Capítulo 1

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  Las cuatro de la tarde y aún seguía en la cama ¿cómo era posible? Era Christopher Uckermann, ¡claro que era posible! Se dijo y maldijo Dulce hasta llegar a su cuarto, ya había dormido suficiente, y habían quedado para tirar unas canastas. Le importaba un pimiento a la hora que se recogió anoche y con quién. Ella también tuvo una noche movida y no tenía por qué hacer participe a todos de ello. Pero a Christopher sí le gustaba recalcar que su vida era cómoda y envidiable.

Entró en la habitación encontrándoselo esparramado sobre la cama. Dulce no era de pasar desapercibida, así que se tiró sobre la cama, haciendo que esta vibrase. No funcionó. Se sentó sobre la espalda de él y comenzó a saltar.

- ¡Despierta gandulon! Llegamos tarde. He venido ha despertarte -se justificó Dul.
- Vete -gruñó mientras escondía la cara en la almohada.
- ¡Vamos! -dijo tendiéndose sobre sus espaldas y apoyando su cara sobre el hombro de él– Los chicos se van a enojar- afirmó antes de morderle suavemente el hombro.
- ¡Auch! Ya me levantó.

A regañadientes salió de debajo de la almohada mientras ella se apartaba para tenderse junto a él.

- Estoy desnudo no deberías estar en mi cama -protestó él.
- Hay muchas cosas que no debería hacer y las hago. Es uno de mis encantos -se burló ella– Sé que estás desnudo. Siempre duermes así. Por eso no me he metido bajo las sábanas. Pero como no te des prisa, te saco de ahí estés cómo estés -amenazó tajante.

Christopher cogió unos boxers de un cajón mientras ella se levantaba y dirigía hacía su armario. Observó como revolvía entre sus cajones y cogía una de sus playeras favoritas. Dulce se quitó la que llevaba para ponerse la de su amigo, y este pudo percatarse de su silueta. ¿Cómo era posible que nunca la hubiese visto antes? Siempre hacía lo mismo, se cambiaba de playera frente a él, de espaldas, dejando que su larga coleta solo dejase ver sus hombros, ni siquiera podía distinguir la ceñida camiseta de tirantes. Ella nunca se había expuesto a su escrutinio, nunca llevaba ropa ceñida, vestidos o se había puesto en bikini frente a él ¿Cómo era posible que su mejor amiga de toda la vida nunca hubiese ido con él a la playa? Sacudió la cabeza para dejar de pensar en esas tonterías. Ellos eran colegas, no importaba el aspecto físico, para eso estaban el resto de las mujeres.

Dulce había aprendido a lo largo de los años a que no le afectase la sensualidad de Christopher. Ella controlaba ese juego más de lo que se podía imaginar él. Se dedicaba a eso. Pero él nunca lo sabría. Debía seguir pensando que si no se ponía de los nervios y se tiraba sobre él desmayada, era porque no lo encontraba sexualmente atractivo, nunca debería saber que en realidad era porque había aprendido mucho más autocontrol que todas las niñas con las que él trataba.

- Salí anoche y estoy de resaca, deberías ser una buena amiga y compadecerte de mí -dijo él sacándola de sus pensamientos.
- No me das la más mínima pena -espetó tirándole a la cara la playera que se acababa de quitar.

Absorbió el aroma de la camiseta y sin pensarlo se la colocó. Muchas veces lo hacía, se ponía las playeras que ella le devolvía y por eso ella había dejado de traerlas ya lavadas, aunque estaban limpias, claro está. No tenía por qué justificarse, la playera era suya, podía ponérsela cuando quisiese, y si él prefería que fuese tras habérsela quitado ella ¿qué más daba? No tenía que justificarse. Le gusta como olía ¿y qué? No significaba nada, se repitió una vez más, como hacía todos los días.

- Unos vaqueros y parecerás un hombre decente. O al menos, no te detendrán por escándalo público -bromeó mientras se sentaba en la cama y bostezaba.
- ¡Vaya! Parece que no soy el único que trasnochó -dedujo acertadamente.
- Esto... estuve levantada hasta tarde -dijo sin más.
- Tanta televisión no es buena. Un día deberías venir con nosotros. Un poco de juerga te sentará bien. Ayer volvimos a intentar entrar en el antro ese que te dije "El Ritual" y nada. No hay manera de que nos dejen entrar. Pero como Christopher que me llamo que ¡yo entro ahí!

No si yo puedo evitarlo, pensó ella. Había pasado la noche despierta, en eso no había mentido y no era culpa de ella si él dedujo mal. Quería mucho a su amigo y seguro que le encantaría el local, era el sitio de moda, pero no podía permitir que la viera trabajando allí. Por suerte el azar y las estrictas órdenes del dueño, hicieron que los porteros no dejaran pasar a ningún jovencito, por muy guapo que fuese, que no tuviese un nombre o cara conocida. Trabajar en ese lugar había sido la mejor de las soluciones para no mezclarse con sus compañeros de universidad. Ninguno tendría acceso y si lo tuviesen probablemente no la reconocerían o no se fijarían. La tranquilidad de estos pensamientos la hizo sonreír.

- Algún día saldré con vosotros -en veinte o treinta años, pensó.
- Después del partido iremos a ver fútbol y por unas chelas ¿no te rajaras como de costumbre?
- No, hoy si puedo -concedió sonriente.

Esa noche no tenía que trabajar porque la noche anterior había discutido con el jefe y para hacerse de rogar había dicho que se iba. Una noche sin ella y volvería arrastrándose a sus pies. En ese sitio nadie sabía hacer nada sin su permiso. Y estaba harta de organizarlo todo, ser relaciones públicas, camarera y mediadora entre empleados y clientes, para que le pagasen como una simple bailarina. Le gustaba su trabajo, el que se supone que hace y el que en realidad hacía, pero eso no hace que se vuelva inconsciente y no sepa que no la valoraban. O la pagaban por ello o no lo hacía, se dijo.

Fueron a la cancha donde ya todos los esperaban. Jugaron y rieron como siempre. Era tan fácil integrarse entre ellos. Ella adoraba su compañía, aunque eso implicase esconderse tras ropas que no la identificaban. Pero se sentía segura y cómoda en ellas. Fueron a tomar unas cervezas y a ver el partido. Era uno más y las chicas a las que tanto odiaba así se lo hicieron saber.

- Hola chicos -ronroneó sobre el oído de Christopher mientras le acariciaba el pelo- ¿Podemos acompañarles?
- Daki -protestó mientras apartaba su mano– Estamos viendo el partido ¿No tienes cosas de mujeres que hacer?

Dul quiso protestar. Sabía que no la consideraban como tal, pero era una mujer. Se dijo que era mejor no hablar pues solo conseguiría defender a la última persona a quien defendería. Pero podía tener claro que después la oiría. Y lo mismo podría decirle a Daki, pensó. Esa niña se rebajaba demasiado y lo peor era que no conseguía nada ¿No había aprendido nada de ello? Sin duda podría enseñarle varias cositas. Pero antes muerta que ayudar a esa en algo, se dijo. Daniela había sido el estereotipo perfecto de una típica película para adolescentes, popular e insoportable. Dul estaba bien considerada entre los chicos pero las chicas la trataban con el respeto que les provocaba lo desconocido. ¿Una chica que no pretende destacar o llamar la atención de los hombres? ¡Imposible! A no ser que no fuese atractiva y era el concepto que todos tenían de ella.

- ¿Prefieres ver a veinte tipos dándose patadas que a mí? -susurró a la vez que le acariciaba la mejilla.
- ¡Pues sí! Será que no me convenciste anoche -replicó irritado.
- ¡Cerdo! -gritó enojada.

Daniela se fue enojada seguida por su séquito. En eso tenía razón, Chris podía ser un auténtico cerdo, pensó Dul. Pero por suerte para ella él nunca la trataría así, porque ella no era una mujer más, sino su mejor amiga. Daba gracias a Dios por haber decidido esconderse, de no ser así probablemente ahora no serían amigos. Y Christhopher era su pilar para no derrumbarse, su apoyo en el caos que era su casa. Puede que no la conociese de verdad, su vida, pero conocía su alma. Él siempre sabía cuando estaba mal o bien, cuando quería hablar o simplemente un abrazo. Era el amigo perfecto y no lo perdería porque él se concentrase más en la minifalda que llevase puesta que en lo que le contaba.

Christopher vio como Dul fruncía el ceño y le colocó el brazo por los hombros devolviéndola a la realidad. Su loquita era una feminista sin remedio y estaba seguro de que le daría todo un sermón de cómo debe tratar a una mujer. Pero ahora era momento de divertirse con los colegas, unas cervezas y buenas bromas.




Amigos Desconocidos (Vondy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora