Capítulo 25

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«Theo besó mi coronilla, y sus brazos apretaban mi pequeño cuerpo en la cama de mi habitación. Luego me besó en los labios con su mano subiendo hasta mi cuello y bajando por mi brazo otra vez.

―Es un sueño― conseguí murmurar entre besos.

―Tú eres mi sueño, Evie.

Pegó la punta de su nariz con la mía sin dejar de estrecharme.

―No puede ser que estés aquí― toqueteé su pecho ― como es que...

―Un guerrero cumple las promesas a sus damas― me interrumpió, depositando un tierno beso en mi frente ―, y te prometí que siempre estaría contigo.

Llevé mi boca hacia la suya, sintiendo la amenaza de las lágrimas en mis ojos que quemaban.

―El amor de mi corazón― reí y sollocé al mismo tiempo.

―Mi bella, bella dama― suspiró contra mis labios.

―Tiene que ser un sueño.

Se apartó unos centímetros para bajar sus ojos a los míos ―Tal vez es un sueño― murmuró arrulladoramente bajo ―, nuestro sueño de vivir juntos, tal vez estoy contigo o tú estás conmigo― sonrió de lado ―O tal vez le dije al mismísimo Odín que se metiera el Valhalla en el culo por no querer dejarte.

El fuego de mis ojos escocía como manantial ―Suena como algo que harías en un ataque de furia... mi alma.

―Tal vez una hermosa bruja pidió que ningún dolor me hiera, que las espinas se apartaran, que...

―No es posible que lo hayas oído― reí ―, ni siquiera eras tú.

―Tal vez nada de esto tenga sentido, porque nada tiene sentido sin ti, Evie― dijo, con ojos lacrimosos ―Sólo sé que quiero mi alma devuelta sólo para cambiarla por una vida junto a ti, que tú eres el amor que jamás soñé, y que quiero retorcerte es bello pescuezo por no tener una pizca de egoísmo y dejarme contigo esa noche que...

―Calla, por favor― puse el pulgar sobre sus labios―, calla.

Besó mi pulgar ―Yo sólo quería pasar la eternidad a tu lado― dijo, pesaroso.

―Y yo sólo quería reparar una injusticia― torcí los labios ―, no sabía que un mugroso sajón iba a robarme el corazón.

Pareció ofendido por un segundo, pero luego alzó una ceja ―No sabía que una niña sería tan fácil de llevarse a la cama.

Se ganó un puntapié ―¡Theo!― aunque estábamos solos, pude sentir mis mejillas encendidas.

Rió ―Lo siento― no lo creí.

Nos miramos por un largo momento, que parecieron ser eternos, en los que no había nada más que decir. Había llegado ese momento.

―Adiós, Theo.

―Adiós, Evie.»

Desperté con lágrimas abandonadas cayendo por los costados de ojos y mirando al techo, con un vacío en el corazón. Realmente se había metido en mi corazón, y más allá de mi alma.

Y quería vomitar.

No tenía nada en el estómago. La noche anterior Ella me había ofrecido llevarme algo a... mis aposentos, dijo, pero no la oí llegar. Creo que me dormí cuando toqué la almohada aunque sí recuerdo haberme puesto un camisón de lino blanco para hacerlo, muy brevemente.

Ya había salido el sol y sus rayos entraban por la ventana iluminando mi habitación, compuesta por una gran cama con dosel y cortinas de seda transparente, un tocador grande y un hogar extinto.

Eternal SoulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora