Cognición

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Las armas producian un chirrido inusual, el nuevo sistema de la SigSauer Alfa-63 trabajaba tanto con balas de gas comprimido como con el Dióxido de Carbono presente en el ambiente, succionandolo y llenando el compartimiento destinado para ello.

Dispararla no era complicado, solo debías liberar el seguro del tanque y jalar el gatillo, el resultado era una explosión mediana que era capaz  romper el vidrio.

Las pruebas de tiro iniciaron, varios Reclutas no se acercaban ni a los extremos de la dianas de precisión. Podíamos elegir del catálogo de armas de la División y yo elegí aquella novedosa arma.

-Muchachos, se dividirán conforme a la rama en la que quieren ingresar:

*Patrulla
*Vigilancia
*Cibernética

Eran las ramas que se llenaron al instante, cientos de Reclutas se resignaban a las ramas con menos adeptos:
*Fronteriza
*Tránsito
*Ambiental

Había una rama casi escondida entre los puestos: *Élite.

Ante ella había el puesto de control más avanzado de todos, un equipo de médicos evaluaban físicamente a cada valiente que entraba, adelante de ellos se encontraba la prueba mental-psicoanalitica, la prueba de tiro y resistencia física casi al final y como prueba de fuego: un simulador de misión. Tan solo había tres Reclutas al final de los cientos que se habían integrado.

Decidido me integré a la fila y espere mi turno mientras veía a los demás ser rechazados, entablé una conversación amena con un chico de aproximadamente 27 años llamado Jhon Bofh que recién llegado de Rodwell City venía decidido a hacer carrera en la Policía de Élite, nuestra conversación giro en torno a las armas y el programa. En 2 horas conocí completamente a aquel tipo, hijo de inmigrantes germano-rusos  que había crecido en una ciudad pequeña, sin embargo con el cambio de gobierno todo cambio, la ciudad de industrializó lo que propicio la generación de empleos, pero también acarreo uno de los mayores males modernos: los gangsters.

El chico parecía decidido a cumplir con la promesa que había hecho a sus padres antes de marcharse de su ciudad: Regresar como un oficial de alto mando capaz de someter a las bandas y devolver a Rodwell City su antigua paz.

Él se limitó a responder a todo lo que pregunté, sin formular una sola pregunta hacia mí, lo cual agradecía, no era mucho de hablar y menos si alguien te pide que le cuentes cómo ha sido tu vida; en mi caso a los 14 maté al hombre que violó a mi madre y por aquello fui recluido durante una década en el Reformatorio, sin saber que una ciudad se erigió a su alrededor y sin saber nada más que mi nombre y el porqué estaba allí.

Al final llamaron a Jhon y yo me quede solo fuera del puesto de control de la rama de "Elite" de la ZCPD, con otro tipo al que todos los reclutas que pasaban cerca llamaban "Ham" aunque no entendía la gracia del apodo; el hombre era fornido, sí, pero musculoso y de aspecto serio. Me acerque al sujeto y él, se apartó aún más, mirándome como si le hubiese insultado.

-Eh, compañero, ¿qué te sucede?-. Pregunté al hombre, que ni siquiera pareció notar que le hablaba.

Una voz mencionó mi nombre en el puesto de control: Robinson, Samuel.

Me dirigí hacia el puesto y antes de pasar, el recepcionista me detuvo y me advirtió. -Ham es sordo, niño-.

Vaya, aquello era una revelación de proporciones titánicas, nunca había sabido de un policía con alguna capacidad diferente, y menos uno de la Élite.

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⏰ Última actualización: Feb 20, 2017 ⏰

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La vida de un reclusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora