Estabas mucho mejor, los cortes no te dolían y los cardenales iban desapareciendo.
Te preparé un té rojo sin azúcar. Me lo agradeciste sonriendo mientras le dabas un sorbo. Vi que te resentiste de dolor en el corte del labio.
Estabas nerviosa y me mirabas, cuando yo te miraba tu apartabas la mirada. Y luego volvías a mirarme.
Después de varios minutos por fin lo dijiste. Me preguntaste si podías quedarte algunos días más en mi casa, que ni tenias donde ir y tampoco podías pagarme.
Te dije que por supuesto que sí.
No sé que tenías, pero eras diferente.
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Sofía
Short StorySe encuentran por puro azar en aquel restaurante 24h en el que él trabaja en el turno de noche, y casi sin darse cuenta, como un acto reflejo, ofrece su ayuda a esa joven que parece tener problemas. Ella no tenía esperanza de futuro; él, ganas de of...