18.

Lloramos.

A los 18 lloramos. Lloramos juntos.

En una ocasión llegaste al café más tarde y callada de lo normal, con unas ojeras que delataban tu falta de sueño y ni una sola sonrisa. Entonces supe que algo iba mal.
Decidí esperar a que fuera adecuado preguntarte. Parecías estar en trance por algo y siendo honesto me daba miedo cometer algún error.
Esperé.
Veinte minutos cuando mucho, pero al final la curiosidad termino ganándome.

"¿Va todo bien, Dani?".

Me pareció verte negar antes de abrazarme fuerte, sentía que apenas podía respirar pero no me quejé, tan solo te correspondí.

"Él me llamaba de esa forma también".

¿Él? Confundido pregunté:
"¿Él quién, bonita?".

"El abuelo".

No necesite nada más; ninguna explicación, ninguna palabra más. Nada.
Solo recuerdo que te abracé hasta que el día acabo. Y llore contigo porque sentía tu dolor. Aunque yo no me di cuenta de mis lágrimas si no hasta que te fuiste.

Lo lamento en serio, Daniela, ojalá hubiera tenido palabras para consolarte aquel día.
Aún siento que te falle.

Abraham.