XXVIII

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XXVIII

Noche deliciosa. - La cocina de Joe, -

Disertación sobre

la carne cruda. - Historia de James Bruce. -

Los sueños

de Joe. - El barómetro baja. - El termómetro

sube. -

Preparativos de marcha. - El huracán

La noche fue encantadora. La pasaron bajo la

fresca sombra de las mimosas, después de

una reconfortante cena en la que no se

escatimaron el té y el grog.

Kennedy había recorrido aquel pequeño

dominio en todas direcciones, sin dejarse un

solo matorral por registrar. Los viajeros eran

los únicos seres animados de aquel paraíso

terrenal; se echaron sobre sus mantas y

pasaron una noche apacible que les hizo

olvidar sus pasados dolores.

Al día siguiente, 7 de mayo, el sol brillaba con

todo su esplendor; pero sus rayos no podían

atravesar la densa cortina de sombra. Como

había abundancia de víveres, el doctor

resolvió aguardar en aquel punto un viento

favorable.

Joe había trasladado allí su cocina portátil y

se entregaba a una multitud de

combinaciones culinarias, gastando el agua

con despreocupada prodigalidad.

-¡Qué extraña sucesión de penas y placeres! -

exclamó Kennedy-. ¡Tanta abundancia

después de tanta privación! ¡Tanto lujo

después de tanta miseria! ¡Cuán cerca estuve

de volverme loco!

-Amigo Dick -le dijo el doctor-, de no ser por

Joe, no estarías ahora en actitud de disertar

sobre la inestabilidad de las cosas humanas.

-¡Buen amigo! -exclamó Dick, tendiéndole la

mano a Joe.

-No tiene que agradecerme nada -respondió

éste-. Llegado el caso, señor Dick, usted haría

conmigo otro tanto, aunque prefiero que no se

le presente la ocasión.

-¡Cuán pobre es nuestra naturaleza! -repuso

Fergusson-. ¡Dejarse abatir por tan poca

cosa!

-¡Por un poco de agua, señor! ¡Preciso es que

sea el agua un elemento muy necesario para

la vida!

-Sin duda, Joe. Los que se ven privados de

comer resisten mucho más tiempo que los que

Cinco semanas en globo Julio VerneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora