Capítulo Veinticinco

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Antes de empezar, miren esa imagen mamus...  ¡buenos tiempos! y buenos brazos también... ¡Vivan las camisas sin mangas!

 Cuando lo escucho no puedo evitar sentirme débil, mis piernas son como papel justo ahora, tan frágiles que apenas puedo sostener mi peso y tiemblan, suspiro inevitablemente ante el desencanto de la sorpresa.

John contempla un segundo más la fotografía, dejándome parada con la tristeza del mundo sobre mis hombros, a unos metros de él esperando escucharle decir que era solo una broma pesada y que mi cara le resultaba graciosa.

Entonces entendí que no había nada más que hacer allí cuando lo vi resbalar la cartera de cuero dentro de su bolsillo trasero con semblante abatido.

Todo me parecía tan estúpido. Por supuesto, "Tu Profesor increíblemente guapo saldría contigo sin el menor problema". Nada era más tonto que pensarlo. Me regaño. Nada era más tonto que yo justo en ese momento.

Me culpaba por lo mal que esto me hacía quedar, y por el malestar que le causaría a su esposa también. Enterarte que tu "fiel" marido salía con una estudiante... aquello era vergonzoso y enfermo. Siempre respetaba las relaciones de los otros, pero ahora caí en lo que más odiaba ser... una "cualquiera".

Jodidos hombres pero más jodida yo por ingenua.

Abro la puerta bruscamente con el coraje corriendo por cada centímetro de mi cuerpo buscando una salida urgente, y azota contra la pared sin buscarlo, salgo con la cabeza hecha un desastre y el corazón hecho migajas. Afuera llueve enérgicamente. Solo llegaría a la carretera y tomaría algún coche que fuese hacia la ciudad... ese era el plan por ahora.

—____ —Jhon me llama fuertemente y tira de mi brazo reteniéndome.

— Déjame ir —le ordeno.

—¿A dónde? Es peligroso... tengo que hablarte sobre dos cosas y si aun así quieres marcharte estará bien.

—¿Dos cosas? —me burlo socarrona— ¿La primera que piensas dejar a tu esposa y la segunda es que viviremos felices? Eso es tan típico de los hombres como tú, Jhon... Pero claro, es mi culpa también... ¿cuantas chicas más hay? O... ¿fui la única que cayo redondita y sin el menor esfuerzo?

—Sé que estas enojada _____, discutiremos esto adentro... estas mojándote toda. Solo necesito un minuto.

—No, yo quiero irme. No pienso quedarme un minuto más viendo tu maldita cara.

—Detente por favor, está lloviendo y el viento corre fuerte, será peligroso si te vas ahora.

—¿Te importa el daño que puedo hacerme si me voy? Algo muy irónico en este momento si lo piensas.

—____ será solo un minuto, por favor.

El cabello cae sobre su frente y se adhiere a su piel, las gotas resbalan hasta sus pestañas y lucha porque no caigan dentro de sus bonitos ojos azul celeste... Pese al daño que me estaba causando asentí. Porque sí, siempre se puede ser un poco más idiota.

Nunca más extraños (Jon Bon Jovi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora