12 de noviembre

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Volvías a tener la cara hinchada, te vi venir de lejos, prepare hielo en un trapo y lo puse enfrente del taburete donde siempre te sentabas.

Al entrar y verlo una leve sonrisa se dibujó en tu rostro. No puedes ni imaginarte lo feliz que me hizo aquello.
Preparé tu té rojo muy caliente y sin azúcar. Y te pregunté que te había pasado en el rostro.
No contestaste, sólo me miraste con expresión de terror.

Bebiste tu té, te dije que no hacia falta que pagaras, yo invitaba. Y justo antes de irte te ofrecí mi ayuda para lo que necesitaras.

Solo debías pedírmela.

SofíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora