Capítulo 3 - Ella Es Tu "gato"

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-Una de mis últimas preguntas, mi mayordomo, ¿te interesa de alguna manera?- pestañeó un poco, se echó para atrás y tragó saliva, sin embargo yo no dejé de mirarle a los ojos, creía tener alguna respuesta en mente, y tal como pude haberlo adivinado sus ojos cambiaron a rojos.

-No- fue rotundo, le miré mejor- a-apenas lo conozco, ¿por qué me pregunta tal cosa?

- Quiero que trates de enamorarlo- sentí su miedo, se levantó de golpe.

-Lo lamento, no haré tal cosa- a punto de replicarle, el rey de Roma entró por la puerta.

-¿Qué no hará Señorita? por favor, siéntese- se sentó, sonreí de lado, no despegaba mi mirada de ella, Sebastian colocó las tazas sobre mi escritorio y acomodó mis papeles a un lado, miré hacia la pila buscando un error, como siempre todo impecable. 

-Nada que te interese Sebastian- la chica me miró tomar del té, miró la taza y asintió un poco antes de beber de igual manera- Retírate, no estés cerca de esta habitación hasta que te llame, tienes prohibido escuchar lo que sea que no sea tu nombre al llamarte- me miró de reojo al irse aceptando la orden, con él fuera volví mi mirada hacia ella- Escucha niña.

- No me diga niña- apenada dejó la taza sobre el escritorio.

-Dime como te llamas y me dirijo por tu nombre- dejé mi taza luego de oler su aroma. 

-Entiendo, lo siento, no lo recuerdo. 

-Te quedarás aquí un buen tiempo ya que no sabes de dónde vienes- sentencié.

- ¿usted lo sabe?- sonreí de lado, claro que no lo sabía, pero ella no debía enterarse.

- Exactamente - sus ojos en cuestión de segundos cambiaron a azules, lo anoté en mi cabeza.

-Usted lo sabe- fue más una acusación, asentí rápido.

-Si, pero es imposible que regreses.

- ¿por qué? - tomé mi taza y le di un trago antes de contestar, parecía ansiosa. 

-No tienes padres ni familia- terminé mi té- y te lo repetiré, es imposible que puedas regresar.

- pero... pero ¿por qué?

-¡por que no! ¡sólo olvídalo! - se cubrió con sus brazos, noté un leve brillo naranja, estaba asustada, largué un suspiro pesado- ¡Sebastian!

-Lamento haberlo molestado- murmuró- discúlpeme por favor. 

-Solo quiero que trates de hacer lo que te pedí, si lo haces a lo mejor reconsidere decirte algo- se paró de su asiento y se puso detrás de la silla.

-Amo- lo miré entrar, la señalé a mano abierta.

-Llévala a conocer a nuestros otros empleados, si ya no los ha conocido claro - la niña volteó a verlo

-Como ordene- es momento, sólo debo soltarlo. 

-Espera- me paré mejor- Ella es tu mascota- sonreí, me miró confundido.

-¿mi mascota, señor? ¿a qué se refiere si puedo preguntar?

-Ella es el gato del que yo te hablaba.

-¿Ella es mi gato?

- Si ¿ves? No soy alérgico y no parece que sea un estorbo si la diciplinas correctamente, a lo mejor y te llega a gustar tener a una humana como mascota, tienes permitido hacer lo que quieras con ella, desde torturarla hasta... lo que sea- noté levemente una sonrisa de malicia, la niña me observó asustada, retrocedió unos pasos pero no se atrevió a dar más cuando Sebastian la miró- Y ponle un nombre, ¿ves? la experiencia completa de tener un gato. Puedes irte. 

- Como ordene y gracias mi señor. 


Narra Sebastian

Ella era el gato que prometió darme, era humano, fue una trampa. 

Mi amo era alérgico a los gatos, obviamente no me dejaría tener uno, pero mi frágil mente derrotada por el profundo deseo de tener un gato en mi poder me cegó.

La señorita salió corriendo, pensé en seguirla y cuando entró a su habitación me despreocupé, le cerré la puerta al Amo y caminé hasta allá pensando en un nombre, ella era bastante ligera, pensé en llamarle Pluma o Algodón, pero no era un nombre de humana, era más para un gato, me lo pensé mejor,  recordé su cabello suave luego de limpiarla, Seda le quedaría, o Cream, como la crema que le hacía en algunos pasteles para mi señor. 

Entré a su habitación, sin pedir permiso, me miró con unos ojos grises, quería saber qué significaban, algo debía cambiarlos. 

Me acerqué y me senté al lado de sus piernas, abrazaba una almohada, me pareció tierno la forma en la que lo hacía, por más que la miraba no podía encontrarle un nombre, en mi mente vagaban nombres gatunos. 

Quería llamarla Cream, o Nieve, Honey me parece bonito, su piel es suave como la miel, de hecho la acaricié, me observó sin mediar palabra, sus ojos se pusieron rosas, le sonreí levemente, sus ojos grandes con largas pestañas me tranquilizaban, parecía una muñeca.

Sí, una muñeca. 

-Dolly.

- ¿Qué?

- ¿Te gusta Dolly?

- ¿A qué te refieres? ¿Así me llamo? - asentí, se miró las manos- ¿tengo cara de Dolly? - su pregunta inocente me hizo sonreírle, me paré. 

-Sí, tienes cara de Dolly, vamos, te presentaré al personal. 






Kuroshitsuji: La Gata Del Mayordomo (Sebastian Michaelis Y Tu) - Amnesia -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora