Wyoming 1869
Me despertó la luz cegadora, e inmediatamente sentí la tierra caliente y seca debajo de mí, por mis piernas y brazos desnudos. Y no hacía demasiado calor.
―¿Pequeña?― su voz...
Mire a mi lado y él estaba sentado junto a mí, poniéndose de pie. Yo estaba tendida en el suelo que había comenzado a quemarme. Me ayudó a pararme, pero tampoco soportaba mucho el sol puesto que tenía los ojos entrecerrados como yo tratando de ver más allá.
―¿Esto es Wyoming?― miraba a su alrededor poniendo la daga en la cintura de su pantalón. Hice lo mismo y vislumbre casas allá, un poco más lejos de la llanura en donde estábamos.
―Supongo que sí.
Miré mis ropas; un short de jean, y una remera ajustada color violeta
―Definitivamente esto no es lo que traería puesto, ni tú― observando su primitivo pantalón ―tenemos que llegar a ese pueblo― señalé detrás de él, y siguió mi dedo con su mirada, solo para volverse a mí.
―Deberías haberte vestido en vez de venir desnuda.
Fruncí los labios ―¡Yo...! Bueno... lo mismo digo ¿No tienes camisas?.
―Terminaba de bañarme cuando...
―Al menos te bañas, eso es alivio.
―Calla, pequeña insufrible― eso terminó callándome. Nadie como él para poner un nuevo adjetivo antes de mi nuevo apodo.
―Bien, caminemos― comencé a caminar hacia el pueblo, supongo, y él me siguió.
Llegamos algo cansados por la exposición a cielo abierto, al menos yo comencé a sudar. En cuanto llegamos, me di cuenta de que era un pueblo común de la época y no tan pequeño. Y a medida que llegábamos me di cuenta de otra cosa, nuestra ropa.
Llegamos, por el costado. Las instalaciones por detrás eran de madera, algunas de dos y otras de tres pisos. Afortunadamente nadie andaba por detrás de los edificios, nadie nos veía. Sonreí.
―Hay que conseguir ropa― no dejé de sonreír y Theo volvió a dirigirme esa mirada suya.
―¿Por qué sonríes tan alegre? Estamos en medio de tierra, polvo y olor a caballos.
―¡Estoy en Wyoming! No te imaginas cuantas veces leí ese libro deseando saber cómo era vivir como Jessie Blair, y ahora...
―Ahora tenemos que conseguir ropa si no quieres que te encarcelen por provocar disturbios.
―Disturbios...― dije, pensativa. Lo recordé. Los hombres no estaban acostumbrados a ver las piernas de una mujer, mucho menos parte de su ombligo, y es que mi remera apenas lo cubría.
―Sí, sí, ropa, para mí y para ti― sonreí ¡Estábamos en Wyoming! Apenas si lo creía. Mis sueños hechos realidad.
Miré hacia arriba del edificio, y desde atrás de dónde estábamos, parecía tener tres o cuatro pisos.
―Creo que esto es un hotel― fui hasta una esquina la cual esta una especie de callejón de tierra ―y no hay puerta trasera― me volví hacia él ―, no veo otra manera de conseguir nada si no salimos de aquí.
―Yo saldré― y comenzó a pasar por delante de mí, pero lo detuve de un brazo.
―¡Que te pasa! No puedes entrar a una tienda y pedir nada ¿Acaso tienes dinero?.
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Eternal Soul
AdventureEva, de aún dieciséis años, con su alegre sonrisa y sus ganas de vivir una aventura es una apasionada de la historia y ahora contempla entre sus dedos su nueva posesión; una daga que es su herencia y sobre la que pesa una maldición. Y ante sus ojos...