Capítulo Catorce.

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Estoy a punto de terminar mi turno en la biblioteca,  faltan veinte minutos para poder agarrar mis cosas y salir disparada hacia el campo de fútbol para ver  jugar a Bastián. Termino de empujar el carrito depositándolo en su sitio asignado. Me sacudo las manos y me dirijo a Jess.

-Acabe con los libros, y ya he limpiado el piso -entono con alegría.

Jess sonríe de oreja a oreja y se acomoda los lentes de carcaza dorada y delgada-Muy bien, entonces puedes irte ____.

-¿Lo dice en serio? -Jess asiente- es genial, hasta mañana -me apuro antes de que cambie de opinión y me ponga a limpiar algo más.

-¡Adiós! -entona cuando ya he cruzado la puerta principal.

Llevo unos jeans y un suéter amarillo con botines, nada especial, solo iba a verlo jugar, era todo... no era una cita, así que respiro tranquilidad. En realidad, jamás había tenido una cita, de hecho jamás había tenido un novio.  Regularmente,  huían después de conocerme bien. Trágico. Así jamás saldrás de este hoyo profundo y oscuro llamado soltería.

Apenas y tenía cinco minutos para llegar, Rebecca y Daniel ya estarían allí.

Sonrió cuando recuerdo las palabras suplicantes de la castaña "Por favor, no me dejes sola con él,  te lo ruego,  es raro y siempre lleva libros en las manos, me moriré", sin más, me apuro y aprieto el paso.

A lo lejos puedo ver la cancha, las gradas estan repletas. Agudizo la vista para intentar encontrar a Rebecca y Daniel en algún sitio. Pero antes de lograrlo me tropiezo y salgo disparada hacia adelante.

-Joder...-murmuro agitando los brazos para recuperar el equilibrio, me vuelvo para saber que había en el camino, un zapato negro resplandece por las luces de las farolas, después es empujado hacia atrás, de las sombras sale un Richard Sambora bastante fanfarrón. Sonríe de lado y cruzado de brazos se pone a mi costado con la vista bien puesta en el juego que se llevaba a cabo.

-Pensé que los fines de semana no trabajaba en molestarme –suelto socarrona- pero al parecer, le encantan las horas extras.

El Profesor Sambora ni se inmuta ante mis provocaciones.

-¿Está enfadado porque su plan de asesinarme no funciono? –me burlo.

-Te sientes muy valiente ahora, ¿no te parece? –Me mira por el rabillo del ojo- Deduzco que es porque Jhon está de tu lado, ¿o me equivoco? –enarca una de sus cejas y su mirada me cohíbe.

Palidezco en el instante en que menciona el nombre del profesor Bongiovi y trago saliva de golpe, sin contar que mis ojos casi salen de sus orbitas.

 -Me has demostrado que eres la persona más inservible que ha existido sobre la faz de la Tierra. La persona con menos metas en la vida, la persona más holgazana y testaruda. Incapaz de valerse por sí misma, parasita y dependiente. Y por todo lo que he dicho antes, he decidido ayudarte Hardwick... -me sorprende-, desde el lunes, irás a Terapia Psicológica. He hablado con Lisa y no se ha opuesto, de hecho, le pareció una idea estupenda... por si pensabas ir y persuadirla de unirse  a tu club "El lado oscuro" –dice lo último en tono de burla.

-¿Está intentando joderme? Yo no iré a ningún lado. –cuestiono haciendo una rabieta.

-Bueno, es que eso ya lo he hecho. ¿Qué hasta para darte cuenta eres lenta e inútil? –cuestiona con el semblante fruncido y una mortificación falsa.

-¡Oiga! –Le apunto con el dedo índice-, no tiene por qué hablarme así, conozco mis derechos

-¿Ah sí?, y no sabías tus obligaciones cuando le pediste ayuda a tu querido Profesor para hacerte de una mediocre tarea ¿verdad?... –baja mi dedo con la palma de su mano, sus pupilas se clavan en las mias con una serenidad frívola- Yo no soy él, Hardwick... yo no voy a cargarte sobre mi espalda para que avances, yo voy a enseñarte a caminar.

-¡Pfff! –bufo- ¿Qué se cree ahora?, ¿Un predicador? –rio sarcástica.

-Escuchame Hardwick... -el tono se le vuelve severo, más rígido del que acostumbraba a usar- No me interesa quién seas, si tus padres son importantes en el mundo de la Ley a mi me tiene sin cuidado,  tampoco me interesa lo que hagas, si eres la lamebotas de Bongiovi por mi esta perfecto, muchas lo son, muchas han querido serlo, y muchas lo han sido, pero lo que realmente me importa es que te hayas metido conmigo. No te la voy a poner fácil.

Mis ojos lo contemplan danzantes y el animo decae, la valentia se va...  《Muchas lo son, muchas han querido serlo》, eso quería decir que no era la única,  que no era especial, y que cualquier esperanza que había podido pensar se desvanecia frente a mis ojos.

Por supuesto, solo era de imaginarlo.  Era el profesor amable y atractivo del Instituto... todas iban tras él,  hasta yo lo había notado en clase. Inclusive yo me había montado un teatrito dentro de mi cabeza sobre él,  y un amorío, uno muy dramático.

 Una diminuta yo aparece en mi mente con una sonrisa altanera y un letrero de neón rojo al estilo Brodway con las palabras "Pobre Cosita Fea". Me lo merecía por aventurarme, por pensar cosas que no eran, por sentir algo que no debía.

Yo solo era un montón de problemas que él solo trataba de resolver, en el mejor de los casos. Él sólo era amable conmigo, y como nadie nunca lo había sido, me aproveche para tergiversar la historia real. Para perder la cabeza por un Profesor Bongiovi qué no sentía nada diferente por su alumna problemática.

Vaya estupidez.

El Profesor Sambora se percata de que algo ha cambiado.

-¿Qué pasa?, ¿Has visto un fantasma? -ríe a carcajadas- ¿o algo que dije te ha puesto así?, te dolió enterarte que no eres la preferida de tu Profesor... ya no pareces tan temeraria Hardwick.

-No... -me pauso- como dijo, eso también me tiene sin cuidado -miento con todo el dolor de mi corazón- yo no vine a ser la consentida de nadie.

-Oh sí... - se lleva el dedo índice a la comisura del labio en una pose pensativa- eso de que tu viniste por tu cuenta y eres un genio, realmente nunca lo creí.  Más bien, creo que eres ese cliché, la clásica hija de personas millonarias a la que nadie le da un poco de atención y se vuelve una rebelde en busca de cariño. Eso mi querida alumna, eso es lo que eres. Un cliché.  Algo común... muy típico como para llegar a ser especial.

-Cabron... -murmuro con los ojos inhundados en lágrimas,  me sentía frágil. Había acertado. No era más que un cliché barato.

Dio en el punto exacto, justo en el centro, con un solo dardo y con los ojos cerrados. Sonríe de media Luna.

-No lo olvides Hardwick, todos los días a las tres de la tarde, en el departamento de Psicología. Disfruta el partido... -se marcha con singular soberbia, de quien ha ganado una guerra de años.

Una lágrima corre y la limpio de inmediato y con enfado. Tanto, que siento me he rasguñado la mejilla. 

-______, ¡Hey!, por acá -Rebecca agita las manos y Daniel saluda. Asiento y trato de sonreír, entonces me dirijo hasta allá con un paso decaído. Me siento junto al rubio, al menos a él debe salir le bien su plan de conquista, yo lo apoyaría, y empezaría justo en este momento. 

Bastian pasa con el balón, y grito su nombre para hacerle saber que estaba ahi. Me mira y sonríe espléndidamente, agita su mano y sin preveerlo es tacleado. 

Me llevo las manos a la boca horrorizada.

-¡LO SIENTO!

Nunca más extraños (Jon Bon Jovi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora