Creador y creado

94 7 4
                                    

El otro día me pasó algo extrañísimo. Estaba sentado en mi sillón de siempre. ¿Sabes cuál te digo? Pues bien, estaba allí tranquilamente leyendo el periódico y fumando un cigarrillo y de repente al ir a levantarme comprobé que no podía. Tenía como las piernas muertas, sin vida, rígidas. Al principio pensé que se me habían dormido por estar demasiado tiempo sentado, pero al rato me di cuenta de que no era así. Seguía sin poder levantarme y eso empezó a preocuparme de verdad. Llamé a Ginna pero no me respondió. Supuse que no estaba en casa. Raro en ella no estar en casa un domingo por la tarde, pero no. No estaba.

Después de pensarlo un rato, intenté incorporarme con los brazos, y fue al apoyarme como si el aura de ese sillón me impidiese moverme, que se me quedaron totalmente rígidos igual que las piernas. ¿Entiendes? Pues así. Los brazos en noventa grados. La postura era realmente incómoda y yo no entendía nada. Me sentía bien físicamente. Mi corazón latía con normalidad pese a que me estaba empezando a poner nervioso de verdad.

Oí la puerta y supuse que era Ginna. Cuando fui a llamarla me di cuenta de que no salía voz de mi boca, ni movimiento. Un auténtico susto, como te digo.

Allí estaba yo, completamente quieto, como si alguien hubiese puesto en pausa la película de mi vida. Esperaba que Ginna pasara por el salón y me ayudase, pero no fue así. Volví a oír la puerta cerrarse y sin decirme nada, se marchó. Inexplicable.

Entonces lo comprendí. Yo no era más que un personaje de mi creador. No tenía ni voz ni movimientos propios. Al principio ese pensamiento tan repentino provocó en mi un dolor agudo de cabeza y nauseas, ganas de querer morirme, pero no poder hasta que mi creador no quisiese. Horrible, horrible. Creo que fue el peor rato de mi vida, pero me di cuenta de algo y me recompuse. Él sin mi no es nada. Solo un escritor de libros en blanco. Su fama es por mí. Me necesita para vivir como yo a él y entonces fue cuando recuperé el movimiento. Me levanté del sillón y noté que había vuelto a nacer. Supongo que porque él va a empezar una nueva novela y me vuelve a necesitar. Me alegré de veras de haberme dado cuenta de que yo también soy imprescindible, pero fue un mal rato, como te digo.





VencidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora