Esa noche entraste llorando, me viste observándote, agachaste la cabeza y fuiste apretando el paso hasta el baño.
Sin embargo la puerta necesita una llave para abrirse. Te quedaste frente la puerta sin saber que hacer, me miraste con rostro confuso mientras yo te tendía la llave.
Al salir tenias los ojos rojos al igual que la nariz y una mejilla hinchada que comenzaba a amoratarse.
Esta vez junto tu té rojo sin azúcar y muy caliente puse un trapo con varios hielos envueltos.
Me miraste agradecida. O eso interpreté yo al ver tu enrojecido rostro.
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Sofía
Short StorySe encuentran por puro azar en aquel restaurante 24h en el que él trabaja en el turno de noche, y casi sin darse cuenta, como un acto reflejo, ofrece su ayuda a esa joven que parece tener problemas. Ella no tenía esperanza de futuro; él, ganas de of...