Bajamos las escaleras sin prisa, su forma de bajarlas era extraña hasta que me vio, como si no supiera cómo hacerlo, saltó tres escalones sujetándose del barandal, luego de observarme me copió, no lo quería reconocer, pero me pareció un poco adorable.
Me siguió hasta la cocina.
Di un par de aplausos hacia aquellos tres distraídos chicos.
-Atención todos, saluden a nuestra nueva huésped- se dieron vuelta al instante, dejando de lado la partida de cartas que jugaban, haraganeando en horario de trabajo, como siempre.
- Hola señorita es mu-muy ¡hermosa! - comentó Meirilin acercándose a pasos nerviosos deteniéndose bastante cerca de la señorita.
-Wow! no puede ser ¡Qué linda es! - dijo Finnian, su mirada fue de arriba hacia abajo y viceversa, no me inspiraba confianza su forma de verla.
- Oh... - Bard sin embargo se acercó lento, fumando aquella asquerosa máquina de cáncer, mientras no estuviera cerca mientras cocinaba no me importaba su asquerosa existencia- Hola niña, ¿Cómo te...?
-¿¡Cómo te llamas?! - preguntó Finnian mirándola con un excesivo interés, no me malentiendan, se supone que esta humana era de mi propiedad, ¿por qué está tan cerca de ella?
Narra Dolly
- Me llamo Dolly, un gusto- di una pequeña inclinación, sentí que Sebastian dejó una mano sobre mi hombro, me hizo para atrás.
-¡Qué lindo Nombre! - soltó un chico de cabellos rubios desprolijos, parecía de mi edad, le sonreí.
-Lo lamento pero la señorita tiene que irse a dormir, y el señorito también claro - levanté la mirada hacia él, me separé un poco.
-Sebastian quiero seguir hablando con ellos, ¿puedo?
-Es que...
- ¡por favor! - junté mis manos, suspiró derrotado.
- Bien, pero cuando vuela se irá a la cama- reí, al voltearse e irse les miré.
-Ya que se fue, ¿Cómo se llaman? quiero conocerlos
Conocí a los empleados, Finnian era aquel chico rubio y lindo que insistió mucho en que me sentara a su lado, me comentó que él se encargaba del jardín, que le encantaba el aire fresco y el sol, la chica pelirroja de gruesos lentes se llamaba Meirilin, me pidió que le dijera Mei, también mencionó que ella era una maid que se encargaba de las tareas domésticas, que no todo le salía bien pero que Sebastian era muy paciente con ella, a lo último Bard, un hombre mucho más grande que nosotros que sabía jugar muy bien las cartas, yo no sabía nada de eso así que me dediqué a verlos jugar, trataron de incluirme pero insistí en que aprendería si los veía mientras jugaban, era incluso más divertido porque podía decir quién hacía trampa.
-Oye, tú sabes de nosotros, pero no sabemos nada de ti aún, ¿Qué haces aquí? - le sonreí algo triste- wow... tus ojos, cambian de color, miren.
Me giré hacia Bard y Mei, parecían sorprendidos.
-Sí... eh, creo que es por la luz, es muy común, la verdad no sé por qué cambian.
-¿nunca fuiste a ver a un doctor? - la pregunta de Mei me hizo pensar en qué sería un doctor exactamente, le negué luego de un rato.
-No, o tal vez sí, es que- tragué saliva- tengo amnesia, no sé muy bien dónde estoy, sólo sé que Ciel es muy amable en dejarme quedar.
-El Conde siempre fue muy amable señorita, nos ayudó al igual que a usted- le sonreí a Mei.
-Lo lamento, pero tiene que ir a dormir- me exaltó la voz de Sebastian, lo vi parado en la puerta de la cocina- Vamos.
- Pero... -
-A dormir, ahora, ya es muy tarde - demandó, se acercó y lo último que sentí antes de que me jalara fuera de mi asiento fue la mano de Finni en la mía, fuimos a mi habitación a paso rápido, apenas podía con las escaleras y de hecho redujo un poco la velocidad cuando casi me caigo en ellas, antes de entrar señaló la puerta que estaba en frente, era diferente, tenía un marco plateado.
- ¿Qué ocurre?
- Si necesita algo esa es mi habitación, toque la puerta o entre sin más, siempre me encuentro despierto, no baje las escaleras sin mí, ¿entendió? - asentí leve.
- entiendo, una pregunta, Finnian... digo, ¿ellos dónde duermen? Hablo de los empleados.
- Debe dormir -lo sentí disgustado- Mañana le preguntará- abrió la puerta de mi habitación y me dio un leve empujón hacia dentro- buenas noches, puede ducharse y cambiarse de ropa si así lo desea.
Dio prácticamente un portazo.
Miré mi cama, mi almohada y las mantas estaban arregladas de nuevo, noté que habían cosas nuevas, como unos conejos de peluche y una alfombra peluda de color negro, me arrodillé en ella y me acosté, era muy suave, no había sentido algo así nunca.
-Sé que le gustó, pero levántese antes de que se enferme, el piso está frío- miré a mi alrededor, no había nadie, aquello sonó como un eco.
Gateé hacia la puerta de la entrada y la abrí un poco, no vi nada, sólo sentí un viento leve y la cerré. Me paré y fui hacia una puerta secundaria que había a unos metros de la cama, la abrí pensando que sería el baño, pero no.
-Esto es muy ¡bonito! - prendí las luces, tardó un poco en encenderse hasta que quedó estable, lo primero que vi fueron los vestidos, eran de colores claros en su mayoría y otra gran parte oscuros, combinaban con la mansión, tacones y botas y algunos zapatos negros brillantes sin altura, un gran espejo y una caja de madera con gomas para el cabello y listones de colores.
Me miré al espejo, mis ojos estaban rosas, yo por suerte me reconocí, aunque por el vestido tardé un poco y por alguna razón me di la vuelta, sentí que algo me faltaba, a lo mejor un moño en el vestido.
-A la cama.
Aquella orden me hizo apagar las luces y salir de allí, me fui directo a dormir.
ESTOY CORRIGIENDO ERRORES Y CAMBIANDO COSAS DE LA NOVELA.
Si lees este mensaje significa que hasta aquí ha llegado mi corrección y si quieres seguir leyendo probablemente no sea lo más bonito visualmente y además a la protagonista le cambié el nombre.
Me disculpo por adelantado, tenía 15, no sabía lo que hacía, estaba experimentando más que nada.
Buena lectura.
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Kuroshitsuji: La Gata Del Mayordomo (Sebastian Michaelis Y Tu) - Amnesia -
Romance- por favor bocchan no creo que le haga tanto daño - dijo la impaciente voz de mi Mayordomo... El quería algo que yo no podía soportar :un gato - Sebastian eres demasiado insoportable... Muy bien tendrás tu "gato" dije entre comillas y el ent...