Capítulo 30. Enmendando errores

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-¿Me puedes llevar al aeropuerto?-. Mackenzie me sonríe y llama a Logan con un grito. En un par de segundos se monta en el coche y estamos de camino al aeropuerto, tenemos el tiempo justo para coger a James antes de que embarque. Pero debemos darnos prisa

-¿Te sabes el camino?

-Por favor, conozco Las Vegas como la palma de mi mano-. Pasamos por las calles y creo que nos hemos perdido, ¡oh por favor! ¡estoy a punto de perder al hombre de mi vida!

-¡Nos hemos perdido!-. Sentencia Mackenzie

-Que no, déjame que me acuerde... Ah ya, tendría que haber girado a la derecha en esta calle, por cierto, ¿Cuándo sale el avión?-. Seguimos con nuestra carrera contrarreloj y por fin llegamos. Me bajo del coche y por poco no me caigo al suelo por la prisa que llevo.

Corro por el aeropuerto, buscándole con la mirada, pero nada, ni rastro de él... En un último intento, me acerco al mostrador y pido que miren si ha embarcado. Al principio se niegan pero al ver mi cara de cachorro abandonado por fin me lo dicen... Y en ese momento mi mundo se cae al suelo, ya está, se acabó... Se ha ido... Y no he podido impedírselo... Ahora estaba volando en un avión hacia Londres, donde nunca volvería a verle. Se acabó _______, se terminó el cuento de hadas en el que me había metido...

Cojo el próximo vuelo, esta vez rumbo a casa. Nada más llegar, decido ir a dar una vuelta, necesito pensar y que me dé el aire un rato. Ahora se pone a llover, y no he traído paraguas, genial... Esto me recuerda a cuando fui a cenar con James... Todo lo que veo me recuerda a él, la lluvia, el tiempo, los taxis... Absolutamente todo... Paseo por la calle, sin rumbo alguno, necesito despejarme, llevo demasiado tiempo llorando y necesito tomar el aire puro que deja la lluvia. Me doy un buen paseo, y sin darme cuenta, mis pies me han llevado a la casa de Kendall. Creo que debo zanjar unos asuntos pendientes...

Subo, hecha una sopa, chorreando agua por todas partes y con el pelo completamente mojado, pero ahora lo que menos me importa es mi aspecto personal.

Llamo a la puerta con manos temblorosas, y un Kendall preocupado me mira desde la puerta

-_____...

-Hola Kendall-. Le sonrío. Enseguida me invita a dentro, su casa es grande, ya había estado en otra ocasión el que me había invitado a tomar un café.

-¿Qué haces aquí?

-Necesito el apoyo de un buen amigo...

-Pues creo que te has equivocado de casa...-. Dice serio, está distante, sé que no quiere verme, pero necesito consuelo en estos momentos.

-Kendall... Lo siento por haberte hecho ilusiones y no decirte que James y yo nos casamos...-. Se pone tenso, seguramente sigue dolido por aquello. Es normal, yo también lo estaría.

-No sabes lo que me hiciste sufrir ______, me enamoré de ti...

-Por raro que parezca si lo sé. Sé lo duro que es que alguien te muestre sus sentimientos y para cuando quieres reaccionar, le has perdido...-. Miro para abajo, otra vez estoy pensando en él... Ahora se acerca a mí, y a pesar de estar mojada y oler a perro mojado me abraza. Es un abrazo reconfortante, él es muy cálido y yo estoy completamente helada.

-Te traeré mantas...-. Ahora tapada y un poco más seca nos sentamos en el sofá, es muy reconfortante.- Entonces... ¿Lo habéis dejado?

-Podríamos decir que sí...

-¿Por qué?

-Le he perdido Kendall... No luché...-. Me mira apenado, seguramente debo dar pena. Una mujer solitaria en Nueva York la deja su no marido porque piensa que le odia. Patético.

-Sabes que nunca es tarde para nada...

-Lo sé... Pero se ha ido a Londres, pensando que me odia y no le voy a volver a ver nunca.

-¿Quién dice que no?-. Me quedo extrañada mirándole ¿¡como le voy a volver a ver?!

-Kendall... Eso es imposible...-Kendall se levanta, coge un papel y apunta algo que no llego a ver con claridad.

-Toma.- Me tiende el papelito, es una dirección... Le miro, ¿qué significa esto?.- Bueno... James... Me dio su dirección por si nos apetecía a mí y a Alicia visitarle...-. Me quedo atónita, en serio me da esto, ¿pero por qué?

-Kendall... Gracias... Pero ¿por qué?-. Pregunto perpleja

-Odio verte así porque hayas tomado una mala decisión, siempre se puede rectificar

-Gracias Kendall-.

-Tienes suerte de que sea su amigo-. Ríe, y yo con él. Me levanto y le abrazo. Él me corresponde, creo que he recuperado al viejo Kendall con el que salía y reía.- Ahora corre antes de que me arrepienta de habértelo dicho.

Sonrío, y cojo mi chaqueta, ahora ya seca.

Abro la puerta, pero antes de irme le doy una última mirada a Kendall, que me mira sonriendo

-Kendall...

-¿Sí?

-¿Crees que algún día puedas perdonarme?

-Nunca me podría enfadar contigo...-. Le sonrío por última vez y me voy a mi casa.

Como una fiera me pongo a meter todo lo que tengo de ropa en la maleta. Tengo un viaje muy largo por delante...

Me encuentro en el aeropuerto, son las siete de la mañana y mi vuelo sale dentro de media hora. Mi madre, al contarle la locura que iba a cometer se ha ofrecido a acompañarme al aeropuerto y por supuesto no me he negado.

-¿Estás segura de esto ______?

-Nunca he estado más segura en toda mi vida...

-Esta no es mi ______, has cambiado tanto...

-Lo sé mamá... Pero nunca antes me había enamorado...-. El interfono sonó interrumpiéndome, avisando que mi vuelo iba a despegar en cuestión de minutos.

-Mucha suerte hija mía

-Gracias mamá-. La abrazo fuertemente. Voy a necesitar toda la suerte del mundo su consigo lo que me propongo.

El interfono vuelve a avisar de que mi vuelo sale dentro de muy poco, así que agarro mi maleta y me dirijo a la puerta de embarque.

Una vez ya sentada en el avión, me despido de mi madre por la ventana, que me saluda eufórica desde fuera. Yo la respondo desde la ventana con una simple sonrisa. Espero estar de vuelta pronto, y esta vez, no volver sola...  


Amor a Juicio (James Maslow y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora