Capítulo 6. Loca vuelta a casa

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Todo está en silencio, con las luces apagadas. Estoy muy cómoda y calentita en esta cama. Qué bien... Abro los ojos, y por un momento estoy tranquila y serena, disfrutando del entorno, que no conozco. Poco a poco empiezan a torturarme imágenes fragmentarias de la noche. La borrachera —oh, no, la borrachera, la vomitera —oh, no, la vomitera. Oh, no. Me muero de vergüenza.

No recuerdo cómo he llegado aquí. Un momento... ¿Dónde estoy? Reviso mejor el entorno y llego a la conclusión de que es una habitación de hotel, pero no es la mía.

De repente oigo unos golpes en la puerta que me sacan de mis pensamientos. El corazón me da un brinco y no me sale la voz al abrirse la puerta y ver a Mr. Arrogante entrar por ella.

-Buenos días, bella durmiente ¿Cómo te encuentras?

-¿Cómo he llegado hasta aquí? —le pregunto seria

-Vaya parece que nos hemos despertado de buen humor-. Ironiza

-No tengo tiempo para bromas, responde a mi pregunta-. Se pasa la mano por el pelo y se sienta a un lado de la cama. Está tan cerca de mí que podría tocarlo.

-Después de que te desmayaras no sabía donde vivías así que te traje aquí —me contesta sin inmutarse. Se levanta y va hacia el armario, se pone sacar y guardar ropa

-¿Me metiste tú en la cama?

-Sí-. Me contesta impasible.

-¿Volví a vomitar? —le pregunto en voz más baja.

-No.

-¿Y mi bolso y mi chaqueta?

-¿Vas a seguir con el interrogatorio?-. Pregunta ya cansado de mis preguntas espontáneas

-Solo quiero saber que paso estando desconectada de este mundo-. Rueda los ojos y continua a lo suyo sin dirigirme una sola mirada

-Me los dio tu amiguita la rubia, están en esa silla

-Lo siento mucho. Te he tenido que causar muchos problemas-. Le digo avergonzada

-No me des las gracias, no me dedico a rescatar damiselas en apuros, pero deberías sentirte afortunada de que estuviera allí-. Sus labios esbozan una sonrisa burlona.

-No me habría pasado nada. Estaba con Alicia

-Por eso tu amiguita rubia se preocupó tanto cuando caíste redonda al suelo-. Me recriminó, esta vez me callo, no tengo argumentos para defenderme. Llego a la conclusión de que no tendría que haber salido anoche, siempre supe que era mala idea desde el principio y que como mucho acabaría con una borrachera monumental la mañana siguiente, pero no me esperaba acabar en una cama de una habitación que no es la mía, con un completo desconocido que conocí en un avión y aún no sé ni su nombre...

Si mi madre me viera no estaría muy orgullosa de mí... Mierda. ¡Mi madre! Seguramente está preocupada por mí. Rápidamente cojo el móvil, tres llamadas perdidas, dos de mi madre y otra de Alicia. Vaya, por lo menos se preocupó en llamarme.

En un rápido golpe de vista veo la hora, las diez de la mañana. Mierda. Tengo el vuelo dentro de una hora y no tengo la maleta preparada.

Como un rayo cojo mis cosas y me dispongo a salir por la puerta.

-Eh fiera, ¿A dónde vas?-. Me pregunta él

-A mi hotel, ya he causado suficientes problemas por aquí

-Por lo menos deja que te lleve

-No, puedo yo solita-. Tras decir la última frase desaparezco por la puerta y al llegar a la calle me doy cuenta de que él tenía razón, no tengo ni idea de donde me encuentro ahora mismo ni sé a dónde ir.

Amor a Juicio (James Maslow y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora