Naúfrago

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Hoy iba andando por la calle y le he pinchado un globo a unos niños que jugaban con él. Me han mirado con cara de miedo, y yo los he mirado con suficiencia. Si yo no soy feliz, vosotros tampoco. He seguido andando y me he cruzado con Armand y Helen. Una pareja muy feliz y con varios hijos. Me han saludado y les he girado la cara. Si yo lo único que he encontrado en las mujeres es odio y repulsión, no voy a esperar a que me restreguéis vuestro maldito amor por las narices. Después he ido al quiosco y le he pedido el periódico de siempre a Marcus, un hombre que me parece insulso y despreciable. Siempre con trapicheos y malas compañías. Me ha dicho adiós y ni siquiera me he dignado a responderle. Si tú tienes malas compañías yo no quiero saber nada de ti.

Después he ido a casa de Piero, un viejo amigo mío de la Universidad, que ahora trabaja en una empresa internacional como ingeniero aeroespacial. He charlado un rato con él como si me importase algo lo que me estaba diciendo. Durante un momento le he pedido ir al baño y en lugar de eso he ido a su despacho y todos sus planos y ordenador los he roto y despedazado. Me ha cubierto la entrada antes de que pudiese escapar y me ha dado una buena paliza. He salido con un ojo morado y el tobillo destrozado, pero me he ido con la cabeza bien alta. Si yo no consigo el éxito en mi carrera, tú tampoco. Por último he aprovechado que la casa de los padres de mi ex-novia estaba cerca. He llamado al timbre, me han visto hecho un desastre y la que en ese momento seguía siendo mi novia ha fingido que se preocupaba por mi. Le he pedido la copia de las llaves que tenía de mi casa adelantándole que esperaba no volver a verla nunca más. Si tú no me quieres, yo tampoco. Le he dejado todas sus cosas en la puerta y ahora tengo intriga por quien llegará antes; si el camión de la basura o ella para recogerlas.

Me he puesto en el piano completamente desquiciado e intentado tocar la pieza más complicada que he tenido en mis manos. Islamey: Fantasía oriental. Años intentándolo para impresionar al jurado del Carnegie Hall y siempre fallo en la misma parte. Me insulto, pego a la pared hasta que mis nudillos están en carne viva y en ese momento con los dedos acartonados vuelvo a tocarla sin agobios. Y vuelvo a fallar y vuelvo a insultarme y pegar a la pared más cercana que tenga.

Hay veces que bajo al bar y me pongo tan borracho que ni me reconozco. Me siento en el viejo piano que hay allí y totalmente desorientado empiezo a tocar, sin ninguna presión. Solo siento que mi corazón late al ritmo de las notas que consigo crear. Nunca me acuerdo de lo que toco. Todo el mundo dice que es bello y propio de un genio del piano. Yo  me levanto con mi jarra de cerveza y empiezo una pelea que siempre acaba mal. Si yo no consigo acordarme de lo que toco, ellos tampoco. 

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