9 de noviembre

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Esa noche entraste llorando, me viste observándote, agachaste la cabeza y fuiste apretando el paso hasta el baño.

Sin embargo la puerta necesita una llave para abrirse. Te quedaste frente la puerta sin saber que hacer, me miraste con rostro confuso mientras yo te tendía la llave.

Al salir tenias los ojos rojos al igual que la nariz y una mejilla hinchada que comenzaba a amoratarse.

Esta vez junto tu té rojo sin azúcar y muy caliente puse un trapo con varios hielos envueltos.

Me miraste agradecida. O eso interpreté yo al ver tu enrojecido rostro.

SofíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora