo, espero una reprimenda por la dos veces que interrumpi en su clase, tres, contando la llegada tarde, pero me recuerdo que eso es lo que busco, ser la "basura" del salón. - Necesito hablarle -el hombre rubio cierra la puerta

-No volveré a interrumpirle si eso es lo que quiere saber -digo apresurada, aunque se que miento. El sonríe abiertamente y niega.

-Nada de eso -se sienta sobre la orilla del escritorio- Quería ofrecerle un tutor, las clases van muy avanzadas y considero que seria una buena opción. No quiero que pierda el curso.

-No... no necesito de nadie, puedo hacerlo yo sola, pero gracias, profesor...

-John Bongiovi -mantiene la sonrisa y extiende la mano frente a mí, la estrecho y me parece suave, cubre perfectamente el tamaño de la mía. Puedo apreciar mejor sus ojos y el ligero brillo que hay en ellos y me siento fascinada. El corazón se me acelera y sigo sin saber porque. Me parece divertido verme nerviosa por estar atrapada en el atractivo de este sujeto, al fin de cuentas era una chica, y las chicas perdían la cabeza por los hombres como él. Me suelta pero yo no quiero soltarlo a él, finalmente lo hago y me marcho.



Nunca más extraños (Jon Bon Jovi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora